TIEMPO LITÚRGICO

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viernes, 17 de septiembre de 2021

DE LOS ESCRITOS DEL VENERABLE D. LUIS DE TRELLES

SAN JOSÉ Y LA EUCARISTÍA (I)

 

    A primera vista no hay conexión ninguna entre estos dos asuntos, porque es de tradición incontestada, que el Padre nutricio y putativo de Jesús, falleció antes de la vida pública del Señor, y que Él mismo cerró a aquél los ojos, acompañado de María Santísima, por la cual doble circunstancia es San José abogado de la buena muerte. Pero, investigando las cosas en su fondo, hay para el Patriarca José relaciones causales con el Santísimo Sacramento, que no pueden pasar inadvertidas para el devoto del Esposo de María y del misterio Eucarístico.

     No cabe duda, que José ejerció cerca de su Hijo adoptivo un ministerio de protección y patrocinio que es su más excelente mérito, y que supone una gran dignidad en el elegido y una alta gracia de Dios, secundada por una correspondencia perfecta. Y no es menos cierto que el grano Eucarístico, sembrado en la tierra y de cuya muerte salió tanta vida, fue criado, formado y desarrollado al amparo visible y por el trabajo de San José, quien alcanzó el privilegio de mantener, con el salario o recompensa del sudor de su frente, a Cristo Nuestro Señor; y siendo evidentes las relaciones de causa y efecto, no pueden ser lo menos la participación en el producto, y el honor de la obra, en el que contribuye a la primera materia, que sirve para elaborarlo y crearlo, aunque varíe su forma y modo de existencia. De lo que se infiere que José contribuyó y cooperó activamente a la Eucaristía, toda vez que también tuvo parte activa en mantener, o mejor, sostener al Hombre Dios en su vida secreta, de la que surgió inmediatamente la vida pública, la de pasión y muerte, y todas las evoluciones del niño al hombre que pasaron y se desarrollaron bajo el amparo del Padre nutricio de Jesús.

   Nadie duda, por otra parte, de la acción y concurrencia espiritual, intencional y misteriosa pero real, de María a todos los trances de la vida, pasión y muerte de Jesús, puesto caso que ésta ha sido Madre de Jesús, titulo y oficio que no perdió nunca en todos los trámites de la vida de su Divino Hijo; ni duda nadie que la sustentación y vida maternal y virtudes de la Reina de los Ángeles, corrió al abrigo de los trabajos del artesano humilde de Nazareth, otorgando Dios a Aquella en su providencia especial el auxilio de un Esposo, uniéndola y desposándola en tal concepto con San José.

     De todos estos antecedentes y observaciones se infiere, que José fue cooperador activo e indispensable, dados los decretos de Dios, de la obra maestra del amor Divino, de la Eucaristía, que es, por decirlo así, la quinta esencia y el memorial auténtico y efectivo de todas las misericordiosas maravillas de la vida de Cristo.

     Podríamos a esto añadir, que José dispensó al Redentor, con el título de Hijo, una especie de salvo conducto de honor, encubriendo así a los ojos profanos el origen verdadero de Jesús y bajo el escudo del Patriarca se conservó para los que no debían saberlo, la honra de la Madre y la del Hijo, respecto de todos los que no conocieron en aquellos tiempos el misterio de Dios.

  

(La Lámpara del Santuario. Tomo XXI, 1890, págs.125-134)


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