TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 27 de febrero de 2021

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 28 DE FEBRERO DEL 2021, 2º DE CUARESMA (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)

 « ÉSTE ES MI HIJO AMADO… ESCUCHADLO»

 

Mc. 9. 2-10

 

     En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Maestro, ¡Qué bien estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra Moisés y otra para Elías". En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.

   Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: "Éste es mi Hijo amado, escuchadlo". En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de "resucitar de entre los muertos".

 

Otras Lecturas: Génesis 22,1-2.9-13.15-18; Salmo 115; Romanos 8,31b-34

 LECTIO:

     El segundo domingo de cuaresma es el domingo de la transfiguración del Señor. “Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta y se transfiguró delante de ellos”. Es una escena evangélica muy atrayente, yo diría incluso fascinante. Se presenta Jesús con Elías y Moisés y deja traslucir en su rostro y en sus vestidos el fulgor de su divinidad. Se trata de una teofanía, esto es, de una manifestación de la divinidad en la carne humana de Cristo.

     La reacción de los apóstoles fue de asombro superlativo, quedaron encandilados al verle, se sentían atraídos como se sintió Moisés ante la zarza ardiente en el monte Sinaí. Y Pedro exclamó: “¡Qué bien se está aquí!”. Cuando Dios se revela, cuando Dios se comunica, el corazón humano experimenta una gran paz, como una gran plenitud. El corazón humano está hecho para Dios y cuando Dios se le revela, experimenta un gozo que supera todo otro deleite. Eso será el cielo, del que Dios nos da sus anticipos en la tierra. Es la consolación espiritual, que tantas veces nos visita y nos da fuerzas para afrontar las dificultades que vinieren.

     Este Jesús de los evangelios aparece en esta escena como prolongación del bautismo en el Jordán, donde la teofanía fue parecida a esta del Tabor. También allí se oía la voz del Padre, envolviendo a Jesús con el Espíritu Santo y presentándolo con las mismas palabras: “Este es mi Hijo amado, escuchadlo”… (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)

 MEDITATIO:  

     El Evangelio hoy, segundo domingo de Cuaresma, nos invita a contemplar la transfiguración de Jesús. Este episodio está ligado a lo que sucedió seis días antes, cuando Jesús había desvelado a sus discípulos que en Jerusalén debería «sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitado a los tres días». (Papa Francisco)

     Este anuncio había puesto en crisis a Pedro y a todo el grupo de discípulos, que rechazaban la idea de que Jesús terminara rechazado por los jefes del pueblo y después matado. Ellos, de hecho, esperaban a un Mesías poderoso, fuerte, dominador; en cambio, Jesús se presenta como humilde, como manso, siervo de Dios, siervo de los hombres, que deberá entregar su vida en sacrificio, pasando por el camino de la persecución, del sufrimiento y de la muerte. Pero ¿cómo poder seguir a un Maestro y Mesías cuya vivencia terrenal terminaría de ese modo? (Papa Francisco)

   La transfiguración ayuda a los discípulos, y también a nosotros, a entender que la pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento, pero es sobre todo un regalo de amor, de amor infinito por parte de Jesús. (Papa Francisco)

     El evento de Jesús transfigurándose sobre el monte nos hace entender mejor también su resurrección. Para entender el misterio de la cruz es necesario saber con antelación que el que sufre y que es glorificado no es solamente un hombre, sino el Hijo de Dios, que con su amor fiel hasta la muerte nos ha salvado. El padre renueva así su declaración mesiánica sobre el Hijo, ya hecha en la orilla del Jordán después del bautismo y exhorta: «Escuchadle». (Papa Francisco)

 ORATIO:

     Gracias, Padre Bueno, porque así te ha parecido bien, revelarnos en Cristo Jesús el amor que le tienes y en Él revelarnos que nos quieres y que quieres que seamos obedientes.

Que nos dejemos siempre iluminar

por el resplandor de tu luz

y por la energía de tu resurrección.

 CONTEMPLATIO:

«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí!»

 

   Camino de la Pascua, la transfiguración viene a mostrarnos la meta, para que se nos haga llevadero el camino. A dónde nos dirigimos cuando hemos empezado el camino de la ascesis cuaresmal, en la que tan pronto nos cansamos. Teniendo en el horizonte la meta, la dureza del camino no nos eche para atrás. Es lo que hizo Jesús con sus tres apóstoles. Después de haberles anunciado su muerte en la Cruz, subió a la montaña alta y allí les mostró el resplandor de su luz para testimoniar de acuerdo con la ley y los profetas que por la pasión se llega a la gloria de la resurrección, como dice el prefacio de este domingo.

     Estamos llamados a esa transfiguración, nuestra vida irá cambiando por la acción del Espíritu Santo hasta convertirnos en una criatura nueva, hasta hacernos parecidos a Jesús. En eso consistirá la resurrección, que nos transformará incluso en nuestro cuerpo. La transfiguración del Señor encandila nuestros sentidos y por la fuerza de su atracción salimos de nuestros esquemas y de nuestras estrecheces y se nos abre un horizonte amplio, lleno de luz y de libertad [...]

     Eso es la cuaresma, todo un entrenamiento en la vida cristiana, fascinados por Cristo resucitado, atraídos por la fuerza de su Cruz, con la esperanza de que en nosotros se produzca un cambio, una metamorfosis, una transfiguración como la que aparece en el monte Tabor. Hemos nacido para ser divinizados. (+ Demetrio Fernández - Obispo de Córdoba)

 

 

   Por lo demás y al margen de este admirable y arcano espectáculo de la gloria de Cristo, ocurrió además otro hecho útil y necesario para consolidar la fe en Cristo, no sólo de los discípulos, sino también de nosotros mismos. Allí, en lo alto, resonó efectivamente la voz del Padre que decía: Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo. (S. Cirilo de Alejandría)

 

1 comentario:

  1. La versión de Marcos de la transfiguración nos hace resaltar que no se puede llegar al monte de la desfiguración, del calvario, sin subir a la montaña alta, al monte de la contemplación.

    Somos invitados a subir con El. Contigo Señor y como tú nos recuerda San Ignacio de Loyola.
    El Señor se presenta transfigurado, más allá de su figura y conversando con Moisés, la Ley y con Elías el contemplativo. Es el momento de exclamar con Pedro, Señor que bien se está contigo, aquí.
    Es el monte de la Transfiguración y el Jordán, donde Jesús baja y pasa como un pecador en un bautismo general, donde se escucha la Voz del Padre, la misma voz de complacencia en lo Alto y en lo bajo, Tú eres mi hijo amado en quien me complazco.


    + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
    Primado de España

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