«MIS
OVEJAS ESCUCHAN MI VOZ, YO LAS CONOZCO Y ELLAS ME SIGUEN»
Jn. 10.27-30
En aquel
tiempo, dijo Jesús: «mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me
siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado
es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre somos uno».
Otras lecturas: Hechos 13, 14.443-52;
Salmo 99; Apocalipsis 7,9.14b-17
LECTIO:
Posiblemente nos resulta ajena y hasta extraña la
imagen que en este cuarto domingo de Pascua se nos presenta en el Evangelio. No
estamos tan acostumbrados a ver esa escena de un pastor que cuida de sus
ovejas. Y sin embargo esa metáfora resultaba muy cercana para aquellos oyentes
de Jesús, tan acostumbrados al pastoreo tanto en su vida nómada como en la
asentada. Pero aquella parábola era
casi una crónica autobiográfica de Jesús en relación con aquellas gentes: no ser extraño
ni extrañarse, dar vida y darse en la
vida, hasta dejarse la piel antes que nadie pueda
arrebatarlas.
En esa convivencia con Jesús, rápidamente
se entendía su “secreto”. Y consistía en que este Maestro no estaba huérfano:
tenía un Padre, en cuyas manos Jesús cuidaba sus ovejas, y de allí nadie podrá
arrebatarlas. Jesús, el Padre,
nosotros. El Pastor, el redil, las ovejas. Como en la metáfora del evangelio y como en la vida de cada día. Esta es la escena que Jesús describe en la parábola, que
viene a ser una descripción biográfica de su propia vida y de su entrega
amorosa a los que el Padre le quiso confiar. (+Fr. Jesús Sanz
Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)
MEDITATIO:
Cristo es el verdadero pastor, que realiza
el modelo más alto de amor por el rebaño: Él dispone libremente de su vida,
nadie se la quita, sino que la dona a favor de las ovejas. …Jesús
se presenta como el verdadero y único pastor del pueblo. Cristo
pastor es un guía que participa en la vida de su rebaño, no busca otro interés,
no tiene otra ambición que la de guiar, alimentar y proteger a sus ovejas. Y
todo esto al precio más alto, el del sacrificio de la propia vida. (Papa
Francisco)
«Mis ovejas escuchan mi voz; yo las
conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás, y
nadie las arrebatará de mi mano». …Nadie
puede decirse seguidor de Jesús si no escucha su voz. Y este «escuchar» hay
que entenderlo de una manera comprometedora, al punto que vuelve posible un
verdadero conocimiento recíproco, del cual pueden surgir un seguimiento
generoso, …«y ellas me siguen». Se trata de un escuchar no solamente con el oído, sino ¡una
escucha del corazón! (Papa
Francisco)
Nada ni nadie podrá arrancarnos de las
manos de Jesús, porque nada ni nadie puede vencer su amor. ¡El amor de Jesús es
invencible! El maligno, el gran enemigo de Dios y de sus criaturas, intenta de
muchas maneras arrebatarnos la vida eterna. Pero el maligno no puede nada si
nosotros no le abrimos las puertas de nuestra alma, siguiendo sus halagos
engañosos. (Papa
Francisco)
ORATIO:
Señor Jesús, «pastor bello», venido a guiarnos a
los pastos de la vida, haz que se nos conceda entrever, aunque sólo sea un
instante, el fulgor de tu belleza, para que arrebatados por ella te sigamos con
ardor, sin que nunca más nada ni nadie nos seduzca.
"Tú me dices, Señor:
Pace confiado,
sólo sigue mi voz y su
latido,
siega el tacto voraz y el
fino oído,
ven a mi fuente y quedarás
saciado,
que aquí tengo tu sitio
reservado.
CONTEMPLATIO:
«Mis
ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen… y nadie las
arrebatará de mi mano»
Esta es la escena que Jesús describe en la
parábola, que viene a ser una descripción biográfica de su propia vida y de su
entrega amorosa a los que el Padre le quiso confiar. De hecho, es uno de los
apuntes del sentimiento de Jesús: cuando sintió lástima al ver a toda una
muchedumbre que parecía como ovejas que no tenían pastor, y a continuación se
puso a enseñarles.
No obstante, aquel Buen Pastor no se
quedó allí, hace dos mil años. Él ha prometido su presencia y cercanía hasta el
final de los tiempos. Seremos “ovejas”
de tan Buen Pastor si también nosotros oímos su voz, palpamos su vida
entregada, y las manos del Padre de las que nadie nos podrá arrebatar. En
la medida en que permanecemos en ese Pastor Bueno, crece nuestro corazón y se
ve rodeado de una paz que no engaña, y de una esperanza sin traición. Tenemos
necesidad de pastores que nos recuerden las actitudes del Buen Pastor, y
debemos pedir al Señor que nos bendiga con muchos y santos sacerdotes según el
corazón de Dios. Pero cada uno, desde la vocación que haya recibido, debe
testimoniar lo que supone la compañía de tal Buen Pastor: dejarse pastorear es dejarse conducir hacia el destino feliz para el
que fuimos creados, para que aquello que Él nos prometió se siga
cumpliendo, y esto llene de alegría a nuestro corazón, de esa alegría de la
pascua, que como las ovejas de Jesús de las manos del Padre, nadie nos podrá
arrebatar. (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo)
■… Si queremos,
podemos aprender la suma sabiduría que nos enseña el santísimo Pastor y
Maestro, el omnipotente Verbo del Padre, cuando, sirviéndose de la alegoría, se
proclama pastor de las ovejas [...]. Sí, oh Señor, aliméntanos con los pastos
de tu justicia. Oh Maestro, apacienta a tus ovejas en tu santo monte: la
Iglesia, que está en lo alto, más alto que las nubes, toca los cielos. (Clemente de Alejandría)
El domingo del Buen Pastor Juan nos presenta realizado en Jesús lo que siempre su Padre Dios quiso, apacentar a sus ovejas. Lo cumplió en Cristo y en los que se unen en los sentimientos del Corazón de Jesús para pastorear con bondad y misericordia.
ResponderEliminarLa clave del Buen Pastor es que no ahorra nada hasta dar la vida por cada una de las ovejas. No hace otra cosa que amar hasta que duela el Corazón y las entrañas de Aquel que nos ha amado hasta el final.
Tres son los escenarios donde el Buen Pastor desarrolla su locura de amor sin desfallecer ante las dificultades de la vida. Primero en los montes donde las ovejas con miles de peligros tratan de alimentarse y salir adelante. Esas ovejas que se contemplan en los rebaños por montañas, donde el pastor se implica caminando hacia adelante para que no se paren y lleguen a su destino feliz. Camina a su lado para que experimenten la alegría y el gozo de la cercanía de sus pastores que detectan los peligros del rebaño y las asechanzas del lobo. También como pastor bueno y hermoso, camina detrás para que experimenten las ovejas débiles y torpes que el Señor no las deja y las lleva sobre sus hombros, junto a su Corazón para que no se extravíen más.
El segundo escenario son los valles donde las ovejas tienen el peligro de la mediocridad, de dormirse en los laureles, de no seguir adelante. A veces una vida demasiado fácil y sin esfuerzo conduce al rebaño a la paz de los cementerios. En este escenario del valle, hay que recordar siempre los cuidados sin dormirse en la comodidad, de la hierba abundante y pastos sabrosos, y no olvidar que vendrán cañadas oscuras, y que el límite de la confianza en Dios es confiar sin límites.
El último escenario es el Corazón abierto del Buen Pastor, que es pastor y pasto, como alimento de las ovejas que viven en la intemperie y periferias de la vida. Jesús al ser pastor y pasto, une en su Corazón entregado el secreto de su amor ofrecido incansablemente en la Eucaristía y en el servicio a los pobres.
En su Corazón traspasado por su bondad y por su entrañable misericordia con los pobres descubrimos y vivimos lo que realmente significa el pastor que entrega la vida por sus ovejas.
+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres