TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 18 de octubre de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 18 DE OCTUBRE DEL 2020, 29º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)

«DAD AL CÉSAR LO DEL CÉSAR Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS»

 

Mt. 22.15-21

 

       En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron algunos discípulos suyos, con unos herodianos, y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?». Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto». Le presentaron un denario. Él les preguntó: «¿De quién son esta imagen y esta inscripción?». Le respondieron: «Del César». Entonces les replicó: «Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».

 Otras Lecturas: Isaías 45,1.4-6; Salmo 95; 1Tesalonicenses 1,1-5b

 LECTIO:

     La pregunta con la que quisieron acorralar a Jesús era realmente ingeniosa, llena de un agudísimo doble filo, pero no de menor calidad fue la respuesta, con un talento que dejó a sus demandantes boquiabiertos. Las cuerdas contra las que quieren empujar a Jesús serán las que en definitiva le llevarán a la muerte, humanamente hablando. Los fariseos le acusarán de blasfemo ante el Pueblo escogido ("razón" religiosa) y de insurrecto o revo­lucionario ante el emperador romano y su representante en Jerusalén ("razón" política). El lazo que tienden a Jesús no es más que una primera entrega muy habilidosa de esa voluntad de los fariseos de colocar a Jesús en una batalla que Él nunca tuvo ni en la que jamás estuvo: Dios y el César. Así de envenenado era el trasfondo de esa pregunta tan aparentemente inocente e inicua.

     El Señor no va a desprestigiar ni a ensalzar al gobierno político de turno, que en aquel caso detentaba Roma y su César. La intención de Jesús y su pretensión salvífica no consistía ni en derrocar al César ni tampoco en perpetuarlo. Jesús se movía en otro plano y otros­ pla­nes: los del Padre, los de su Reino de Dios. Lo que Él no dejará de proclamar es precisamente su misión, el por qué ha venido a nuestra historia, todo lo cual no era otra cosa que su predicación del Reino.  De esta manera no caería en la tentación espiritualista ni en la politiquera. […] (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo).

 

 MEDITATIO:

     «¿De quién son esta imagen y esta inscripción?». Le respondieron: «Del César». La referencia a la imagen de César, incisa en la moneda, dice que es justo sentirse ciudadanos del Estado de pleno título —con derechos y deberes—; pero simbólicamente hace pensar en otra imagen que está impresa en cada hombre: la imagen de Dios. Él es el Señor de todo y nosotros, que hemos sido creados «a su imagen» le pertenecemos ante todo a Él. (Papa Francisco)

     Jesús planteó, a partir de la pregunta hecha por los fariseos, una interrogación más radical y vital para cada uno de nosotros, una interrogación que podemos hacernos: ¿a quién pertenezco yo? ¿A la familia, a la ciudad, a los amigos, a la escuela, al trabajo, a la política, al Estado? Sí, claro. Pero antes que nada —nos recuerda Jesús— tú perteneces a Dios. Esta es la pertenencia fundamental. Es Él quien te ha dado todo lo que eres y tienes. Y por lo tanto, nuestra vida, día a día, podemos y debemos vivirla en el reconocimiento de nuestra pertenencia fundamental y en el reconocimiento de corazón hacia nuestro Padre, que crea a cada uno de nosotros de forma singular, irrepetible, pero siempre según la imagen de su Hijo amado, Jesús. (Papa Francisco)

 ORATIO:

     Gracias Señor, porque con tu ayuda podremos vivir dándole al Cesar lo que es del César y a ti, nuestro Dios, cuanto es tuyo: nuestras vidas.

Pueblos todos de la tierra,
reconoced la gloria y el poder del Señor.
Reconoced que su nombre es glorioso,
entrad en su templo trayéndole ofrendas…

 CONTEMPLATIO:

DOMUND 2020: La misión en tiempos de pandemia 

     Hoy se celebra la Jornada Mundial de las Misiones, sobre el tema «Aquí estoy, envíame». Exhorto a todos a vivir la alegría de la misión testimoniando el Evangelio en los ambientes en los que cada uno vive y trabaja. Al mismo tiempo, estamos llamados a sostener con el afecto, la ayuda concreta y la oración a los misioneros que han partido para anunciar a Cristo a cuantos aún no lo conocen. (Papa Francisco)

  «Aquí estoy, envíame»… Estamos realmente asustados, desorientados y atemorizados. El dolor y la muerte nos hacen experimentar nuestra fragilidad humana; pero al mismo tiempo todos somos conscientes de que compartimos un fuerte deseo de vida y de liberación del mal. En este contexto, la llamada a la misión, la invitación a salir de nosotros mismos por amor de Dios y del prójimo se presenta como una oportunidad para compartir, servir e interceder. La misión que Dios nos confía a cada uno nos hace pasar del yo temeroso y encerrado al yo reencontrado y renovado por el don de sí mismo… es una respuesta libre y consciente a la llamada de Dios, pero podemos percibirla sólo cuando vivimos una relación personal de amor con Jesús vivo en su Iglesia. ¿Estamos listos… para escuchar la llamada a la misión…? ¿Estamos dispuestos a ser enviados a cualquier lugar para dar testimonio de nuestra fe…? ¿Estamos prontos, como María, Madre de Jesús, para ponernos al servicio de la voluntad de Dios sin condiciones? Esta disponibilidad interior es muy importante para poder responder a Dios: “Aquí estoy, Señor, mándame”. Y todo esto no en abstracto, sino en el hoy de la Iglesia y de la historia. (Papa Francisco)

  

  De ahí que también Pablo diga: «Dad, pues, a cada uno lo que le corresponda: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto, y al que honor; honor» (Rom 13,7). Por lo demás, cuando se os dice; «Dad al César lo que es del César», entended que habla el Señor solo de aquellas cosas que no pugnan con la religión, pues, en caso contrario, ya no sería tributo pagado al César sino al diablo (Juan Crisóstomo).


1 comentario:

  1. Muchos que se acercaban a Jesús lo hacían con buena voluntad. Con un deseo sincero de lo que piensa Jesús. Otros no lo hacían con sencillez y sinceridad. Más bien iban a por él y tenerle de qué acusarle.
    Pagamos o no pagamos al César es siempre la pregunta del millón. La autonomía de lo religioso y lo civil será siempre difícil y debatido. Jesús como hace siempre coge el toro por los cuernos. No elude el problema. Se enfrenta a la realidad con la sabiduría de Dios.
    Parte de un gesto clarificador. La moneda tiene el rostro del César. Por tanto, demos al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Nunca podemos ampararnos en querer justificar nuestro no ser buen ciudadano, ni pagar los impuestos por nuestra condición religiosa. Es necesario potenciar que cuanto más religioso seamos más tenemos que demostrar que somos los mejores ciudadanos al servicio del bien común. Jesús lo deja claro.
    Cuando entramos en la recta final del término del año litúrgico, el evangelio de Jesús nos da unos criterios claros para responder a los grandes interrogantes de la vida en nuestra relación con la sociedad. Los criterios son claros. Sabiendo que estamos como ovejas rodeados de los que no tienen ningún interés por la verdad y la justicia.

    + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
    Primado de España


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