EL CORAZÓN DE JESÚS... EN EL SAGRARIO
Estar en el
Sagrario significa venir del cielo todo un Dios,
hacer el milagro más estupendo de sabiduría, ¡poder y amor! para poder
llegar hasta la ruindad del hombre,
quedarse quieto, callado y hasta gustoso, lo traten bien o lo traten mal, lo pongan en casa
rica o miserable, lo busquen o lo desprecien, lo alaben o lo maldigan, lo adoren
como a Dios o lo desechen como mueble viejo... y repetir eso mañana, y pasado
mañana, y el mes que viene, y un año, y un siglo, y hasta el fin los siglos...
y repetirlo en este Sagrario y en el templo vecino y en el de todos los
pueblos... y repetir eso entre almas buenas, finas y agradecidas, y entre almas
tibias, olvidadizas, inconstantes y almas frías, duras, pérfidas, sacrílegas...
Eso es
estar el Corazón de Jesús en el Sagrario, poner en actividad infinita un amor,
una paciencia, una condescendencia tan grandes por lo menos como el poner que
se necesita para amarrar a todo un Dios al Carro de tantas humillaciones.
¡ESTÁ AQUÍ¡
¡Santa,
deliciosa, arrebatadora palabra que dice a mi fe más que todas
las maravillas de la tierra y todos los milagros del Evangelio, que da a mi esperanza la posesión anticipada de
todas las promesas y que pone estremecimientos de placer divino en el amor de mi alma!
¡ESTÁ AQUÍ¡
Sabedlo,
demonios que queréis perderme,
que tratáis de sonsacarme, enfermedades que ponéis tristeza en mi vida,
contrariedades, desengaños, que arrancáis lágrimas a mis ojos y gotas de sangre
a mi corazón, pecados que me atormentáis con vuestros remordimientos, cosas
malas que me asediáis, sabedlo, que el Fuerte, el Grande, el Magnifico, el
Suave, el Vencedor, el Buenísimo Corazón de Jesús está aquí, ¡aquí en el
Sagrario mío!
Padre
eterno, bendita sea la hora en que los labios de vuestro Hijo unigénito se
abrieron en la tierra para dejar salir estas palabras: «¡Sabed que yo estoy
todos los días con vosotros
hasta la consumación de los siglos!»
Padre,
Hijo y Espíritu Santo, benditos seáis por cada uno de los segundos que está con
nosotros el Corazón de Jesús en cada uno de los Sagrarios de la tierra.
¡Bendito, bendito Immanuel!...
+ Beato Manuel González - "El
Obispo de los Sagrarios Abandonados"
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