TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 6 de julio de 2014

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 6 DE JULIO, 14º DEL TIEMPO ORDINARIO

VENID A MÍ…
Mt. 11. 25-30
            En aquel tiempo exclamó Jesús: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.

Otras Lecturas: Zacarías 9,9-10; Salmo 144; Romanos 8,9.11-13.
                       
LECTIO:
       Un día Jesús sorprendió a todos dando gracias a Dios por su éxito con la gente sencilla de Galilea y por su fracaso entre los maestros de la ley, escribas y sacerdotes. «Te doy gracias, Padre... porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla». A Jesús se le ve contento. «Sí, Padre, así te ha parecido bien». Esa es la manera que tiene Dios de revelar sus «cosas».
     La gente sencilla e ignorante, los que no tienen acceso a grandes conocimientos, se abren a Dios con corazón limpio. Están dispuestos a dejarse enseñar por Jesús. El Padre les está revelando su amor a través de él. Entienden a Jesús como nadie.
     Sin embargo, los «sabios y entendidos» no entienden nada. Tienen su propia visión docta de Dios y de la religión. Creen saberlo todo. No aprenden nada nuevo de Jesús. Su visión cerrada y su corazón endurecido les impiden abrirse a la revelación del Padre a través de su Hijo.
     Jesús termina su oración, pero sigue pensando en la «gente sencilla». Viven oprimidos por los poderosos y no encuentran alivio en la religión del templo. Su vida es dura, y la doctrina que le ofrecen los «entendidos» la hacen todavía más dura y difícil. Jesús les hace tres llamadas.
     «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados». Es la primera llamada. Está dirigida a todos los que sienten la religión como un peso, los que viven agobiados por doctrinas que les impiden captar la alegría de la salvación. Si se encuentran vitalmente con Jesús, experimentarán un alivio inmediato: «Yo os aliviaré».
«Cargad con mi yugo... porque es llevadero y mi carga ligera». Es la segunda llamada. Hay que cambiar de yugo. Abandonar el de los «sabios y entendidos» pues no es llevadero, y cargar con el de Jesús, que hace la vida más llevadera. No porque Jesús exige menos. Exige más, pero de otra manera. Exige lo esencial: el amor que libera de lo que hace daño a las personas.
     «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón». Es la tercera llamada. Hay que aprender a cumplir la ley y vivir la religión con su espíritu. Jesús no «complica» la vida, la hace más simple y humilde. No oprime, libera para vivir de manera más digna y humana. Es un «descanso» encontrarse con él.

           MEDITATIO:                                                                                                                                                                                      El Padre se ha revelado a las personas dóciles y sensibles a la acción de Dios en su vida.
¿Eres consciente de que la revelación es un don, una gracia de Alguien que quiere que lo conozcas, pero que también necesita tu disposición y apertura para que Él haga su obra en ti?
     Siendo consciente de que el Señor se revela a los sencillos, a los humildes…
¿qué actitud tienes ante el Señor? ¿Ocupa el centro de tu vida, de tus intereses, de tus preocupaciones…? ¿Es la razón de todo lo que haces? Si tienes que optar entre tu fe y otros intereses, otras cosas, ¿cuál es tu opción?
     Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
¿Eres consciente de que vivir esto es necesario para que el Señor sea verdaderamente el sentido de tu vida, de que es Él el que te transforma y vivifica en su amor, ayudándote a encontrar la vida plena que sólo Él te puede dar?

ORATIO:
     Gracias, Señor, porque te has dado a conocer a los humildes, a los pobres de espíritu, a los que se abren a tu amor. Abre mi corazón para que acoja tu palabra y lléname de tu amor.
     Ven conmigo, Señor, cuando los problemas de cada día, los problemas de la sociedad y del mundo... me alejen de ti y no sea capaz de darte a conocer.
     Lléname de tu espíritu de fortaleza. Dame fuerza y claridad para asumir los retos de cada día con paz y confianza, Señor.

CONTEMPLATIO:
“Te doy gracias Padre, Señor del cielo y la tierra…” ¿Qué te sugiere que Jesús inicie sus palabras con una acción de gracias? ¿Qué lugar ocupa en tu vida el agradecimiento? ¿Agradeces al Señor sus continuas gracias, su ayuda continua?
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” ¿Quién no está lleno de trabajos y cargado de miserias? ¿Te quejas de ello como de un mal sin remedio? ¿Por qué? Porque no acudes a Cristo. ¿Cómo padecer tanto teniendo tan a mano el remedio?
“…aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” Con dulzura se educa, con dulzura se enseña, con dulzura se inculca la virtud, se consigue la enmienda, se gobierna bien, se hace todo lo bueno.
     Si preferimos la acritud, la sequedad, la impaciencia la brusquedad…,¿no será porqué nos resulta más cómodo, más fácil…, porqué buscamos nuestra propia satisfacción más que el bien del prójimo? 

1 comentario:

  1. No fue reservado, no nos engañó con largas interminables para ocultarnos la entraña de su corazón. Llegó un momento en el que Dios en su Hijo quiso decírnoslo todo. Puesto a desvelarse este Dios, puesto a revelarse, lo hizo de una manera insospechada. ¿Cuáles eran las claves en las que Dios se contaba y se cantaba?: "te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla”. Dios ha desvelado su secreto, pero los sabios sabihondos y los hinchados entendidos..., ni saben ni en¬tienden. Sólo todos los pocos sencillos que en el mundo han sido, sólo a ellos les ha querido revelar Dios sus adentros, porque "así le ha parecido mejor".
    Podríamos pensar que este Dios, tenía también su manía persecutoria, o al menos su personal selección del personal, y que por lo tanto la emprendió con los sapientes, los potentes y los tenientes para favorecer a los que no lo eran. Pero la verdadera cues¬tión es preguntarse quién ha abandonado a quién, quién selecciona a quién. Porque sólo van a Jesús, y sólo en Él encuentran solaz y descanso, quienes realmente se hallan de tantos modos machacados: "venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré... y encontraréis vuestro descanso", y éstos, no suelen coinci¬dir con aquellos a los que el Padre "esconde" su secreto.
    Sólo los sencillos en su corazón y en su vida, podían enten¬der las palabras de Jesús. Porque sólo ellos se sabían desbordados por tanto cansancio y tanto agobio. Sin sentir vergüenza de su limitación, sin tener que maquillarla y disfrazarla: eran pobres, sin po¬der, sin saber, sin tener. Los que sabían y podían y tenían, ellos se pagaban a sí mis¬mos... aunque sus monedas fueran siempre desesperadamente insuficientes, pero de¬bían seguir aparentando que no ocurría nada, que no existían agobios ni cansancios, y por lo tanto que no padecían ninguna indigencia que les forzase a escuchar a alguien que les invitaba a ir a él para en él encontrar la paz y recuperar la esperanza.
    Nosotros, dos mil años después, somos herederos y continuadores del secreto de Dios, ese que quita cansancios, seca lágrimas, desliga agobios, rompe cadenas, abre esperanzas, y todo lo llena de un buen olor de Buena Nueva. Estos son sus gestos y su lenguaje. Quiera el Señor que los sencillos de hoy, los pobres de nuestra tierra, puedan tener acceso al corazón de Dios manso y humilde, espejado y regalado en el corazón de los cristianos, para que como Jesús y con Jesús, también ellos den gracias al Padre.



    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
    Arzobispo de Oviedo

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