PROPUESTAS PARA MEJORAR EL REZO DEL SANTO
ROSARIO
El ‘rosario’: “Instrumento tradicional para rezarlo es el rosario. (...) Lo
primero que debe tenerse presente es que el rosario está centrado en el Crucifijo, que abre y cierra el proceso
mismo de la oración. En Cristo se centra la vida y la oración de los creyentes. Todo
parte de Él, todo tiende hacia Él, todo, a través de Él, en el Espíritu Santo,
llega al Padre.”
1ª Inicio adecuado:
“En la práctica corriente, hay varios
modos de comenzar el Rosario, según los diversos contextos eclesiales. En
algunas regiones se suele iniciar con la invocación del Salmo 69 (...); en
otras, se comienza recitando el Credo, como haciendo de la profesión de fe el fundamento
del camino contemplativo que se emprende. Éstos y otros modos similares, en la
medida que disponen el ánimo para la
contemplación, son usos igualmente legítimos.”
2ª Enunciado del misterio:
“Enunciar el misterio, y tener tal vez la
oportunidad de contemplar al mismo tiempo una imagen que lo represente, es como abrir un escenario en el cual concentrar la atención. Las palabras conducen la imaginación
y el espíritu a aquel determinado episodio o momento de la vida de Cristo.”
3ª Escucha de la Palabra de Dios:
“Para dar fundamento bíblico y mayor
profundidad a la meditación, es útil que al enunciado del misterio siga la proclamación del pasaje bíblico correspondiente. (...) No se trata de
recordar una información, sino de dejar ‘hablar’ a Dios. En alguna ocasión solemne
y comunitaria, esta palabra se puede ilustrar con algún breve comentario.”
4ª El silencio:
“La escucha y la meditación se alimentan
del silencio. Es conveniente que, después de enunciar el
misterio y proclamar la Palabra, esperemos unos momentos
antes de iniciar la oración vocal, para fijar la atención sobre el misterio meditado. El
redescubrimiento del valor del silencio es uno de los secretos para la práctica
de la contemplación y la meditación.”
5ª El «Padrenuestro»:
“Es natural que el ánimo se eleve al
Padre. Jesús, en cada uno de sus misterios, nos...
quiere introducir en la intimidad del Padre para que digamos con Él: «¡Abba, Padre!». (...)
El «Padrenuestro», puesto como fundamento de la meditación cristológico-mariana
que se desarrolla mediante la repetición del Ave Maria, hace que la meditación
del misterio, aun cuando se tenga en soledad, sea una experiencia eclesial.”
6ª Rezo pausado del «Ave María»:
“A la luz del Ave María, bien entendida,
es donde se nota con claridad que el carácter mariano no se opone al
cristológico, sino que más bien lo subraya y lo exalta. (...) El centro del Ave
María, casi como engarce entre la primera y la segunda parte, es el nombre de Jesús.
A veces, en el rezo apresurado, no se percibe este aspecto central y tampoco la
relación con el misterio de Cristo que se está contemplando.”
7ª Rezo adecuado del «Gloria»:
“La doxología
trinitaria es la meta de la contemplación cristiana. En efecto, Cristo es el
camino que nos conduce al Padre en el Espíritu.(...) Es importante que el
Gloria, culmen de la contemplación, sea bien resaltado en el Rosario.”
8ª Considerar una jaculatoria final:
“(...) parece oportuno señalar que la
contemplación de los misterios puede expresar mejor toda su fecundidad si se
procura que cada misterio concluya con una oración dirigida a alcanzar los
frutos específicos de la meditación del misterio. De este modo, el Rosario puede
expresar con mayor eficacia su relación con la vida cristiana.”
9ª Conclusión adecuada:
“La plegaria se concluye rezando por las intenciones del Papa, para elevar la mirada de
quien reza hacia el vasto horizonte de las necesidades eclesiales.”
10ª Las Letanías lauretanas y la Salve:
“Es como coronar un camino interior, que
ha llevado al fiel al contacto vivo con el misterio de Cristo y de su Madre
Santísima.”
San Juan Pablo, pp II
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