TIEMPO LITÚRGICO

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domingo, 17 de mayo de 2015

LA EUCARISTÍA, VÍNCULO DE PAZ Y DE UNIDAD
Del Breve «Providentíssimus» del papa León XIII,por el que proclamó a San Pascual Bailón patrono especial de las Asociaciones y Congresos Eucarísticos (28-XI-1897)

          Para animar a los católicos a profesar valientemente su fe y a practicar las virtudes cristianas, ningún medio es más eficaz que el que consiste en alimentar y aumentar la piedad del pueblo hacia aquella admirable prenda de amor, lazo de paz y de unidad, que es el sacramento de la eucaristía.
       Ahora bien, entre aquellos cuya piedad para con este sublime misterio de la fe se manifestó al parecer con más vívido fervor, Pascual Bailón ocupa el primer lugar. Dotado por naturaleza de muy delicada afición a las cosas celestiales, después de haber pasado santamente la juventud en la guarda de su rebaño, abrazó una vida más severa en la Orden de Frailes Menores de la estricta observancia, y mereció por sus meditaciones sobre el convite eucarístico adquirir la ciencia relativa a él; hasta el punto de que aquel hombre, desprovisto de nociones y aptitudes literarias, resultó capaz de responder a preguntas sobre las más difíciles materias de fe y hasta de escribir libros piadosos. Pública y abiertamente profesó la verdad de la eucaristía entre los herejes, y por ello tuvo que pasar por graves pruebas. Émulo del mártir Tarsicio, fue varias veces amenazado con la muerte.

     Creemos, pues, que las asociaciones eucarísticas no pueden ser confiadas a mejor patronazgo. Llenos de confianza, hacemos votos porque los ejemplos de este santo den por fruto el aumento de aquellos que, en el pueblo cristiano, dirigen cada día su celo, sus intenciones y su amor a Cristo Salvador, principio el más alto y el más augusto de toda salvación.
     SAN PASCUAL BAILÓN. Nació en Torrehermosa (Zaragoza) el 16 de mayo del año 1540, Hijo de humildes campesinos, Martin Bailón e Isabel Yubero, el segundo de seis hermanos. Le llamaron Pascual porque nació en la vigilia de Pentecostés. De joven, por su oficio de pastor asalariado, recorrió tierras de Aragón y del Levante español (Desde los 7 años hasta los 24, fue pastor de ovejas).
     Tal era su amor a la Eucaristía que el dueño del rebaño decía que el mejor regalo que le podía ofrecer al niño era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa.
     Desde el campo donde pastoreaba alcanzaba a ver el campanario de la iglesia del pueblo. En esos tiempos se acostumbraba que al elevar el sacerdote la Sagrada Hostia en la Misa, se diera un toque de campanas. Cuando Pascual oía la campana, se arrodillaba, mirando hacia el templo, para adorar desde lejos al Santísimo Sacramento. Un día, mientras el sacerdote consagraba, otros pastores le oyeron gritar: "¡Ahí viene!, ¡allí está!". Cayó de rodillas. Había visto a Jesús venir en aquel momento.  Se le apareció el Señor en varias ocasiones en forma de viril o de estrella luminosa.
     Desde niño hacía duras penitencias, como andar descalzo por caminos pedregosos. Cuando alguna oveja pasaba al potrero del vecino, pagaba a este de su escaso salario por el pasto que la oveja se había comido.
     Para adelantar en sus aspiraciones espirituales, en 1564 (alrededor de los 28) ingresó en la Orden de San Francisco, vistiendo en Elche (Alicante) el hábito franciscano entre los alcantarinos. Era de origen humilde y con pocos estudios (el único libro que leía era el devocionario, el cual llevaba siempre mientras pastoreaba sus ovejas y allí le encantaba leer especialmente las oraciones a Jesús Sacramentado y a la Santísima Virgen); en los conventos a que lo destinaron ejerció siempre con entrega y caridad los oficios que solían confiarse a los hermanos legos: limosnero, refitolero, portero, etc. Pero a la vez estaba lleno de los dones de consejo y de sabiduría, gracias a los cuales ayudó a sus contemporáneos con su ejemplo y sus palabras.
     Su gran especialidad fue siempre un amor inmenso a Jesús en la Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para estarse en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús Sacramentado. Por las noches pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Y por la madrugada, varias horas antes de que los demás religiosos llegaran a la capilla a orar, ya estaba allí el hermano Pascual adorando a Nuestro Señor. «Él pasaba todo el tiempo posible en adoración ante el Santísimo Sacramento… le hallaba después de maitines hasta la hora de las misas,… le sorprendía al anochecer; ¡estaba descansando de sus fatigas!...». (Fray Francisco Ximenez)
     Compuso varias oraciones muy hermosas al Santísimo Sacramento y el sabio Arzobispo San Luis de Rivera al leerlas exclamó admirado: «Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes».
     Sus superiores lo enviaron a Francia a llevar un mensaje. Tenía que atravesar caminos llenos de protestantes. Llegado a Francia, descalzo, con una túnica vieja y remendada, lo rodeó un grupo de protestantes y lo desafiaron a que les probara que Jesús sí está en la Eucaristía. Y Pascual que no había hecho estudios y apenas si sabía leer y escribir, habló de tal manera de la presencia de Jesús en la Eucaristía, que los demás no fueron capaces de contestarle. Lo único que hicieron fue apedrearlo.
     Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, entonces sí se sentía inspirado por el Espíritu Santo y hablaba muy hermosamente. Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar. Estando moribundo oyó una campana y preguntó: "¿De qué se trata?". "Es que están en la elevación en la Santa Misa". "¡Ah que hermoso momento!", y quedó muerto plácidamente.
     Murió en la fiesta de Pentecostés de 1592, el 17 de mayo (la Iglesia celebra tres pascuas: Navidad, Resurrección y Pentecostés. Pascua significa: paso de la esclavitud a la libertad). Y parece que el regalo que el Espíritu Santo le concedió fue su inmenso y constante amor por Jesús en la Eucaristía.
     Después durante su funeral, tenían el ataúd descubierto, y en el momento de la elevación de la Santa Hostia en la misa, los presentes vieron con admiración que abría y cerraba por dos veces sus ojos. Hasta su cadáver quería adorar a Cristo en la Eucaristía. Los que lo querían ver eran tantos, que su cadáver lo tuvieron expuesto a la veneración del público por tres días seguidos.    Hizo muchos milagros después de su muerte.
  Beatificado el 29 de Octubre de 1618 por el Papa Pablo V y Canonizado el 16 de Octubre de 1690 por el Papa Alejandro VIII.
Oración:
     Oh Dios, que otorgaste a San Pascual Bailón un amor extraordinario a los misterios del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, concédenos la gracia de alcanzar las divinas riquezas que él alcanzó en este sagrado banquete que preparas a tus hijos.
     Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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