MARZO. NATURALEZA
DE LA ADORACIÓN NOCTURNA:
ESCUELA PRÁCTICA DE ORACIÓN PARA APRENDER A AMAR COMO RAZÓN DE VIVIR
De la mano de San José, custodio del
Salvador y de la Iglesia, quisiéramos que nos llevara a cada adorador por
la senda de la oración, maestro como es
de la vida interior. Preguntádselo a Teresa de Jesús. Nuestro propósito es así
mismo avanzar en el camino de la oración de la mano de nuestro fundador, el
Venerable Luis de Trelles. No, no es en nada audaz ni arriesgado. Él fue
un enamorado apasionado del Señor. Algo nos dicen todas sus actividades por
extender la adoración, la comunión continua y fervorosa, la difusión de la
doctrina sobre el Santísimo Sacramento, el decoro en los ornamentos que, en los
diversos organismos que creó, dan fe de su entrega. Don Luis fue además
un hijo fiel de la Iglesia, como su maestra Santa Teresa, también él quiso
morir como hijo de la Iglesia y mira que le tocó padecer lo indecible por
alguno de sus superiores.
Precisamente para mostrar la sintonía que
existe entre la Adoración nocturna española y la doctrina oficial recogida en
el Catecismo de la Iglesia Católica, queremos aprovechar, como lo hubiera hecho
Don Luis, algunos de los números en los que profundiza sobre la oración. Son
una maravilla, que un Adorador tiene el deber de conocer.
LA ORACIÓN ES EL PRINCIPIO VITAL DE TODO CREYENTE
¿No escuchamos casi a diario en
la liturgia eucarística de la misa: «En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y
salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor Padre Santo, Dios
todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor»? Siempre y en todo lugar ha de dar cada
ser humano alabanzas y acción de gracias a nuestro Dios, siempre y en todo
lugar.
El
catecismo de la iglesia católica nos enseña:
(2697) La oración es
la vida del corazón nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin
embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo. Por eso, los Padres
espirituales, en la tradición del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la
oración como un «recuerdo de Dios», un frecuente
despertar la «memoria del corazón»: «Es necesario acordarse de Dios más a
menudo que de respirar» (San Gregorio
Nacianceno, Oratio 27 [teológica 1], 4).
Os subrayo lo que parece decírsenos a los adoradores: Pero no se puede orar «en todo tiempo» si no se
ora, con particular dedicación, en algunos momentos: son los tiempos fuertes de
la oración cristiana, en intensidad y en duración.
Se pregunta en el número (2558)
¿QUÉ ES LA ORACIÓN?
Y recuerda la dada por otra hija de Teresa, Santa Teresita del Niño
Jesús, también doctora de la Iglesia, quien la asume como propia: «Para
mí, escribe Teresita, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada
lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro
de la prueba como en la alegría (Santa Teresa
del Niño Jesús, Manuscrito C, 25r)
La oración es un don de Dios
(2559) “La oración es
la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes” (San Juan Damasceno)
¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro
orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde “lo más profundo” (Sal 130, 1) de un corazón
humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf Lc 18, 9-14). La humildad es la base de la oración. “Nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm 8, 26). La humildad es una
disposición necesaria para recibir
gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios (San Agustín, Sermón 56, 6, 9). Don Luis llamaba al
ser humano “la frontera de la nada” donde el Todo es nuestro Dios y
nosotros la nada.
«La maravilla de la oración se revela precisamente
allí, junto al pozo donde vamos a buscar nuestra agua: allí Cristo va al
encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber.
Jesús tiene sed, su petición llega desde las profundidades de Dios que nos
desea. La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la
sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él» (San Agustín,
De diversis quaestionibus octoginta tribus 64, 4).
La oración como Alianza
(2562) ¿De dónde viene
la oración del hombre? Cualquiera que
sea el lenguaje de la oración (gestos y palabras), el que ora es todo el hombre. Sin embargo,
para designar el lugar de donde brota
la oración, las sagradas Escrituras hablan a veces del alma o del espíritu, y
con más frecuencia del corazón (más de mil veces). Es el corazón el que ora. Si éste está alejado de Dios, la expresión de la
oración es vana.
(2563) El corazón es
la morada donde yo estoy, o donde yo habito (según la expresión semítica o
bíblica: donde yo “me adentro”). Es nuestro centro escondido, inaprensible, ni
por nuestra razón ni por la de nadie; sólo el Espíritu de Dios puede sondearlo
y conocerlo. Es el lugar de la decisión, en lo más profundo de nuestras
tendencias psíquicas. Es el lugar de la verdad, allí
donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar del encuentro, ya que a
imagen de Dios, vivimos en relación: es el lugar de la Alianza.
Termino con unas palabras de Don Luis del
año 1889:
«“La adoración ha de revestir la doble forma de ser al propio tiempo acto del alma y tener algo
de la manifestación externa. La obra
externa del Guardia nocturno de S. D. M. consiste en la recitación de los
Salmos, en la actitud reverente, en la compostura y ademán respetuoso, y en la
pronunciación clara y distinta de las voces que se usan en el Oficio Divino o
en las oraciones vocales.
El culto interno, a su vez, impone la humildad
sincera, la atención e intención y advertencia de lo que se hace con el
recuerdo de la real presencia, y sobre todo
en la aplicación de la mente a pensamientos y discursos, que engendran en el
corazón sentimientos de temor, amor, compasión, arrepentimiento, etc., que
conduzcan en fin a acrecentar el amor de Dios, y a cumplir su voluntad.” »
Preguntas para el diálogo y la meditación.
■ ¿Si los Santos Padres al ser humano que descubre la
presencia de Dios en nuestro vivir de cada día le recomendaban la oración
con la misma frecuencia que la respiración por qué tenemos que ser adoradores
eucarísticos nocturnos, si sólo se nos exige acudir a la vigilia una vez al
mes?
■ ¿Por qué podemos decir que somos unos mendigos de Dios
y que nuestro corazón es el espacio real del encuentro y de la Alianza?
■ ¿Por qué la oración ha de ser a la vez una
manifestación externa y una vivencia interior que conduce a acrecentar el
amor de Dios y el cumplimiento de su voluntad?
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