¿QUIÉN DECÍS QUE SOY
YO?
Mt. 16. 13.19
En
aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del
hombre?». Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros
que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú
eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni
la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo:
tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del
infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que
ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en los cielos».
Otras
Lecturas: Hechos 12,1-11; Salmo 33; 2Timoteo 4,6-8.17-18
LECTIO:
Jesús
conversa con sus discípulos en la región de Cesarea de Filipo, no lejos de las
fuentes del Jordán. El episodio ocupa un lugar destacado en el evangelio de
Mateo. Probablemente, quiere que sus lectores no confundan las «iglesias» que van naciendo de Jesús con
las «sinagogas» o comunidades judías
donde hay toda clase de opiniones sobre él.
Lo
primero que hay que aclarar es quién está en el centro de la Iglesia. Jesús se
lo pregunta directamente a sus discípulos: «Vosotros,
¿quién decís que soy yo?». Pedro responde en nombre de todos: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Intuye que Jesús no es sólo el Mesías esperado. Es el «Hijo de Dios vivo». El Dios que es vida, fuente y origen de todo lo
que vive. Pedro capta el misterio de Jesús en sus palabras y gestos que ponen
salud, perdón y vida nueva en la gente.
Jesús
le felicita: «Dichoso tú… porque eso sólo te lo ha podido revelar mi Padre del cielo».
Ningún ser humano «de carne y hueso»
puede despertar esa fe en Jesús. Esas cosas las revela el Padre a los
sencillos, no a los sabios y entendidos. Pedro pertenece a esa categoría de
seguidores sencillos de Jesús que viven con el corazón abierto al Padre. Esta
es la grandeza de Pedro y de todo verdadero creyente.
Jesús
hace a continuación una promesa solemne: «Tú
eres Pedro y sobre esta piedra yo edificaré mi Iglesia». La Iglesia no la
construye cualquiera. Es Jesús mismo quien la edifica. Es él quien convoca a sus seguidores y los reúne en torno a su persona.
La Iglesia es suya. Nace de él.
Pero
Jesús no es un insensato que construye sobre arena. Pedro será «roca» en esta
Iglesia. No por la solidez y firmeza de su temperamento pues, aunque es honesto
y apasionado, también es inconstante y contradictorio. Su fuerza proviene de su
fe sencilla en Jesús. Pedro es prototipo de los creyentes e impulsor de la
verdadera fe en Jesús.
Este
es el gran servicio de Pedro y sus sucesores a la Iglesia de Jesús. Pedro no es
el «Hijo del Dios vivo». La Iglesia
no es suya sino de Jesús. Sólo Jesús ocupa el centro. Sólo el la edifica con su
Espíritu. Pero Pedro invita a vivir abiertos a la revelación del Padre, a no
olvidar a Jesús y a centrar su Iglesia en la verdadera fe.
MEDITATIO:
Pedro
y Pablo son los pilares sobre los que Jesús construyó su Iglesia y confió la
fe.
Pedro negó a Cristo y Pablo perseguía a sus discípulos. Con su fe fortalecida
dedicaron toda su vida a difundir el evangelio.
■ Pide a Jesús que
como a ellos te transforme, que vivas para Él y para su Iglesia y que con tu
vida sepas dar testimonio de tu fe.
■ El Señor ha dejado
a Pedro, como cabeza visible de su Iglesia, ¿vives consciente y plenamente tu
identidad cristiana?
■ Pedro y sus
sucesores tienen la misión de guiar a la Iglesia de Jesucristo, ¿qué le aporta
esto a tu fe? ¿cómo valoras y reconoces la misión que tiene el Papa en tu fe y
vida de creyente? ¿cómo apoyas y
expresas tu adhesión al Papa?
■ Jesús elige a
personas sencillas, como Pedro, y las capacita para la misión. También Jesús
confía en ti y te sostiene para que lleves su mensaje al mundo. Por el bautismo somos parte de la
Iglesia de Jesús, ¿cómo vives tu fe y tu
adhesión al Señor Jesús? ¿cómo das a conocer su Iglesia y colaboras a que
realice su misión en el mundo? ¿cómo das
testimonio de tu fe y de tu pertenencia a la Iglesia?
En el testamento de Pablo VI se lee: “que diré a la Iglesia a la que debo
todo…ten conciencia de tu naturaleza y de tu misión; ten sentido de las
necesidades verdaderas y profundas de la humanidad y camina pobre, es decir,
libre, fuerte y amorosa hacia Cristo…” ¿Qué te dicen estas palabras? ¿cómo las vives?
ORATIO:
A
ti te entrego las llaves: en tus manos pongo mi mensaje, mis ilusiones, mi
confianza y palabra de Padre. Te hago portador de mis esperanzas y proyectos.
Llaves para que nadie encuentre las puertas de su camino cerradas, aunque
sea de noche. Llaves para liberar, quitar miedos, culpabilidades…
Llaves para que me ames sin medida, para que no pongas obstáculos a mi gracia.
Llaves para que te des como Yo me dí.
Llaves para que lleves esperanza, confianza, paz, porque “todo es posible en Aquel que me conforta”
CONTEMPLATIO:
Jesús hoy sigue llamando y pide una
respuesta: “Y tú, ¿tú, quién dices que
soy yo? Esta respuesta ha de cuestionar toda tu vida: pensamientos,
sentimientos, valores, planes, actuaciones, conducta familia, comunidad
cristiana… Hoy es día de penetrar en
el conocimiento de la Iglesia, de aceptarla como es con su grandeza y sus
sombras que hacen resplandecer la luz de Cristo que es quien la sostiene por
encima de todo.
Jesús se cruza en la vida de Saulo y él se
identificó de tal manera con Jesús que llegó a decir…no soy yo el que vive es Cristo quien vive en mi… No escatimó
esfuerzo alguno para que todos conocieran a Jesús.
En el silencio de la oración, pídele a Jesús que transforme tu vida, como
lo hizo con Pablo y así poder darlo a conocer a los que te rodean y poder
decir, no soy yo el que vive, es Cristo
que vive en mí.