TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

viernes, 4 de septiembre de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 6 DE SEPTIEMBRE DEL 2020, 23º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)


«DONDE DOS O MÁS SE REÚNAN EN MI NOMBRE, ALLÍ ESTOY YO CON ELLOS»

Mt. 18. 15-20

     En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
     En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos. Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.


Otras Lecturas: Ezequiel 33,7-9; Salmo 94; Romanos 13,8-10

LECTIO:
"Si tu hermano peca, repréndelo". Primero a solas, luego con algún hermano más como testigo, y finalmente si es necesario, con toda la comunidad delante...
Lo que hay en el fondo de este modo cristiano de afrontar el pecado ajeno es precisamente considerar que el problema del otro es también el mío, es decir, que el Pueblo de Dios que Jesús ha puesto en marcha es co-responsable de su salvación.
Formamos parte de una misma comunidad de origen y destinoSomos ese nuevo Pueblo que camina junto en la peregrinación apasionante de la vida y de la fe. Por eso NO es indiferente que otros vivan en la luz o en la tiniebla, en la verdad o en la mentira, en el amor o en el egoísmo
Otra cuestión es el modo de reprender, es decir, la actitud con que se hace. En el cristiano está excluida una reprensión que nazca de la arrogancia, de la soberbia, del puritanismo fariseo... La reprensión cristiana tiene otro matiz, que es preci­samente la que la hace bella y justa: ser para el otro como un vigía fraterno que avisa del peligro, que señala el error, que urge a la conversión y anima a la confianza esperan­zada. Y por eso nace del amor más grande: desear la Verdad y la Luz que provie­nen de Dios, como el mayor bien que el otro puede tener. La reprensión cris­tiana en una compañía llena de perdón y ternura que nos acompaña hacia el encuentro con la misericordia de Dios. (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo).

MEDITATIO:
     Jesús nos manda a confrontarnos con esos modos de conducta, esos estilos de vida que dañan el cuerpo social, que destruyen la comunidad. ¡Cuántas veces se «normalizan» —se viven como normales— procesos de violencia, exclusión social, sin que nuestra voz se alce y nuestras manos acusen proféticamente! (Papa Francisco)
       Jesús en el Evangelio nos señala la posibilidad de que el otro se cierre, se niegue a cambiar, persista en su mal. No podemos negar que hay personas que persisten en pecados que hieren la convivencia y la comunidad… «Dar el primer paso», salir al encuentro de los demás con Cristo, el Señor. Él nos pide siempre dar un paso decidido y seguro hacia los hermanos, renunciando a la pretensión de ser perdonados sin perdonar, de ser amados sin amar. (Papa Francisco)
     Sólo si ayudamos a desatar los nudos, desenredaremos la compleja madeja de los desencuentros: se nos pide dar el paso del encuentro con los hermanos, atrevernos a una corrección que no quiere expulsar sino integrar; se nos pide ser caritativamente firmes en aquello que no es negociable la exigencia es construir la paz, «hablando no con la lengua sino con manos y obras» y levantar juntos los ojos al cielo: Él es capaz de desatar aquello que para nosotros parece imposible, Él nos prometió acompañarnos hasta el fin de los tiempos, y Él no va a dejar estéril nuestro esfuerzo. (Papa Francisco)

ORATIO:
           Descubro que «el Señor reprende a quien ama, como un padre a su hija predilecto» (cf Prov 3,12). Descubro que «él reprende, corrige, enseña y conduce como un pastor su rebaño» (cf Sir 18,13)… Señor, ayúdame a ser según tu Palabra.

Pon en mí un corazón dócil para que te escuche
y valiente para que cumpla tu voluntad…
porque eres Tú quien hace posible el don de la fraternidad,

CONTEMPLATIO:

"Os aseguro que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo"

     Estas palabras, acogidas con fe, abren el corazón a la confianza. Dios es padre misericordioso, que escucha la invocación de sus hijos adoptivos.  Cuando los creyentes oran, conmueven el corazón de Dios, para el que nada es imposible  El hombre moderno se muestra seguro de sí y, sin embargo, especialmente en ocasiones cruciales, debe reconocer su impotencia:  experimenta la incapacidad de intervenir y, en consecuencia, vive en la incertidumbre y en el miedo. En la oración, impregnada de fe, reside el secreto para afrontar, no sólo en las emergencias, sino también día a día, los esfuerzos y los problemas personales y sociales.  Quien ora no se desanima ni siquiera ante las dificultades más serias, porque siente a Dios a su lado y encuentra refugio, serenidad y paz entre sus brazos paternos...
     Amadísimos hermanos y hermanas Es muy importante orar cada día, personalmente y en familia. Que orar, y orar juntos, sea el aliento diario de las familias, de las parroquias y de toda comunidad. (San Juan Pablo II, pp)
                                                                                                                            


  “Por tanto, debemos corregir con amor: no deseando dañar, sino buscando la enmienda. Si somos así, cumplimos con exactitud lo que hoy se nos ha aconsejado: Si tu hermano peca contra ti, corrígele a solas Si lo haces por amor a ti mismo, nada haces. Si lo haces por amor hacia él, tu acción es óptima. Advierte, además, en el mismo texto qué amor ha de impulsar tu acción: si el amor a ti mismo, o el amor al hermano. Si te escucha —dice— has ganado a tu hermano. Hazlo, pues, por él, para ganarlo a él. Si con tu acción lo ganas, en el caso de no haber actuado tú, habría perecido”. (San Agustín).

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