TIEMPO LITÚRGICO

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viernes, 2 de octubre de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 4 DE OCTUBRE DEL 2020, 27º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)

«LA PIEDRA DESECHADA ES AHORA LA PIEDRA ANGULAR»

 

Mt. 21. 33-43


     En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo otra parábola: «Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo”. Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: “Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia”. Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Le contestan: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?” Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.

 

Otras Lecturas: Isaías 5,1-7; Salmo 79; Filipenses 4,6-9

 LECTIO:

 No es fácil saber presentar una crítica ante algo realmente corregible o mejorable […] En este sentido sorprende la habilidad de Jesús al plantear la crítica hacia los que tanto dejaban que desear como pastores y responsables del Pueblo escogido. Ha bastado narrar una "inocente" parábola para que ellos se autoinculpasen sin darse cuenta. En vez de demostrar la fealdad de sus rostros de un modo directo a quienes eran menos agraciados en belleza, el Maestro les asomó a una fealdad aparentemente ajena, y cuando ellos estaban suficientemente hartos de tan pérfida visión, les espetó: bien, pues... sois vosotros, ya que la ventana no es una ventana sino un espejo.  […] hay muchas maneras de estropear la viña de Dios y de matar a sus mensajeros. El proyecto de Dios, su Reino, queda sin realizarse, bien porque se confunde con el propio proyecto (fariseos y saduceos) o bien porque se ignora completamente el de Dios (pecadores públicos y privados).

La Iglesia, como nuevo Pueblo de Dios, está llamada a mostrar el Reino de Dios, ser un espejo en el que el mundo pueda mirarse. Es decir, cada una de las comunidades y cada uno de los cristianos, estamos llamados a anticipar en nosotros y entre nosotros lo que sería el mundo entero si aceptase la manifestación de Jesucristo, su Palabra y su Persona… (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo).

 MEDITATIO:

      Esta historia ilustra de manera alegórica los reproches que los profetas habían hecho sobre la historia de Israel. Es una historia que nos pertenece: se habla de la alianza que Dios quiso establecer con la humanidad y a la que también nos llamó a participar. Pero esta historia de alianza, como cada historia de amor, conoce sus momentos positivos, pero está marcada también por traiciones y desprecios. (Papa Francisco)

    Para hacer entender cómo Dios Padre responde a los desprecios opuestos a su amor y a su propuesta de alianza, el pasaje evangélico pone en boca del jefe de la viña una pregunta: «Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Esta pregunta subraya que la desilusión de Dios por el comportamiento perverso de los hombres no es la última palabra. Está aquí la gran novedad del cristianismo: un Dios que, incluso desilusionado por nuestros errores y nuestros pecados, no pierde su palabra, no se detiene y sobre todo ¡no se venga! (Papa Francisco)

      Dios ama, no se venga, nos espera para perdonarnos, para abrazarnos. A través de las «piedras de descarte»y Cristo es la primera piedra que los constructores han descartado— a través de las situaciones de debilidad y de pecado, Dios continúa poniendo en circulación el «vino nuevo» de su viña, es decir, la misericordia: este es el vino nuevo de la viña del Señor: la misericordia. (Papa Francisco)

 ORATIO:

     Señor, tú que has conocido la ingratitud de los hombres; Tú que has sido paciente con quien te ofendía; Tú que has sido siempre misericordioso, manso, ayúdanos a combatir nuestra inflexible dureza hacia los otros. También nosotros te dirigimos la invocación del salmista: “No abandones la viña que tu diestra ha plantado”.

Y, aunque nosotros seamos tus viñadores ingratos,

Tú siempre nos envías profetas, sacerdotes, hermanos

y ¡hasta tu propio Hijo!, para regresar a tu inmenso Amor.

 

CONTEMPLATIO:

« Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿Qué hará con aquellos labradores? »

 

      […] La aventura de estos insensatos es dramática, porque conocían que Dios comenzó con su pueblo una obra buena, en fértil viña, que la «entrecavó, le quitó las piedras y plantó buenas cepas, construyó en medio una torre y cavó un lagar», vamos, construyó un jardín. «Esperaba que diese uvas, pero dio agrazones». El juicio de los profetas mayores era claro, porque desaprobaban esa conducta y la denunciaban; ellos vieron natural que esa viña fuera arrasada (cf. Is 5,1-7). Pero el corazón de Dios deja paso a la esperanza, al día en que la viña prosperará bajo su cuidado vigilante (Is 27,2s); el Señor quiere salvar su viña, la que Él plantó y cuidó con exquisito esmero. La solución de la bondad del corazón de Dios fue mandar a su Hijo.

     La esperanza tiene su respuesta en Jesús, enviado por el Padre a salvar su viña. Pero ya hemos visto las consecuencias del pecado, se pretende matar a Dios, pero se equivocan, porque con la muerte del Hijo en la cruz se abrirá una nueva etapa en el designio de Dios: una viña confiada a viñadores fieles, que dará finalmente su fruto bueno. Jesús es la viña verdadera, cuya imagen visible, es la Iglesia…  (+ José Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena)

 

 

   La viña es la figura del pueblo de Dios, porque, injertado sobre la vid eterna se levanta por encima de toda la tierra. Brote de un suelo ingrato, brota y florece, se reviste de verdor, pareciéndose al yugo de la cruz cuando sus pámpanos se extienden como brazos fecundos de una viña hermosa... Con razón se llama al pueblo de Cristo la viña del Señor, sea porque está marcado con el signo de la cruz (Ez 9,4), sea porque se recoge de él los frutos en la última estación del año, sea porque como los renglones de la viña, pobres y ricos, humildes y poderosos, siervos y amos, todos en la Iglesia tienen una igualdad perfecta... (S. Ambrosio de Milán)

1 comentario:

  1. En esta parábola san Mateo nos narra la pasión de Cristo contada por Jesús. Es proclamada en Cuaresma. Es una llamada del amor de Cristo a su viña y nuestra falta de respuesta ante tanto amor derramado.
    Jesús habla del amor a su viña. De sus cuidados, de sus desvelos. Es un Amor incondicional. No hay duda de que esa viña es el pueblo de Israel, la Iglesia, el corazón humano. Todos son desvelos. Esta detrás el texto de Isaías 5. Y es un drama siempre actual ante la falta de respuesta y de desamor por parte de los que tienen el deber de cuidar a su viña.
    Las respuestas son desconcertantes. Increíbles. Un desprecio ante un Amo que solo quiere el fruto de su viña. A todos los enviados del Padre le rechazan, apedrean, no hacen caso, les maltratan. Es una respuesta que nos parece imposible por parte de los siervos, ante todos los cuidados del Amo.
    Cuando envía el Padre a su Hijo le sacan fuera de la viña, narra con precisión la pasión y lo matan fuera de los muros. Han cometido un error garrafal. La viña es nuestra y hacemos con ella lo que nos da la gana. Es como si sacaran lo peor de sí mismos, su profundo egoísmo, cerrados a la gracia de su corazón bueno. Es la frustración de la conversión por cerrarse a que la viña de fruto abundante. El Señor nos recuerda al final la responsabilidad de dar fruto nuestra viña.

    + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
    Primado de España

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