TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 22 de noviembre de 2014

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 23 DE NOVIEMBRE, 34º DEL TIEMPO ORDINARIO EN LA SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

VENID, BENDITOS DE MI PADRE
Mt. 25. 31-46
            En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
       Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.
       Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.
       Y el rey les dirá: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
       Entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.
       Entonces también estos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.
       Él les replicará: “En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”. Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

Otras Lecturas: Ezequiel 34,11-12 ss; Salmo 22; 1Corintios 15,20-26.28

LECTIO:
                El año litúrgico concluye con la fiesta de CRISTO REY, en la que se anuncia y revela el destino final de toda la humanidad, cuando todo será colocado bajo los pies de Cristo, siendo reconocido como Aquel que da sentido pleno a toda la historia.
        Esta fiesta nos coloca de lleno en el plan de la salvación del Padre, que adquirirá su plenitud en la recapitulación de toda la creación en Cristo. Cuando el proyecto del Padre se realice plenamente podremos ver en plenitud aquello que Él quiso y soñó desde siempre para la humanidad.
        La fiesta de Cristo Rey es el anuncio escatológico de lo que será el final de toda nuestra vida y de la historia humana, cuando en Cristo alcancemos la plenitud y en Él tengamos la vida eterna, teniéndolo como nuestro Dios y Señor, por quien y en quien adoraremos al Padre, viviendo en Él y por Él, participando de su gloria por toda la eternidad.
        En esta perspectiva la liturgia nos presenta la parábola del Juicio final, donde el Señor va a ejercer su señorío juzgando y dando a cada uno de acuerdo a sus buenas obras.
        Este texto nos muestra que el juicio será el tiempo donde cada uno recibirá del Padre de acuerdo con lo que haya sembrado, según como haya vivido,  pues al final nos examinaran del Amor.
        En el texto el evangelista pretende ayudarnos a darnos cuenta de esta realidad que irremediablemente experimentaremos y de la necesidad de estar preparados para que el Señor no nos encuentre  con las manos y el corazón vacíos de buenas obras.
        Además este pasaje nos hace tomar conciencia de que a Dios lo encontramos en el hermano, en los que tenemos cerca. Él está en todos y en cada uno de los que se cruzan por nuestro quehacer de cada día y  necesitan de nuestra ayuda, pasan hambre o sed, están enfermos…
        De ahí la necesidad de estar atentos y darnos cuenta que el Señor está a nuestro lado y aprovechar la gracia de tenerle junto a nosotros.

 MEDITATIO:                   
            Miremos nuestra vida y veamos cómo estamos asumiendo las enseñanzas de Jesús y hasta que punto podemos llamarnos discípulos suyos. ¿Estás aprendiendo a vivir desde el amor y para el amor? Toda la vida cristiana se centra en “dejarse amar y amar. Dios es Amor” Debemos amarnos porque Él nos amó primero.
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” ¿Qué te supone saber que Dios te tiene preparado, antes de tu nacer, un reino de paz, de justicia, de amor..? Los que son recibidos en el reino, son los que tuvieron amor y misericordia con el prójimo, ¿cómo son tus actitudes de amor y misericordia? ¿Cómo actúas para ser recibido en el reino?
“Conmigo lo hicisteis”, “tampoco lo hicisteis conmigo;”Señor, ¿Cuándo te vimos…? ¿Reconoces su presencia en los hermanos, sobre todo en los más débiles, los más pobres, en el que te molesta, te incordia…? ¿Te limitas a saber los datos  sobre la pobreza sin acercarte a la realidad de los que sufren? ¿Tienes gestos de solidaridad y amor concretos para los que sufren y pasan necesidad? ¿Y tu comunidad de fe, tu grupo, tu familia…?     
                                                                                                                                                                
ORATIO:
     Señor, llegamos al final de este año litúrgico donde Tú me has bendecido abundantemente. Gracias por tu obra redentora en mí. Soy tuyo desde siempre y quiero permanecer en tu Reino, quiero glorificarte en toda mi existencia, porque sólo Tú tienes palabras de vida eterna. Tú eres mi verdadero y único Rey. Enséñame a permanecer fiel, para que un día pueda cantar tu gloria en la asamblea de los santos
Señor, dame la gracia de verte presente en el que sufre y padece necesidad.
Tú que estás en los que sufren, hazme sensible ante el dolor ajeno…
Señor, que dé todo de mí para consolar, apoyar y acompañar a los que me rodean,
como Tú lo has hecho y sigues haciéndolo en medio de nosotros.

     Que nuestra oración sea un frecuente dar gracias porque el Señor nos anticipa cómo será el juicio y pidámosle el poder vivir de tal manera, que nos acepte en su Reino.

CONTEMPLATIO:
     Contempla como Jesús te invita a tener la misma actitud que Él tuvo: amarte hasta el  extremo de dar su vida por ti. ¿Eres consciente de que al final de la vida serás examinado del amor que hayas repartido?
“Venid vosotros, benditos de mi Padre”.
     Jesús espera que le sigas y busques hacer en tu vida su proyecto de amor, que vivas con el corazón puesto en Él, pero con la mirada puesta en los que te rodean, amando y sirviendo como Él lo ha hecho. Hoy, ahí donde estás, con las personas con las que te relacionas, el Señor te pregunta: ¿Quiénes son los que necesitan de tu ayuda?, ¿Qué ayuda necesitan?, ¿qué haces por ellos?, ¿qué estás dispuesto a hacer?
     El cristiano reacciona con toda su persona, tiempo y cualidades, ante el sufrimiento ajeno, para hacer todo lo que está de su parte por remediar las situaciones de dolor y marginación. Esta es la misericordia que, al final de la historia, atrae la bendición definitiva, la salvación total de Dios. ¿Te identificas con este cristiano?
«Al atardecer de la vida, te examinaran del amor»

1 comentario:

  1. Al término del año cristiano se nos presenta una solemni¬dad de Jesús que en¬marca el sentido de este domingo último: Cristo Rey del Universo. Herodes, al comienzo de la vida del Señor, y Pilato al final, cada uno desde sus intere¬ses, tuvie¬ron miedo de este Jesús Rey. Pero la realeza de Jesús no era una alternativa política-re¬ligiosa de nadie, ni traía su persona ninguna subversión con apariencia pia¬dosa y aden¬tros revolucionarios. Ni Pilato ni Herodes entendieron la realeza de Jesús, y por eso la persiguieron cada uno a su modo. Su realeza, se ha ido presentando y desgranando como un auténtico servicio: rei¬nar para servir. Por eso rechazará la propuesta de Satanás en la ten¬tación del poderío (Mt 4,8); o se marchará lejos huyendo al monte cuando la gente quería coronarle rey tras la multiplicación de los pones y los peces (Jn 6,15). Jesús se reco¬noce rey, pero de otra manera.
    El juicio final del que nos habla este Evangelio, en el cual estarán presentes todas las naciones ante el trono de la gloria del Hijo del Hombre, será precisamente el juicio de quien tanto ha amado a sus ovejas, como admirablemente di¬buja Ezequiel en la 1ª lec¬tura (Ez 34,11-16). Es la imagen del Buen Pastor que Jesús hará suya después (Jn 10,1-21). ¿Cómo temer el juicio de quien tanto nos amó.
    Pero este juicio misericordioso no sólo tendrá lugar solemnemente al final de los tiempos. Porque la vida nueva consiste en encontrar, y reconocer, y amar al Hijo de Dios para permanecer así en la luz y en la verdad. Esto es lo que nos dice la pa¬rábola de este Evangelio desde la estrecha vinculación que el rey-pastor Jesús hace de su persona con cada uno de los hombres, especialmente los más desfavorecidos.
    Por eso hemos de repetir otra vez que debemos vigilar sobre nuestra fe y nues¬tra vida cristiana, pero no al modo pagano: “por si acaso viene Dios y nos pilla” (actitud típica de quien sólo revisa y “pone al día” su cristianismo ante determinadas situaciones: boda, primera comunión de los hijos, una operación o cualquier otro peligro de muerte, etc.). Dios no es ese inevitable intruso en nuestra vida, del que se puede prescindir y al que se trata de esquinar. El juicio final está continuamente antici¬pado en lo cotidiano de nuestra vida. El cristianismo no puede zanjarse en un curso in¬tensivo, habiendo vivido descristiana-mente el resto de la vida. De la misma manera que cuanto decimos y hacemos por Jesús, tiene una verificación también cotidiana en el amor al prójimo: “os aseguro que cuanto hicisteis con uno de esos mis humildes herma¬nos, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40).

    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo

    ResponderEliminar