TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 12 de octubre de 2019

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 13 DE OCTUBRE DEL 2019, 28º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)


«JESÚS, TEN COMPASIÓN DE NOSOTROS»
Lc. 17. 11-19

     Una vez, yendo camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
     Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes». Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
     Este era un samaritano. Jesús, tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?». Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado».

Otras lecturas: 2Reyes 5, 14-17; Salmo 57; 2Timoeo 2, 8-13

     El pecado que se reprueba en este Evangelio, es precisamente el de no tener fe creyendo que se tiene. Aquellos leprosos que no volvieron a dar gracias a quien le había curado, no eran extranjeros sino judíos, consideraban que tenían “derecho” a la curación, que era lo menos que podía hacer por ellos “su” Dios. De manera que aquella curación fue recibida como quien recibe su correspondiente pago por los servicios prestados.
     Sin embargo había otro leproso, que por no tener no tenía ni el pasaporte judío. Este leproso era extranjero, sin derechos oficiales ante Dios. Lo cual significaba que si sucedía lo que de hecho sucedió, no era más que por un puro regalo indebido, por una gracia inmerecida, por un don inesperado.
     No basta con pertenecer oficialmente a una comunidad de salvación, como era la judía, y como es nuestra Iglesia Si Dios nos concede cualquier gracia, es por pura gracia, (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)
 MEDITATIO:
    Recobran la salud mientras van de camino, después de haber obedecido a la palabra de Jesús. Entonces, llenos de alegría, se presentan a los sacerdotes, y luego cada uno se irá por su propio camino, olvidándose del Donador, es decir del Padre, que los ha curado a través de Jesús, su Hijo hecho hombre. (Papa Francisco)
     Es fácil ir al Señor para pedirle algo, pero regresar a darle las gracias… Por eso Jesús remarca con fuerza la negligencia de los nueve leprosos desagradecidos: «¿No han quedado limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?». (Papa Francisco)
     Para saber agradecer se necesita también la humildad Preguntémonos ― nos hará bien― si estamos dispuestos a recibir los dones de Dios o si, por el contrario, preferimos encerrarnos en las seguridades materiales, en las seguridades intelectuales, en las seguridades de nuestros proyectos. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Señor Jesús, concédenos ojos para descubrir las maravillas que vas haciendo en nosotros para sanarnos de la enfermedad de nuestro pecado.
Que experimente, Señor, tu misericordia
sobre mi miseria, mira mi lepra,
ayúdame a mirar la de mis hermanos.

CONTEMPLATIO:
« los otros nueve, ¿dónde están? »
      En la curación de estos diez leprosos aparece la fuerza de Cristo que es capaz de librarnos de nuestras lepras. Son lepras nuestros vicios y pecados, nuestras adicciones y desesperanzas, nuestra propia historia que cada uno bien conoce
     Uno de los peores males de nuestro tiempo es la pérdida del sentido del pecado, decía ya Pio XII. Y hemos ido a peor en sentido generalizado. Para mucha gente el sentido del pecado sería como un sentimiento insano de culpa, como una represión educacional, que habría que erradicar considerándolo todo como normal, o a lo sumo con un margen de error, y que habría que liberar con técnicas psicológicas del profundo. Ciertamente, el sentido del pecado proviene del sentido de Dios. Cuando Dios no está presente, es muy difícil tener conciencia de haberle ofendido
     Diez fueron sanados, uno sólo vino a dar gracias. Quizá los otros nueve se quedaron sólo en lo exterior. Ese que volvió se dio cuenta de la grandeza de haber sido curado y por eso volvió para dar gracias. No seamos desagradecidos, porque es muchísimo lo que hemos recibido, aunque a veces no nos demos cuenta. La plegaria central del culto cristiano es la acción de gracias (en griego, eucaristía) dirigida a Dios Padre por habernos dado a su Hijo Jesucristo y en él nos lo ha dado todo... (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)



   Dichoso este leproso samaritano que reconoció que «no tenía nada que no lo hubiera recibido» (1Co 4,7)… Os ruego, pues, hermanos, mantengámonos cada vez más humildes bajo la poderosa mano de Dios (1P 5,6)… Mantengámonos con gran devoción en la acción de gracias y nos concederá la única gracia que puede salvar nuestras almas. Seamos agradecidos, no sólo de palabra o con la punta de los labios, sino por las obras y en verdad.(San Bernardo, abad).

1 comentario:


  1. Nos encontramos resumido en este evangelio de Lucas sus temas favoritos, la misericordia, el favor de Dios a los que viven en todas las periferias, los preferidos de su Corazón que son los últimos y el asombro de Jesús ante la respuesta o falta de respuesta de los que ha realizado el milagro de la sanación.
    Tres serían las actitudes que nos transmite la Palabra de Dios orada.
    Primero el agradecimiento. Solo son felices los que saben agradecer. Es más los que no tienen un corazón agradecido nunca están plenamente curado. A veces no son consciente de la obra de salvación que ha realizado el Señor, por eso no vuelves para decirle un sencillo gracias. Es lo que ocurre con aquellos nueve leprosos que como ni son conscientes de la obra de Señor por no darse cuenta vivirán siempre como enfermos, sin haber descubierto que el Señor les ha curado de raíz. Por no saber agradecer no viven en la alegría de las maravillas que Dios hace con nosotros cada día como canto la Virgen en el Magníficat.
    Segundo la profunda humildad de reconocer la acción sanadora en nosotros. Es increíble, pero por no ser humildes, no somos capaces de cantar las misericordias del Señor en nuestra vida. La gratuidad del Señor que hace el milagro sencillamente cuando cumplen su voluntad, contrasta con que no se enteran porque viven ya con la convicción de que no hay solución y todo sigue igual. Es necesario curar de la enfermedad de que todo es siempre lo mismo y que nuestra vida no tiene solución. Es necesario una gran dosis de humildad para reconocerse cada día sanado y salvado por el Señor y cantar sus grandezas mientras vamos de camino.
    Por último la confianza de quien se descubre amado en su pobreza y salvado en su miseria. Aquellos leprosos se habían instalado en la queja y en el pesimismo. Incluso a lo mejor pensaban que no estaban tan mal. Los hay peores. Dios hizo el milagro y les falto el valor para reconocerlo. En el fondo curados seguían viviendo como leprosos por no confiar en las maravillas del Señor.

    + Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres

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