TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 26 de mayo de 2019

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 26 DE MAYO DEL 2019, 6º DE PASCUA (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)

«EL QUE ME AMA GUARDARÁ MI PALABRA, MI PADRE LO AMARÁ, Y VENDREMOS A ÉL»


Jn. 14. 23-29


     En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.      
     Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
     La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis».

Otras lecturas: Hechos 15, 1-2.22-29; Salmo 66; Apocalipsis 21.10-14.22-23

LECTIO:
    Ya estamos concluyendo el tiempo de pascua. Nos disponemos a dos citas importantes como es la Ascensión y Pentecostés. Pero queda todavía saborear algunas despedidas de Jesús ante sus discípulos.
     Los discípulos saben que a Jesús le queda poco tiempo para seguir con ellos. Se sienten abatidos, tristes. Jesús lo sabe porque conoce bien a sus discípulos y quiere animarlos, por ello decide confiarles su deseo: que su palabra, el mensaje de salvación que Él trae, no se pierda.     Jesús les dice, y nos dice: «el que me ama guardará mi palabra, el que no me ama no la guardará» quiere que seamos fieles a su palabra y que seamos testimonio del amor de Dios entre los hombres.
     Dios no quiere dejarnos solos, por ello, nos envía al Espíritu Santo para que nos ayude en el camino y nos dé cada día la fuerza necesaria para trabajar por la paz, la justicia y el amor.

MEDITATIO:
     En el momento en el que está por regresar al Padre, Jesús anuncia la venida del Espíritu que enseñará a los discípulos a comprender cada vez más plenamente el Evangelio, a acogerlo en su existencia y a hacerlo vivo y operante con el testimonio. ... Estará con ellos el Espíritu Santo, el Paráclito para defenderlos y sostenerlos. Jesús regresa al Padre pero continúa acompañando y enseñando a sus discípulos mediante el don del Espíritu Santo. (Papa Francisco)
     Nosotros no estamos solos: Jesús está cerca de nosotros, en medio de nosotros, dentro de nosotros. Su nueva presencia en la historia se realiza mediante el don del Espíritu Santo, por medio del cual es posible instaurar una relación viva con Él, el Crucificado Resucitado. (Papa Francisco)
     No estamos solos. Y el signo de la presencia del Espíritu Santo es también la paz que Jesús dona a sus discípulos: «Mi paz os doy». La paz de Jesús brota de la victoria sobre el pecado, sobre el egoísmo que nos impide amarnos como hermanos. Es don de Dios y signo de su presencia. Todo discípulo, llamado hoy a seguir a Jesús cargando la cruz, recibe en sí la paz del Crucificado Resucitado con la certeza de su victoria y a la espera de su venida definitiva. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Concédenos el deseo ardiente de estar a la escucha de toda palabra tuya, para estar siempre dispuestos a realizar lo que tú nos confíes, sin contar con nuestras fuerzas, sino con el poder de tu Espíritu, que habita en nosotros.

Envíanos, Padre, tu Espíritu Santo
para vivir plenamente tus enseñanzas,
para dar testimonio de ti
para hacer vida tus Palabras…

CONTEMPLATIO:
«El Espíritu Santo, que enviará el Padre, será quien os lo enseñe todo»
     Jesús hace una promesa fundamental: el Padre enviará en su nombre un Consolador (un Paráclito), el Espíritu Santo, para que enseñe y recuerde todo cuanto Jesús ha ido mostrando y diciendo, y que no siempre ha sido comprendido, ni guardado. Justamente, la vida “espiritual” es acoger a este Espíritu prometido por Jesús, para que en nosotros y a nosotros enseñe y recuerde, tantas cosas que no acabamos de ver ni comprender en nuestra vida, tantas cosas que no hacemos en “memoria de Jesús”, y por eso las vivimos distraídamente, en un olvido que nos deja el corazón tembloroso y acobardado también, como el de aquellos discípulos, dividido por dentro y enfrentado por fuera. (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)
     El Espíritu nos ayudará a conocer mejor la Palabra de Dios y a ponerla en práctica. Veintiún siglos después, ¿seguimos con fidelidad la Palabra que Jesús nos dejó? ¿Somos realmente dignos de llamarnos sus seguidores?  ¿Nos dejamos guiar por el Espíritu Santo? 



   El Espíritu nos hace conformes en lo íntimo al Evangelio de Jesucristo y nos hace capaces de anunciarlo al exterior (con la vida). El viento del Señor, el Espíritu Santo, pasa sobre nosotros y debe imprimir a nuestros actos cierto dinamismo que le es propio, un estímulo al que nuestra voluntad no permanece extraña, sino que la trasciende. Dios nos dará el Espíritu Santo en la medida en que acojamos la Palabra allí donde la oigamos. (Madeleine Delbrél)


1 comentario:

  1. Jesús habla del Espíritu Santo que como Señor y dador de vida tiene como paráclito, otro abogado defensor, la de ir formando en nosotros los sentimientos del Corazón de Cristo.

    A través de los siete dones facilita la vida cristiana, la vida interior, para que seamos santos e irreprochables ante El por el amor. Los dones son regalos para amar con su mismo corazón. A través de los frutos reconocemos la acción de la Trinidad en nosotros que es amor, alegría, paz y magnanimidad. Los frutos son la prueba de algodón de la presencia del Dios que recrea y enamora.

    Tres son las afirmaciones de Jesús sobre el Espíritu Santo:

    1. Nos recuerda el amor total y absoluto de quien se entregó por nosotros a la muerte, y una muerte de cruz. Olvidar una historia mal hecha por nuestra parte y traer a la memoria todos los benéficos, que esa la historia de salvación aplicada a nuestra vida, como la respuesta del Amor de Dios, su misericordia ante nuestros pecados. Es el Espíritu Santo el que tiene la misión de vivir en la memoria permanente de tanto amor recibido y en el olvido de lo que no nos deja vivir cantando las misericordias del Señor.
    2. Todo lo hace nuevo. El Padre crea, Cristo resucitado con su Espíritu recrea una vida nueva vivida con un corazón nuevo el mismo Corazón de Cristo. Ese corazón nuevo es fruto de los dones del Espíritu Santo.
    3. Por último es el Espíritu de Jesús el que desde el Padre nos envía el Señor resucitado a la diestra del Padre y nos lanza a la misión de ir por el mundo evangelizando. No nos podemos callar todo lo que hemos recibido. Es preciso salir por los caminos a contárselo a todo el mundo. No quedarnos en la tristeza de la queja de no hacer nada. Es necesario dejarse y darse, como los santos que se han dejado en las manos del Padre y desde su pobreza se han dado a quien siempre tiene abierto el Corazón sirviendo en las periferias.

    + Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres

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