TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 13 de diciembre de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 13 DE DICIEMBRE DEL 2020, 3º DEL ADVIENTO "DOMINGO GAUDETE" (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)

 «ALLANAD EL CAMINO DEL SEÑOR»

 

Jn. 1.6-8. 19-28


     En aquel tiempo, surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.  No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. Y éste es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: « ¿Tú quién eres?». Él confesó y no negó; confesó: «Yo no soy el Mesías». Le preguntaron: « ¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No lo soy». « ¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No». Y le dijeron: « ¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».

   Entre los enviados había fariseos  y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».  Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia». Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

 

Otras Lecturas: Isaías 61,1-2a.10-11; Salmo Lc 1,46..; Juan 1, 6-8.19-28

 LECTIO:

    Hay un sobrenombre para este tercer domingo de Adviento: “gaudete”, el domingo del “alegraos”. Hace una semana recordábamos que el Adviento nos debe conducir a un cambio en nuestra vida cristiana, a un allanar los caminos abajando las altiveces, enderezando los entuertos, desmantelando las trampas, desarmando los conflictos... para que el Señor vuelva a entrar de lleno en nuestro quehacer cotidiano.

     la liturgia de este domingo nos viene a recordar que la alegría cristiana se llama también esperanza, porque la esperanza cristiana genera alegría. Isaías, entreviendo el día de la llegada del Mesías exclamaba: “desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios”. El profeta añadirá una hermosa comparación para comprender su dicha: “como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos”[…]

     La alegría de saber que un mundo nuevo empieza cada vez que hacemos hueco en nosotros y entre nosotros, al Reino de Dios que Jesús nos trajo. Esta es la buena noticia: vendar los corazones desgarrados, rehabilitar a los cautivos y libertar a los prisioneros (sean cuales sean los desgarrones, las cautividades y las prisiones). Dios viene. El año de gracia es proclamado… (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo)

 MEDITATIO:

    Los domingos pasados la liturgia subrayó lo que significa tener una actitud de vigilancia y lo que implica concretamente preparar el camino del Señor. En este tercer domingo de Adviento, llamado «domingo de la alegría», la liturgia nos invita a entender el espíritu con el que tiene lugar todo esto, es decir, precisamente, la alegría. San Pablo nos invita a preparar la venida del Señor asumiendo tres actitudes Primero, la alegría constante; segundo, la oración perseverante; tercero, el continuo agradecimiento. Alegría constante, oración perseverante y continuo agradecimiento. (Papa Francisco)

   La primera actitud, alegría constante: «Estad siempre alegres», dice san Pablo. Es decir, permanecer siempre en la alegría, incluso cuando las cosas no van según nuestros deseos; pero está esa alegría profunda que es la paz: también eso es alegría, está dentro. […] (Papa Francisco)

    La alegría que caracteriza la espera del Mesías se basa en la oración perseverante. Esta es la segunda actitud. San Pablo dice: «Orad constantemente». Por medio de la oración podemos entrar en una relación estable con Dios, que es la fuente de la verdadera alegría. La alegría del cristiano no se compra, no se puede comprar; viene de la fe y del encuentro con Jesucristo, razón de nuestra felicidad. […] (Papa Francisco)

  La tercera actitud indicada por Pablo es el continuo agradecimiento, es decir, un amor agradecido con Dios. Él, de hecho, es muy generoso con nosotros y nosotros estamos invitados a reconocer siempre sus beneficios, su amor misericordioso, su paciencia y bondad, viviendo así en un incesante agradecimiento…. Alegría, oración y gratitud son tres comportamientos que nos preparan para vivir la Navidad de un modo auténtico. (Papa Francisco)

 ORATIO:

     Haz de mí, Señor, un cristiano alegre: alegre como Juan al ver la luz que ya llega, al sentirse voz al servicio de la Palabra; alegre como el profeta al saberse lleno de tu Espíritu de santidad; alegre como María al reconocer y cantar lo que has hecho por mí y en mí.

Quiero, Señor, también ser voz,

voz de lo que llevo dentro

y quiere salir con fuerza de mí.

 CONTEMPLATIO:

«en medio de vosotros hay uno que no conocéis»

     En el Evangelio leemos el testimonio de Juan el Bautista. El texto que precede a estas palabras del Evangelio según san Juan es el prólogo en el que se afirma con claridad: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros». Aquello que en el prólogo se anuncia, ahora en el Evangelio, paso a paso, se manifiesta.  El misterio del Verbo encarnado es misterio de salvación para la humanidad: «La gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo». La salvación nos viene por Jesucristo, y la fe es la respuesta a la manifestación de Cristo.

   El misterio de la salvación en Cristo está siempre acompañado por el testimonio. Jesucristo mismo es el «Amén, el Testigo fiel y veraz». Juan Bautista es quien da testimonio, con su misión y mirada de profeta: «En medio de vosotros está uno (…) que viene detrás de mí». Y los Apóstoles así entienden la misión: «A este Jesús, Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos».

     La Iglesia toda ella, y por tanto todos sus miembros, tenemos la misión de ser testigos. El testimonio que nosotros traemos al mundo tiene un nombre. El Evangelio es el mismo Jesucristo. Él es la “Buena Nueva”. Y la proclamación del Evangelio a lo largo de todo el mundo hay que entenderla también en clave de testimonio que une inseparablemente el anuncio y la vida. Es conveniente recordar aquellas palabras del papa Pablo VI: «El hombre contemporáneo escucha mejor a quienes dan testimonio que a quienes enseñan (…), o, si escuchan a quienes enseñan, es porque dan testimonio». (+ Román Casanova - Obispo de Vic).

 

 

   El evangelio es una «buena nueva», es un reino en el que no puede faltar la alegría. Un cristiano irremediablemente triste no es auténticamente cristiano. Hemos sido llamados a vivir y a dar testimonio de este clima de vida nueva, alimentado por un gozo trascendente, que el dolor y los sufrimientos de todo orden de nuestra presente existencia no pueden sofocar y sí provocar a una expresión simultánea y victoriosa (Pablo VI).

 

1 comentario:

  1. La versión del evangelista Juan nos presenta la profunda identidad del Bautista, que prepara los caminos del Señor.
    Su profunda humildad. No disimula lo que es y lo que no es. Podía Instalarse en la ambigüedad. Su grandeza es su transparencia que conmueve el corazón del Señor.
    Es su vida entregada y su deseo de que el Señor sea conocido, pues anunciará que está entre nosotros el que no conocéis.
    La grandeza del Bautista es que en su bautismo de conversión, de pecadores, acepta a Jesús en la cola de todos los pecadores del mundo y le dice que no es digno de desatarle ni la correa de la sandalia. No hay santidad sin humildad y sin ponerse de rodillas ante el Dios que nace pobre en Belén.

    + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
    Primado de España

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