TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 21 de septiembre de 2013

Coptos del siglo XXI


Estimados benefactores y amigos:
     Egipto está sufriendo en los últimos años una situación de revueltas políticas y sociales que afecta especialmente a los grupos más vulnerables, entre ellos la minoría cristiana, que supone un 10% de la población. Los coptos, que durante regímenes políticos anteriores sufrieron graves discriminaciones, ahora se sienten amenazados por los islamistas radicales que les acosan y atacan, aprovechando el caos que vive el país.
     Se estima que cerca de 80 iglesias y centenares de casas y de comercios de cristianos han sido saqueados o destruidos en diferentes zonas del país. En estas circunstancias, el Patriarca de la Iglesia copto-católica, Ibrahim IsaakSedrak, nos ha dirigido una carta en la que expresa: "Hemos recibido bastantes amenazas y rogamos a Dios que proteja las iglesias, a las personas y al país". Y nos dirige dos peticiones muy especiales:
     En primer lugar, ayuda económica para construir un muro alrededor de la catedral de Alejandría y que los que acuden al templo puedan sentir la seguridad de no ser apedreados u objeto de un atentado… La segunda petición nos toca el lado más humano. Se trata de ayudar a familias que han perdido su fuente de ingresos porque los radicales han destrozado sus comercios.

¡Atendamos a este grito de socorro! y no olvidemos rezar por ellos para que Dios les dé un futuro en paz y libertad.

Javier Menéndez Ros Director de AIN – España
                                                                   Madrid, 12 de septiembre de 2013        





   Proceden de los mismísimos faraones, pero entre persecución y persecución -desde los romanos a la actualidad-, los cristianos coptos egipcios han quedado relegados a minoría marginada, aunque sean unos ocho millones. Su historia es apasionante:

     Alguien ha dicho alguna vez  que los coptos no son más que chivos expiatorios de una sociedad que necesita encontrar un culpable. El más fácil y cercano, Occidente. Y a ojos de un musulmán, quizá nada más occidental que un cristiano, nada más lejano de la pureza y derechez del islam que un cristiano.
     Los coptos, esos cristianos atávicos, de catacumba y monjes primigenios, son hoy erróneamente identificados en Egipto con la prosperidad de un Occidente que en realidad se desmorona dramáticamente, casi como un moderno imperio romano, frente a la rabia de un Oriente joven y potente en el que las masas, espirituales y hambrientas, rugen de desesperación. Nobles, cultos y arrinconados Los coptos no representan hoy más que entre el 6 y el 10% de la población egipcia, unos ocho millones de seres para una población de 82. Sin embargo, están en la esencia misma del origen de este pueblo; los coptos son el corazón y el mismo alma del Egipto actual De hecho, su historia la encierra su propio nombre, el término copto procede del griego azgyptíos, que simplemente significa egipcio, sincopado después en kuptios. Después, la palabra pasó al árabe como qub o qíbyya de ahí a su denominación castellana.
    Los siglos de persecuciones, primero a manos de los romanos, después de Bizancio y más tarde por los musulmanes árabes     -ya fueran otomanos, los primeros que prohibieron la construcción de templos de la fe cristiana en territorio egipcio, o bereberes- han dejado rastro no sólo en el imaginario de estos cristianos árabes, sino en su arte y su literatura. Los templos coptos están plagados de pinturas y artesonados que recuerdan Matanzas y persecuciones y su propia historia y literatura religiosa se divide por épocas del sufrimiento, como el siglo III, la Edad del Martirio, o el siglo VII, la Era de las grandes Tribulaciones.
     Evangelizados por San Marcos, muchas de las familias coptas que hoy viven en Egipto, sobre todo en Alejandría, descienden directamente de los faraones.
     Hubo un tiempo en que la mayoría de la población egipcia era copta, tanto que en El Cairo o en Alejandría se hablaba su idioma litúrgico, el copto, una lejana lengua vernácula que ya se hablaba en época de Ptolomeo y que apenas ha cambiado desde entonces, al igual que su alfabeto. La célebre escuela de Alejandría, cuna de genios de la ciencia, la religión, las matemáticas y dónde nació el braille -con letras esculpidas en madera- o el sistema del comentario de texto, fue famosa por ellos, que la poblaron y mantuvieron durante siglos.
     La fe de los coptos desciende directamente de San Marcos, uno de los cuatro evangelistas, mártir en Alejandría en el 68 d. C cuando, apresado por la soldadesca romana, fue muerto y arrastrado por las calles con la cabeza a ras de suelo. Sus seguidores, miembros de la Iglesia Copta, pasaron a denominarse de esta manera después del gran cisma de Oriente en 471.
     La emigración es la dolorosa salida para un pueblo que accede sólo a puestos míseros, los coptos egipcios han vivido una penosa travesía que les ha llevado a no tener acceso a trabajos de calidad: no hay ningún cargo de responsabilidad pública, ningún potítkxi copto, ningún personaje público, cero representatividad para casi 10 millones de ciudadanos. Hoy, la indefensión frente, no ya a las agresiones que desde años atrás son comunes, sino a las bombas puestas en sus iglesias y a los atentados que han acabado con la vida de cientos de personas, es total.
                                                                                                               ÉPOCA 129 Ana Dávila
Domingo 30 de octubre de 2011




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