TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 19 de diciembre de 2015

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 20 DE DICIEMBRE, 4º DE ADVIENTO (Comentario de + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo)

«…BENDITO EL FRUTO DE TU VIENTRE »
Lc. 1,39-45    
            En aquellos días, María se puso en camino y fue de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo  y, levantando la voz, exclamó:
       «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
       Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Otras Lecturas: Miqueas 5, 1-4a; Salmo 79; Hebreos 10,5-10

LECTIO:
                Esta escena del evangelio  es el pórtico a la celebración del Misterio de la Natividad del Señor. Hoy la protagonista es ella, la madre de Jesús, María.
       “En aquellos días” María ya había recibido la visita del ángel Gabriel, “en aquellos días” María ya sabía que Dios la había elegido para ser la madre del Salvador. El que María estuviera viviendo unos días tan absolutamente especiales no le impidieron olvidarse de sí misma y pensar en los demás. María, en aquellos días”, tuvo noticias de que su prima Isabel había concebido un niño.
       No lo pensó dos veces, se puso en camino y fue aprisa”. Cuando se trata de servir a los demás no hay que perder mucho tiempo en pensar si será adecuado, si acogerán bien nuestro servicio… María actúa con determinación.
       El camino que tuvo que hacer María no fue nada fácil. Cuando llega a su destino se produce el encuentro con Isabel y Zacarías. La sorpresa de Isabel ante esta visita manifiesta la sorpresa humana que se produce cuando nos sentimos visitados por Dios. Alguna vez es posible que hayamos pensado como Isabel: Señor, pero si soy tan poca cosa, ¿cómo te vas a fijar en mí?
       ¿Por qué María actuó así? María ha actuado así porque es una mujer de fe. Es una mujer que se ha fiado absolutamente de Dios. Y el que se fía, el que cree, lleva la alegría consigo: “dichosa tú”.
     Y la profunda fe junto con la alegría te lleva a darte, a entregarte a los demás, como hizo María, mujer admirable de quien tenemos tanto que aprender.

MEDITATIO:
     En el modo como María se comporta con la Palabra de Dios, Lucas ve la actitud que hemos de tener al entrar en contacto con la Palabra: acogerla, encarnarla, interiorizarla, rumiarla, hacerla nacer y crecer, dejarse plasmar por ella, aunque, a veces, no entendamos y nos haga sufrir. ¿Es así como tú la acoges, son estas tus actitudes?
   Lucas pone el acento en la prontitud de María para responder a las exigencias de la Palabra de Dios. El ángel le anuncia… Ella se pone en camino, sale de casa para ayudar a una persona que tiene necesidad. María recibe la Palabra y la pone en práctica. ¿Es así tu respuesta ante las necesidad de los demás? ¿Qué tienes que aprender?
“Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá”.
     Este es el mensaje: creer en la Palabra de Dios que tiene la fuerza de realizar lo que nos dice. Es la Palabra que crea, que genera vida.
¿Crees, en verdad, en la Palabra de Dios? ¿Tú palabra crea y genera vida?
     María comienza proclamando el cambio realizado en su vida bajo la mirada misericordiosa de Dios. Por eso, canta feliz:
“Proclama mi alma la grandeza del Señor…
¿Alabas y agradeces a Dios todo lo bueno que hace y pone en ti? ¿Eres capaz de reconocer y alabar lo bueno de las personas que te rodean?      
                                                                                                                                                           
ORATIO:
     Has salido a mi encuentro, Señor Jesús, y me has concedido la gracia de conocerte. Llevado por la Iglesia, como por María tu madre, me has visitado y me has dado la fe. Gracias, Señor.

Quiero proclamar tu fuerza y tu poder,
todo lo que has hecho en María y en mí.
Elijes lo pobre y lo sencillo:
para construir tus planes infinitos.

   «Mi alma glorifica al Señor»: mientras vamos preparándonos a celebrar tu nacimiento, concédenos reconocernos todos en las palabras de María, contar lo que el Padre sigue haciendo hoy con los humildes que le temen.

CONTEMPLATIO:
     María, “la madre de mi Señor” Para los seguidores de Jesús, María es, antes que nada, la Madre de nuestro Señor. Éste es el punto de partida de toda su grandeza. Ella nos ofrece a Jesús.
     María, la creyente. María es grande por haber acogido con fe la llamada de Dios a ser Madre del Salvador. Ha sabido escuchar a Dios; ha guardado su Palabra dentro de su corazón; la ha meditado; la ha puesto en práctica cumpliendo fielmente su vocación.
    María, la evangelizadora. María ofrece a todos la salvación de Dios que ha acogido en su propio Hijo. Ésa es su gran misión y servicio. María evangeliza porque allá a donde va lleva consigo la persona de Jesús y su Espíritu. Esto es lo esencial del acto evangelizador.
    María, portadora de alegría. El saludo de María contagia la alegría que brota de su Hijo Jesús. Ella ha sido la primera en escuchar la invitación de Dios: “Alégrate… el Señor está contigo”. Ahora, desde una actitud de servicio, ayuda a quienes la necesitan.

    María irradia la Buena Noticia de Jesús, el Cristo, al que siempre lleva consigo. Ella es para la Iglesia el mejor modelo de una evangelización gozosa.

1 comentario:

  1. Nos vamos acercando al verdadero Acontecimiento que ha marcado la historia de los hombres, ese día en el que Dios dejó de enviarnos más mensajeros para hacerse Él mismo mensaje y mensajero a la vez. Portador y portavoz de un proyecto amoroso por el que volvía a estrenar el ensueño truncado y fallido por el mal uso de la libertad de los hombres. Eso fue la pascua de su Natividad, gozne verdadero entre la pascua de la Creación y la pascua de la Resurrección.
    Pero en este cuarto domingo de Adviento, escala última antes de Navidad, se nos presenta a María como contrapunto de obediencia y fidelidad. Hay formas de “respetar” a Dios, que en el fondo son maneras elegantes de tenerle bajo control para que no influya ni modifique nuestra vida real. Era la pretensión del rey Acaz: no quería “tentar” a Dios, ni importunarle, dejándole donde estaba en su nimbo de nubes y en sus divinas la¬bores. Pero el profeta no aplaudirá este respeto que en el fondo desprecia, esta veneración que termina ignorando. También a nosotros se nos ha anunciado esta Buena noticia prome¬tida: Dios sin dejar de ser el Altísimo, será un Dios-con-nosotros, un Dios que ha querido acam¬parse en nuestro suelo, hablar nuestro lenguaje, sufrir en nuestros do¬lores y brindar en nuestros gozos.
    Si fuera Dios pero no estuviese con noso¬tros, sería una divinidad lejana, opresora o inútil. Si estuviera con-nosotros pero no fuese Dios, estaríamos ante alguien bondadoso, mas incapaz de acceder a los entresijos de nuestro corazón y de nuestra his¬toria, en donde nuestra felicidad se hace o se deshace. Él es Dios y con-nosotros para que nosotros estemos con Él y con cuantos Él ama, para que podamos estar hasta con nosotros mismos, sin censura acalladora y sin traición reductora de cuanto nos constituye. En este horizonte aparece María, como alguien que se fió de Dios, que le dejó ser Dios (tremendo misterio de nuestra libertad humana y de la condescendencia divina), consintiendo que su Palabra eterna se hiciera biográfica en la entraña de su historia de mujer creyente. María co-protagonizó el primer Adviento y recibió la misión al pie de la cruz de co-protagonizar todos los Advientos desde su intercesión maternal hacia los hermanos de su Hijo.
    Debemos descubrir que jamás molestamos a un Dios que ha querido amarnos hasta ser-estar con nosotros. Y pedimos que nos conceda tratarnos entre nosotros como somos tratados por Él: que acogiendo y contemplando al Dios-con-nosotros, podamos a nuestra vez ser también hermanos-entre-hermanos.
    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Obispo de Oviedo

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