TIEMPO LITÚRGICO

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domingo, 5 de enero de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 5 DE ENERO DEL 2020, 2º DE NAVIDAD - (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo electo de Toledo Administrador Apostólico de Coria-Cáceres)

«Y LA PALABRA SE HIZO CARNE»


Jn 1,1-18


            En principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
       Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.
       Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
       Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
       Juan da testimonio de él y grita diciendo: "Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."" Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
       Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Otras Lecturas: Eclesiástico 24,1-2.8-12; Salmo 147; Efesios 1,3-6.15-18

LECTIO:
                Durante la Navidad hemos contemplado el misterio del amor de Dios, un Dios cercano y comprometido con nuestra vida, un Dios que nos ama tanto que nos envió a su propio Hijo, que comparte con Él la misma gloria y el mismo poder, siendo Él totalmente Dios es por su Encarnación totalmente hombre. Ante esta afirmación el evangelista insiste en que Jesucristo toma nuestra carne, era Dios, estaba con Dios y que todo había sido hecho por Él y en Él.
       Al final de este periodo de la Navidad, el pasaje lo podemos reflexionar desde la perspectiva de Juan el Bautista y la respuesta de los hombres. Hemos visto la actitud de Juan, su testimonio, que anunció y predispuso la llegada del Señor, pero ante el amor total de Dios, la respuesta de muchos fue el rechazo, el preferir las tinieblas a la luz, el dar la espalda a Aquel que nos amó primero, que nos amó totalmente, que se nos dio por entero y que nos hizo sentir su amor incondicional.
       Juan nos  dice: En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Esta es la respuesta del hombre ante el amor de Dios. Pero un pasaje como éste, después de haber celebrado la Navidad, adquiere una perspectiva más profunda porque nos hace tomar conciencia de la necesidad de darle una respuesta al Señor por al amor que Él nos demostró y que hemos celebrado durante este tiempo. El testimonio de Juan el Bautista es el proyecto de vida que nos deja este pasaje. (Robertus Kardi- misionero javeriano)

 MEDITATIO:                       
     Las fiestas de Navidad tienen como colofón la manifestación de Jesús a todas las naciones. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos contemplado su gloria. El personaje central de estos días santos es Jesucristo, que nació en Belén como hombre, el que es eterno por los siglos…
     Jesucristo es el centro de la historia humana. No se nos ha dado otro nombre en el que podamos ser salvados. Toda experiencia religiosa tiende a él y en él encuentra su plenitud. Porque en ninguna otra experiencia Dios ha podido darnos más, que en dándonos a su Hijo nos lo ha dado todo. La Navidad quiere dejar en nosotros ese buen sabor a Cristo, en el que Dios nos ha bendecido con toda clase de bienes. Quizá hayan sido días de mucho ajetreo. Que estos últimos días dejen en nuestro corazón el sabor de habernos encontrado con él y la misión de darlo a conocer entre nuestros contemporáneos. (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)


ORATIO:
     Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho
Señor, que nunca deje de resonar tu palabra en mí.
Sigue llamándome hijo para que aprenda a vivir
y actuar como hijo tuyo.

CONTEMPLATIO:
     Tengamos presente que la encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana, que en ella, la historia humana ha sido asumida por Dios para conducirla en clave de salvación a su máxima expresión. Si intentáramos dejarla de lado, resultaría comprometida la imagen de Dios y la dignidad del hombre.

En el principio existía la Palabra...

     Para los creyentes, no hay otra norma de vida que la Palabra que es Jesús. Viéndole a Él, tenemos la respuesta a todas nuestras preguntas. Contemplando su conducta sabremos como tenemos que comportarnos. Su entrega hasta darlo todo por amor, debe ser nuestro estilo de vida
     Contempla al Señor presente en nuestro mundo, en el ambiente en que te desenvuelves, en tu familia, tu trabajo… El nacimiento de Jesús es llamada, anuncio, presencia que conecta con los deseos que laten en el corazón del hombre. Pero su presencia necesita ser acogida, abrazada encarnada en nuestra propia vida.
…y la Palabra se hizo carne”.




   Porque los evangelistas hablan de Jesucristo naciendo en el tiempo, mas San Juan atestigua que en el principio ya era él mismo, diciendo: «En el principio era el Verbo». Los otros dicen que apareció de repente en medio de los hombres; él atestigua que siempre estuvo con Dios cuando dice: «Y el Verbo estaba con Dios». Los primeros dicen que era verdadero hombre; y el último, que era verdadero Dios, diciendo: «Y el Verbo era Dios». Los demás evangelistas le consideran como hombre que vive temporalmente entre los hombres; pero San Juan le considera Dios con Dios, subsistiendo en el principio, diciendo: «Este era en el principio con Dios». Los otros exponen las grandes cosas que hizo después de la Encarnación; pero San Juan enseña que Dios Padre hizo por El toda criatura, diciendo: «Todas las cosas fueron hechas por El y nada de lo que fue hecho se hizo sin El».


1 comentario:

  1. Jesús es nuestro Redentor y pone su tienda entre nosotros para compartir nuestros gozos, sufrimientos y esperanzas. Dios no nos salva desde fuera. Se hizo semejante a nosotros en todo menos en el pecado. Un año nuevo tenemos que vivirlo con corazón nuevo. Tener los sentimientos del Corazón de Cristo, es ser evangelio vivo para tantos hermanos, que el único evangelio que leerán es nuestra vida.
    El prólogo de San Juan es un compendio de cristianismo puro y duro. No se va por las ramas. Va a lo esencial del cristianismo, que es Cristo que por nosotros los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo. Se metió hasta el fondo en nuestra vida, y en nuestra historia para transformarla según su Corazón.
    La encarnación del Verbo, el poner su tienda entre nosotros, el venirse a vivir nuestra vida para que nosotros vivamos la suya, en el fondo es el resumen del ser cristiano. Para San Juan, Dios Amor, nos ha salvado dando la vida por amor hasta el final. No nos ha amado el Señor en bromas como le decía Jesús a Ángela Foligno. Su Amor es el que le ha llevado a compartir nuestra vida y ha elevado al máximo nuestra humanidad herida por el pecado. Es en la noche buena donde descubrimos la profunda dignidad de ser cristianos, como nos recuerda San León Magno en sus conocidas homilías de Navidad.
    Ha marcado positivamente mi vida el misterio de la Navidad que me recuerda una y otra vez que todo lo humano es digno de ser vivido porque lo ha vivido Cristo y quiere vivirlo en nosotros. Es clave saber distinguir entre lo humano y lo mundano. El papa Francisco lo explica magistralmente. Ser humanos y vivirlo con dignidad es el mensaje de la Navidad. Dios siempre elige el camino humano y humilde de la pobreza para amar sin condiciones. La mundanidad es otra cosa. El poder, el tener, y el éxito hace estéril la redención. En el fondo la mundanidad saca de nosotros lo peor, mientras que ser humano desde Cristo, saca de nosotros lo mejor.

    + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo electo de Toledo
    Administrador Apostólico de Coria-Cáceres.

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