TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

sábado, 16 de noviembre de 2019

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 17 DE NOVIEMBRE DEL 2019, 33º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)

 «LLEGARÁN DÍAS EN QUE NO QUEDARÁ PIEDRA QUE NO SEA DESTRUIDA»


Lc. 21, 5-19

     En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
     Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?». Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».   
     Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

Otras lecturas: Malaquías 3, 19-20a; Salmo 97; 2Tesalonicenses 3,7-12

     En las lecturas se nos invita a seguir sin desanimarnos, a mantenernos sin desfallecer con la confianza puesta en el Señor, en sus palabras, a no perder la calma, aunque estemos rodeados del fuego devorador de la injusticia y del pecado. Todo se puede hundir bajo nuestros pies, pero el Señor nos dice que no perdamos la fe, que nos acordemos de sus palabras y sus promesas: “Yo vivo y también vosotros viviréis” (Jn 14, 19).
     La intención de los textos no es asustar a nadie, porque dejan muy claro que el Señor ha vencido la muerte y el pecado y nos ha liberado por su resurrección abriendo el acceso a la Vida Nueva. Jesucristo da señales, ofrece seguridades, nos mira y nos anima a permanecer, porque su triunfo es patente, no es su intención asustarnos, ni que creamos que estamos en el reinado del caos Nada de miedos, que si vamos de la mano de Dios no nos pasará nada. Es importante vivir de cara a Dios, escuchando su voluntad y haciendo el bien, no sea que cuando nos presentemos ante Él nos diga: “no te conozco” (cfr. Mt 25,12).
     Esta es la paradoja para el mundo que se hunde en la tristeza y no entiende por qué un cristiano puede estar alegre. Le falta la fe, le falta Dios.
     En este domingo celebramos también el día del pobre, los porteros del cielo, como los ha definido el Papa Francisco. La Iglesia nos invita a tomar conciencia de su existencia y de la necesidad de la caridad.
(+ José Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena)


     La historia de la Iglesia es rica de ejemplos de personas que han soportado tribulaciones y sufrimientos terribles con serenidad, porque tenían la conciencia de estar seguros en las manos de Dios. Él es un Padre fiel, es un Padre primoroso, que no abandona a sus hijos. ¡Dios no nos abandona nunca! Esta certeza debemos tenerla en el corazón: ¡Dios no nos abandona nunca! (Papa Francisco)
     Permanecer firmes en el Señor, en la certeza de que Él no nos abandona, caminar en la esperanza, trabajar para construir un mundo mejor … es lo que cuenta de verdad; es lo que la comunidad cristiana está llamada a hacer para salir al encuentro del «día del Señor» … tener la mirada fija hacia el cumplimiento del Reino de Dios y a construir el futuro sobre esta tierra, trabajando para evangelizar el presente, y así hacerlo un tiempo de salvación para todos. (Papa Francisco)
     Jesús nos exhorta a tener fija en la mente y en el corazón la certeza de que Dios guía nuestra historia y conoce el fin último de las cosas y de los eventos. Bajo la mirada misericordiosa del Señor se descubre la historia en su fluir incierto y en su entramado de bien y de mal. Pero todo aquello que sucede está conservado en Él; nuestra vida no se puede perder porque está en sus manos. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Oh Dios, que concediste a santa Isabel de Hungría la gracia de reconocer y venerar en los pobres a tu Hijo Jesucristo, concédenos, por su intercesión, servir con amor infatigable a los humildes y a los atribulados. su corazón. Que todos sintamos el gozo de anunciar tu Evangelio.
Amor es dar la vida, es jugársela por los demás,
es entender que si Dios está con nosotros,
¿contra nosotros quien…?

CONTEMPLATIO:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: “Yo soy” »
Los cristianos somos llamados a pertenecer a la historia de Aquel que fue anunciado como “signo de contradicción”, y que vino a traer el fuego y la espada, es decir portador de la Luz y portavoz de la Verdad en un mundo que con demasiada frecuencia pacta con la oscuridad y la mentira.
Este Evangelio, aunque duro, no es desesperanzador. Nos dice Jesús: “no les tengáis miedo”. Ha prometido darnos palabras y sabiduría para hacer frente a cualquier adversario. Lo que importa es que esa Presencia y esa Palabra por Él prometidas, resuenen y se reflejen en la vida de la comunidad cristiana y en la de cada cristiano particular.
  El Cristianismo no es una aventura para fugarse del mundo, sino una urgencia para transformarlo según el proyecto de Dios, en el Nombre del Señor. Los cristianos no son los del eterno poderío o los de la eterna oposición, sino los eternos discípulos del único Maestro. Poniendo lo mejor de nosotros mismos para que en cada rincón de la historia pueda seguir escuchándose la Buena Noticia de Jesús y haciéndose realidad el don inmerecido de su Reino que la Iglesia en cada época no deja de anunciar. (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)


   «No quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». Estas palabras eran verdaderas referidas al Templo construido por Salomón..., porque todo lo que construyen nuestras manos perece por usura o por deterioro, es convertido en ruinas por la violencia o destruido por el fuego... Pero existe en cada uno de nosotros un templo que sólo se destruye si se derrumba la fe, y particularmente si, en nombre de Cristo, se busca erróneamente refugiarse en las certezas interiores. Posiblemente sea esta interpretación la más útil para nosotros. En efecto, ¿de qué me sirve saber cuándo será el día del juicio? ¿De qué me sirve, siendo consciente de tanto pecado, saber que el Señor vendrá un día, si no vuelve a mi alma, si no vuelve a mi espíritu, si Cristo no vive en mí, si Cristo no habla por mí? Es a mí que Cristo debe venir, es en mí que ha de tener lugar su venida. (San  Ambrosio de Milán)

1 comentario:

  1. Jesús nos habla de que todo lo humano se acaba, tiene fecha de caducidad. Lo único que no tiene su fin es el Amor de Dios, que nos lanza a vivir para siempre. Vivir en el asombro sin fin. Los judíos se asombraban de la belleza de un templo que el Señor dice, que como todo no quedara piedra sobre piedra. Permanece el Templo Vivo que es Cristo muerto y resucitado. No todo tiene su fin, todo lo que se vive unido al Amor del Señor permanece para siempre.
    Jesús nos insiste en vivir en el asombro, en la confianza, y en ser memoriosos, como dice el papa Francisco, camino de ser santo y feliz.
    Primero vivir en el asombro de un Amor que es la belleza de la vida. Esa belleza que salva es Cristo. Es una belleza que estamos llamados a contemplar por toda la eternidad. Tomados de la mano por los valles del cielo con nuestros seres queridos que vivimos en esta tierra contemplaremos cara a cara a nuestro Redentor. Es vivir en el gozo de un asombro que no tendrá final.
    Segundo vivir en la confianza de saber que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados y que el Señor nos cuida más que al átomo y la rosa. Es la confianza profunda de vivir en el cuenco de sus manos, y en la herida abierta de su Corazón, poniendo nuestro nido de amor, como dice el salmo, que en el templo y Jesús, hasta el gorrión ha encontrado donde colocar sus polluelos, su auténtica confianza.

    + Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria Cáceres

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