TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

viernes, 31 de julio de 2015

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 2 DE AGOSTO, 18º DEL TIEMPO ORDINARIO

« YO SOY EL PAN DE VIDA… »
Jn.6. 24-35
     En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo has venido aquí?” Jesús contesto: “Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.” Ellos le preguntaron: “Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?” Respondió Jesús: “La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.” Le replicaron: “¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Les dio a comer pan del cielo.”” Jesús les replicó: “Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.” Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de este pan.” Jesús les contestó: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed”.

Otras Lecturas: Éxodo 16, 2-4.12-15; Salmo 77; Efesios 4, 17.20-24

LECTIO:
     La gran multitud sigue a Jesús, y lo hace de la forma que puede, sin importar el esfuerzo que ello conlleve. Pero no se busca a Jesús por Jesús mismo, sino lo material por encima de lo espiritual que permanece. Recordemos el signo milagroso de la multiplicación de los panes, este suceso había ocurrido solo pocas horas atrás, y los protagonistas eran en la mayoría estos mismos que se acercan y lo “buscan.
     Jesús les hace notar el interés que los embarga y moviliza; “ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse”. Ellos seguían buscando signos para creer. Jesús les reprocha su actitud, y los exhorta a buscar y trabajar no por el alimento perecedero, sino por el que permanece para la vida eterna. Este pan, es el que dará el Hijo del Hombre, Jesús no se llama a sí mismo Hijo de Dios, como sí lo hizo Pedro, y otros en las escrituras, sino que a través de esta designación muestra su abajamiento, y humildad.
     Entonces el Pan de Vida, lo dará el Hijo de Hombre; Jesús, que fue marcado por el Padre. Marcar es poner signo propio, para que una cosa no se confunda con otras. Se marca algo para reconocerlo, para destacarlo sobre lo demás. Dios Padre marca a Jesús para compartir con él su naturaleza y atributos divinos.
     Creer en aquel que el Padre ha enviado, de eso se trata la obra de Dios. Esta es la respuesta de Jesús a quienes lo seguían. Jesús no les dice directamente que se trata de creer en él, ni tampoco les dice que él mismo es el Hijo de Dios, sino que se pone en el lugar de enviado del Padre, para ser reconocido como tal. Ante esta respuesta, piden aún más signos, precisan ver para creer.
     No bastan los panes multiplicados, ni sus palabras, signos, y gestos. Hasta tienen el atrevimiento de preguntarle qué obra realiza y menospreciándolo le recuerdan el maná que sus antepasados comieron en el desierto.
     No es Moisés quien le dio el pan venido del cielo al pueblo, sino que es Dios, el Padre, quien lo da. Jesús es el maná que permanece, que el Señor hizo llover del cielo como alimento de los hombres. Porque Cristo, descendió por todos los hombres y hasta el lugar concreto de cada hombre, y de esta forma atrae a todos hacia sí por su gran amor. Este desciende del cielo, y da vida al mundo. No solo al pueblo judío, sino a todo el mundo. Ya no se habla de alimento sino de vida, es decir lo da todo, invita al hombre a la plenitud. Ellos le responden “danos siempre de ese pan”.
     Jesús es el Pan de Vida que cura las enfermedades, alivia los dolores, anima en los esfuerzos y sacrificios, y fortalece la esperanza. Dice la Palabra que quien se acerca a él, nunca tendrá hambre. A lo que podemos agregar que nunca tendrán hambre, pero que siempre estarán deseosos de saborear, y saciarse un poco más de la inmensidad del amor de Dios.

MEDITATIO:
     Jesús descubre las intenciones de la multitud que le busca. Quedaron saciados con el pan y los peces multiplicados milagrosamente. Y seguían buscando a Jesús, porque les aseguraba el alimento corporal gratuitamente, sin esfuerzo propio.
¿Busco al Señor cada día, para acercarme y encontrarme con Él? ¿Me mueven otros intereses a la hora de buscarlo? ¿Hay en mí comportamientos similares de la multitud que buscaba al Señor por los signos, y el alimento material? ¿Busco ver, para poder creer?
     Jesús pretende rectificar aquellas razones por las cuales la gente le buscaba. Y les anima a buscar el alimento que dura y que da la vida verdadera.
¿Qué pan busco, el que perece o el que da vida? ¿Cuáles son esos panes perecederos terrenales que me atan? ¿Cuál es mi experiencia personal con el Pan de Vida; Jesús?
     Jesús intenta motivar a la gente, para que siga en la búsqueda del verdadero alimento, superando sus ansias de saciarse con un pan que no da la vida. El maná alimentó a sus antepasados sólo corporalmente, ya que, al fin, murieron. El Pan que da Jesús es el alimento total, que da la vida eterna.
¿Me pregunto qué significa creer en Jesús, en esta obra de Dios? ¿Entiendo que creer, requiere de mí una respuesta activa, poniendo mi vida al servicio de Dios, configurándome su discípulo?
¿Suelo tener la tentación de sentirme “cómodo” en mi vida espiritual, y quedarme allí sin buscar un poco más? ¿Comprendo que solo el Señor sacia mi “hambre y sed”?

ORATIO:
     Jesús, como esa gente de la que habla el evangelio, vengo a tu encuentro, quiero hablar contigo y escuchar tus palabras; no busco ningún interés personal, lo único que te pido es que me llenes de ti y me hagas experimentar tu amor para poder corresponderte.
     Tú eres el pan vivo, Señor de la Vida…
Para que seamos fuertes en la esperanza,
¡Señor, danos siempre de tu pan!

     Jesús, aumenta mi fe. Para que anhele y desee la Vida que Tú me ofreces constantemente y que la Iglesia celebra y nos entrega para saciar nuestra hambre y nuestra sed.
     Jesús, que entendamos que en Ti está la Vida auténtica. Haz que los fieles y los sacerdotes nos esmeremos en hacer crecer a los cristianos en su fe, para que tengan apetito del verdadero Pan de la Palabra y de la Eucaristía.

CONTEMPLATIO:
Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre;
     Jesús sigue ofreciéndose a sí mismo, como el alimento que nos va a llenar y saciar todas nuestras apetencias y deseos.
A ti mismo, que buscas saciar tu hambre y tu sed en fuentes que no te satisfacen.
 “La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.”

     Haz, oh Señor, que no desista nunca de ser un hombre bien arraigado en la realidad y, al mismo tiempo, abierto también a tu Realidad, a ti, que puedes sorprenderme y venir a mi encuentro en cualquier momento; a ti, que puedes dar la vuelta en un instante a la marcha normal de las cosas, para plantearme la pregunta radical sobre en qué pongo mi confianza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario