TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 26 de diciembre de 2015

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 27 DE DICIEMBRE, SOLEMNIDAD DE LA SAGRADA FAMILIA

«… ¿POR QUÉ ME BUSCABAIS? »

Lc. 2, 41-52
      Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
     Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
     Él les contestó: « ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
     Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Otras Lecturas: 1Samuel 1,20-22.24-28; Salmo 83; 1Juan 3,1-2.21-24

LECTIO:
     Después de celebrar la Navidad, en este primer domingo la liturgia nos propone alejarnos un poco del pesebre y contemplar más el conjunto, la Sagrada Familia.
     Lucas presenta a la Sagrada Familia como una familia piadosa que peregrina año a año para celebrar las fiestas de Pascua en el lugar más santo de Israel, Jerusalén. A los doce años, (esa era la edad aproximada de pasar de la niñez a la edad adulta) Jesús decide quedarse en Jerusalén sin que sus padres supieran. Se muestra a Jesús dando más importancia al Padre que a “sus padres”, Jesús que va decidiendo su camino y “la casa del Padre” toma una relevancia especial. En el diálogo de Jesús con sus padres, se nota por un lado la preocupación de ellos y por otro, se muestra la búsqueda de Jesús y su incomprensión por la preocupación de sus padres.
     Los padres, ambos dóciles a la voluntad de Dios, como lo ha expresado en los capítulos anteriores, se quedan sin entender (v.50) y siguen con Jesús su camino a Nazaret. Esto nos muestra que en el camino de seguimiento al Señor, no siempre se da una comprensión de todo lo que sucede y lo que el Señor va haciendo. El Señor no llamó y dijo: “vengan y entiéndanme”, sino “vengan y síganme”.
     “Su madre guardaba todo esto en su corazón” (v.51), esta es la actitud de María, la mujer fiel, que aunque no entiende, guarda todo en su corazón con la velada esperanza de poder entrar más en el misterio y seguir respondiendo con docilidad a la propuesta misteriosa que Dios Padre le hace.
     El incidente termina bien: “Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres”.

MEDITATIO:
     El evangelio nos muestra el reflejo de una situación muy cotidiana para nosotros. Los padres se sorprenden de los alcances de sus hijos. María y José veían en Jesús un niño indefenso y que requería todavía de sus cuidados paternales, pero la sorpresa es ver que ya es un adolescente, que sabe tomar sus propias decisiones y tiene claro su razón de ser en el mundo.
 “¿Por qué me buscabais?”

     La invitación que nos trae el evangelio hoy es a vivir con calma nuestra juventud, época de reafirmación y camino a la madurez, en una actitud de misericordia con nuestros padres, ante la sorpresa de ellos al ver nuestros avances; pero, igualmente, en apertura total a la voluntad de Dios Padre que nos invita a seguir a Jesús.
     San Juan Pablo II nos habla de este momento en la vida de la Sagrada Familia de la siguiente manera: “Queridos jóvenes: Miren a Jesús en su vida oculta de Nazaret. A Jesús, que fue joven como ustedes, hizo suya también su edad, y, por lo mismo, la insertó en el gran plan de la redención y de la salvación. Todo lo que el Verbo divino, al encarnarse, asumió de nuestra condición humana, adquiere, en Él y por medio de Él, un valor maravilloso, un significado salvífico con miras a la vida eterna. El Hijo de Dios quiso hacer suyo nuestro camino humano, nuestra historia, nuestro crecimiento humano, físico y espiritual en el seno de su familia como nos dice Lucas"Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia" (Lucas 2, 52); "iba creciendo y su carácter se afianzaba" (Lucas 1, 80). Crecía en su maduración humana, en los afectos familiares, y en la preparación a su misión. ¡Preciosos momentos de la vida del Salvador! Las grandes misiones en servicio del hombre no se improvisan, sino que exigen una larga preparación, en el silencio de una laboriosidad tenaz y perseverante. Así fue para el joven Jesús. Así debe ser también para ustedes, queridos jóvenes, si quieren preparar un futuro luminoso y sereno, constructivo y fecundo para ustedes y para la sociedad de mañana. Su porvenir será el que quieran y hayan preparado en estos años preciosos de su juventud. El futuro les pertenece en la medida en que sepan despojarse de las tentaciones del mal y afirmar la personalidad adhiriéndose a lo que es verdadero, a lo que es justo, a lo que es bien.”

“…bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.”

 ¿Participo de la vida de mi parroquia en compañía de mi familia? ¿Demuestro agradecimiento a mis padres por sus cuidados y preocupación por mí?
 ¿Pido a Jesús el don de crecer saludablemente al igual que él: en sabiduría, gracia y cuerpo? ¿Estoy disponible a realizar en mi vida la voluntad de Dios?

ORATIO:
     Te rogamos que las familias cristianas no se cierren en sí mismas, en su aislamiento egoísta o en su orgullo herido, sino que todas estén abiertas al interés por los problemas de todos, sean animosas en ofrecer su colaboración para resolverlos en sentido evangélico.

Gracias, Jesús, por mis padres,
pues a través de ellos me llamaste a la vida,
Gracias, porque veo en sus ojos preocupados tu gran amor por mí...

     Señor y Padre de todos los hombres, el apóstol Pablo ha enseñado a los cristianos a vivir la vida familiar «en el Señor »: nosotros te pedimos que la persona de Jesús sea el hilo de oro que una toda nuestra familia cristiana.

CONTEMPLATIO:
     La casa de Nazaret es la escuela donde se ha empezado a conocer la vida de Jesús, esto es, la escuela del evangelio. Aquí se aprende a observar, a escuchar, a meditar a penetrar el significado tan profundo y tan misterioso de esta manifestación del Hijo de Dios, tan simple, humilde y bella.
     Jesús, María, José, la santa familia de Nazaret, son el centro del designio salvífico de Dios, el centro de la Nueva Alianza. Pertenecen a la plenitud de los tiempos. En esta familia de Jesús, donde se refleja admirablemente la vida de comunión, de amor de la Trinidad divina, los hombres reanudan el diálogo primitivo con Dios, retoman la armonía conyugal y familiar y de hermandad.

¡Oh Casa de Nazaret, casa del Hijo del Carpintero! Aquí, sobre todo, deseamos comprender y celebrar la ley, severa cierto, pero redentora de la fatiga humana; aquí deseamos comprender y ennoblecer la dignidad del trabajo de modo que sea entendida por todos (Pablo VI).

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