«…COMO OVEJAS SIN PASTOR»
Mc. 3.30-34
En aquel
tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que
habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto
a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían,
que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar
desierto.
Muchos los vieron marcharse y los
reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel
sitio y se les adelantaron.
Al desembarcar, Jesús vio una multitud y
se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se
puso a enseñarles muchas cosas.
Otras Lecturas: Jeremías 23, 1-6; Salmo 22; Efesios
2, 13-18
LECTIO:
Los
apóstoles vuelven de la misión. Se reúnen con Jesús y le cuentan todo lo que
han hecho y enseñado. Los apóstoles no han caído en la tentación de pensar que
han triunfado en la misión por sus palabras serenas y sus gestos certeros.
Jesús
acoge a los suyos y les invita a ir a un sitio retirado y tranquilo,
para descansar un poco. Efectivamente, la misión no es fácil y por eso es imprescindible para el apóstol el descanso.
A la misión los apóstoles
han ido enviados por Jesús, también en su tiempo de descanso Jesús va a estar
con ellos. Esta escena es reflejo de
nuestra vida como cristianos: en la misión actuar siempre en el nombre del
Señor, luego, en el descanso, en nuestra vida de oración acudir siempre a estar
con Él. A descansar con Jesús.
Suben a una barca,
con la intención de buscar un lugar tranquilo y solitario. La gente que les acompañaba era
numerosa e impedía encontrar el reposo deseado.
Cuando llegan a la otra orilla del lago,
ya estaba la multitud esperándoles, pues les habían visto embarcar y
corrieron para encontrarles. Necesitaban
a Jesús. Necesitaban su palabra y su consuelo.
De esta multitud anónima tenemos que aprender, que tuvieron
que superar algunas dificultades (por lo menos físicas) para llegar hasta
Jesús. El evangelio describe qué cuando la barca tocó tierra: Jesús siente
entrañablemente a la gente, siente sus necesidades, se dedico a ellos con calma
y se puso a enseñarles.
El
tiempo de descanso se convirtió en tiempo también para amar al prójimo. Era más urgente
pensar en esa multitud desorientada que en el propio descanso físico. Otra
lección que recibieron los apóstoles, entregarse al otro antes que a uno mismo.
También para el tiempo de descanso, Jesús nos enseña que se
puede aprovechar para hacer el bien en su nombre. ¿Tendrá esto algo que ver con las vacaciones de verano que estamos
viviendo o tenemos tan próximas?
MEDITATIO:
Jesús quiere retirarse a un lugar
solitario para descansar con sus discípulos; pero al desembarcar ve al gentío y
se “compadece” de ellos. La
compasión es el motor de la actividad de Jesús.
¿Son estos también tus sentimientos?
■ Pidamos
al Señor que nos conceda tener los sentimientos que animaban su vida: la
misericordia entrañable hacia los que sufren y lo pasan mal y también la
sabiduría para poner remedio a esas situaciones.
■ El
descanso de las tareas consiste en estar
con Jesús, disfrutando de su intimidad. En el tiempo de descanso, ¿tenemos la
misma compasión y la misma solicitud del Maestro por las personas que tienes
cerca, están desorientadas, necesitadas…?
Jesús hoy nos invita a que
nos dejemos conducir a su intimidad. Necesitamos descansar de tanto
materialismo, de tanto ajetreo… necesitamos dialogar con Él, contarle nuestras
cosas en oración reposada. Necesitamos
compartir sus intereses: la salvación de los hombres, un mundo
más justo, los pobres…
ORATIO:
Señor, te agradezco porque me has elegido
para ser tu apóstol, al servicio de la Buena Noticia del Reino. Pero, al mismo tiempo,
siento mi pequeñez y desánimo para acometer esta empresa con todo entusiasmo y
entrega.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas…
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida…
Ten compasión de mí, Jesús, y haz que yo
pueda responder a tu llamada como lo hicieron tus discípulos primeros.
CONTEMPLATIO:
“Al desembarcar, Jesús vio
la multitud…”
Su corazón intuye la desorientación en que
se encuentran los campesinos de aquellas aldeas. Hemos de aprender a mirar a la
gente como la miraba Jesús: captando el sufrimiento, la soledad, el
desconcierto o el abandono que sufren muchos.
“se pone a enseñarles con
calma”
Movido por la compasión, Jesús “se pone a
enseñarles con calma”. Sin prisas, se dedica pacientemente a enseñarles la
Buena Noticia de Dios y su proyecto humanizador. No podemos permanecer indiferentes ante la
necesidad de tanta gente.
El descanso veraniego ha de ser un periodo
de recuperación y una oportunidad para revisar nuestra vida, reconocer nuestras
equivocaciones… y aprender a vivir de otra manera. Es escuchar también hoy la
invitación de Jesús a sus discípulos:
“Venid a un sitio tranquilo
a descansar.”
Al regreso de aquella correría apostólica, los discípulos debieron volver tan cansados como pletóricos de alegría. Eran muchas las cosas que habían dicho y hecho “en Nombre de Jesús”, sabiéndose enviados por él. Pero estaban cansados. Jesús los tomó aparte y dirá a aquellos que le seguían más de cerca: “venid un poco aparte, a un lugar solitario, y descansad un poco”.
ResponderEliminarNo es sólo un momento de relax el que les propone Jesús, sino un descanso con Él. Por eso se los lleva un poco aparte, aún a costa de no atender en el entretanto a toda la muchedumbre que andaba de acá para allá. Ellos tendrían necesidad de contarle al Maestro tantas cosas, y éste, a su vez, querría conocer qué tipo de resonancia o reacción había producido en ellos esta primera salida misionera. Para poder luego seguir subiendo hacia Jerusalén, era imprescindible pararse con el Señor a solas, gustando lo único que es necesario, como el mismo Jesús explicará a Marta en el célebre diálogo en su casa de Betania.
Porque si el discípulo habla sin haber escuchado antes la Palabra necesaria, y si actúa sin haber contemplado previamente la Presencia imprescindible, corre el riesgo de convertirse en jaleador de sus inventos, en vendedor de sus ideas, en urgidor de sus prisas, en imponedor de sus visiones, sea cual sea la clave ideológica desde la que lo haga; si la misión del evangelizador cristiano no nace de otra Palabra escuchada y de otra Presencia acogida, se arriesga a no ser una misión cristiana.
Y en este Evangelio, como siempre en la historia cristiana, cuando de verdad se ha descansado con Jesús bebiendo en las fuentes de su Palabra y su Presencia, entonces Él no retiene ni se queda privadamente con los que más de cerca le seguían. No ha actuado así el Señor jamás, sino todo lo contrario: “cuando llegaron a la otra orilla, se conmovió por la gente que andando había ido a esperarlos, porque eran como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarlos”.
Este es el gesto de Jesús y el gesto de sus discípulos: Pedro, ¿me amas? Pues apacienta mis ovejas (Jn 21). Siempre así. Apacentar las ovejas de Cristo, curar sus heridas, vendar sus quebrantos, consolar sus pesares e infundir la esperanza, pero no antes de haber amado al mismo Cristo. No son rivales Dios y los hombres. Son dos amores fundidos aunque no confundidos, diversos pero inseparables. Toda una lección y todo un programa para quienes por compromiso con nuestro bautismo hemos de evangelizar, descansando junto a Jesús y conmoviéndonos por los hermanos.
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo