TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 20 de septiembre de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 20 DE SEPTIEMBRE DEL 2020, 25º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)

 «MIS PLANES NO SON VUESTROS PLANES»

 

Mt. 20. 1-16

 

       En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: “Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido”. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”. Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”. Él replicó a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».

 Otras Lecturas: Isaías 55,6-9; Salmo 144; Filipenses 1,20c-24.27ª

 LECTIO:

     El Evangelio de este domingo trata de aclarar, de precisar mejor lo que implica seguir a Jesús y formar parte de su nuevo Pueblo. Será Pedro quien coja la palabra para abundar en el tema: "nosotros lo he­mos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué obtendremos como recompensa?"… La parábola de Jesús era clara hasta la provocación. Desde el amanecer hasta el atardecer, incluyendo la media mañana, el medio día y la media tarde, el propie­tario de la parábola fue contratando en diversos turnos a varios jornaleros.

     Tan sólo con los de la primera hora había fijado el salario: un denario por jornada. Al resto les pagaría "lo debido". El momento del pago resultó un tanto emocionante cuando a los de la última hora les entregó precisamente un denario: exactamente igual que a los primeros.

     Esta era la respuesta de Jesús a Pedro. Y este era el "convenio laboral" de aquel propietario que en el fondo representa a Dios. A unos y a otros da lo mismo, o mejor di­cho, les da lo más que puede dar: a su propio Hijo. Y este "salario" lógicamente, no está en función de las horas trabajadas, sino en función de la generosidad del dueño de la viña: su amor desmedido… (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm. Arzobispo de Oviedo).

 

MEDITATIO:

     El dueño de un viñedo, que representa a Dios, sale al alba y contrata a un grupo de trabajadores, concordando con ellos el salario para una jornada. Después sale también en las horas sucesivas, hasta la tarde, para contratar a otros obreros que ve desocupados. Al finalizar la jornada, el dueño manda que se dé dinero a todos, también a los que habían trabajado pocas horas […] Aquí Jesús no quiere hablar del problema del trabajo y del salario justo, ¡sino del Reino de Dios! Y el mensaje es éste: en el Reino de Dios no hay desocupados, todos están llamados a hacer su parte; y todos tendrán al final la compensación que viene de la justicia divina —no humana, ¡por fortuna! —, es decir, la salvación que Jesucristo nos consiguió con su muerte y resurrección. Una salvación que no ha sido merecida, sino donada, para la que «los últimos serán los primeros y los primeros, los últimos». (Papa Francisco)

     Con esta parábola, Jesús quiere abrir nuestros corazones a la lógica del amor del Padre, que es gratuito y generoso. Se trata de dejarse asombrar y fascinar por los «pensamientos» y por los «caminos» de Dios que, como recuerda el profeta Isaías no son nuestros pensamientos y no son nuestros caminos. Los pensamientos humanos están, a menudo, marcados por egoísmos e intereses personales y nuestros caminos estrechos y tortuosos no son comparables a los amplios y rectos caminos del Señor. Él usa la misericordia, perdona ampliamente, está lleno de generosidad y de bondad que vierte sobre cada uno de nosotros, abre a todos los territorios de su amor y de su gracia inconmensurables, que solo pueden dar al corazón humano la plenitud de la alegría. (Papa Francisco)

 ORATIO:

     Señor, gracias por salir a mi encuentro a la “plaza de la vida”, donde estaba “parado” por no encontrar “propietario” que me ofreciera un “jornal justo”. Saliste a buscarme… Gracias por haber tenido la suerte de haber podido entrar a trabajar en tu viña.

Señor, concédenos la alegría de vivir sumergidos

en la generosidad del Padre,

conscientes que la recompensa será desproporcionada.

 CONTEMPLATIO:

«Amigo, ¿No nos ajustamos en un denario? »

      …En la viña de nuestro corazón es Dios el verdadero dueño y nosotros somos los operarios, llamados personalmente por Él para trabajarla. A lo largo de toda nuestra vida va saliendo a nuestro encuentro y nos llama, no busca su provecho, sino el nuestro y no se cansa, cualquier hora es buena para comenzar. En este texto resalta la justicia de Dios, a nadie le faltará lo necesario para vivir con la dignidad de un hijo de Dios, de eso ya se preocupa Él; aunque a nuestro alrededor se oigan voces de crítica, sin embargo, Dios no hace ninguna injusticia, porque les ha pagado lo que acordaron, lo que se creía correcto por jornada. A los “cotilleos” no les hace caso el Señor, lo que le interesa es que no nos falte lo necesario y la paga que nos regala es la vida eterna. A todos nos paga más de lo que merecemos, aunque hayamos comenzado a primera hora, así es el corazón de Dios, esa es su bondad. El amor es lo que hace a Dios salir al encuentro de los necesitados y no los abandona; como siempre, Él lleva la iniciativa, va en su busca, incluso cuando no se le ha pedido, porque el amor de Dios es muy grande y su misericordia es lo que nos salva (+ José Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena)

 

 

  Se te llama a la hora de sexta; ven. El amo también te ha ofrecido un denario si vienes a la undécima, pero que vivas hasta la hora undécima, eso nadie te lo ha prometido. No digo hasta la undécima, sino hasta la séptima. ¿Por qué, cierto del salario, mas incierto del día, haces esperar a quien te llama? Mira, no te quedes, por tu dilación, sin la prometida retribución (Agustín de Hipona).

1 comentario:

  1. Jesús sigue diciéndonos en parábolas la profundidad de la llamada en el Reino a trabajar en su viña. Todos somos llamados a colaborar con Jesús en la implantación de la civilización del Amor que tiene a Cristo, el dueño de la viña como Señor y Maestro. ¿Cuál es la enseñanza de esta parábola que, cuando no se explica bien, hacemos a Dios injusto y caprichoso?
    El amor y la preocupación del Señor por su viña que es su pueblo y cada uno de nosotros. Quiere que se trabaje para que se dé fruto y fruto abundante. Se mata por su viña.
    En su humildad Dios siempre cuenta con cada uno de nosotros para llevar adelante la obra de la creación, de la redención, de la santificación. Por eso va llamando. Sale a las plaza convoca a todos a cualquier hora del día. A todos les paga a su tiempo. La parábola nos sitúa en diferentes horarios para contratar; al amanecer, al mediodía y al atardecer. A todos les paga con un denario. La recompensa de quien sigue a Cristo es el mismo Cristo como recompensa. Los primeros esperan más que los últimos, que no habían llevado el peso de la jornada.
    Cuál es la moraleja, la enseñanza más profunda para que nos quedemos con la copla y nos hagamos al Señor caprichoso e injusto. Sencillamente lo que dice al final. ¿Vas a tener envidia porque yo soy bueno? Es la bondad de Dios que siempre y a cualquier hora y momento cuenta con nosotros para trabajar en su viña. No compararnos con nadie. Vivir en el agradecimiento de su bondad sabiendo que Dios siempre cumple sus promesas.

    + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
    Primado de España

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