TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 6 de junio de 2020

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 7 DE JUNIO DEL 2020, SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Arzobispo de Toledo. Primado de España)


«TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE ENTREGÓ A SU UNIGÉNITO»


Jn. 3. 16-18


     Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
     Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.          

Otras Lecturas: Éxodo 34,4b-6.8-9; Cántico de Daniel 3,52-56; 2Corintios 13, 11-13

LECTIO:
     El misterio de la Trinidad se resume en lo que nos dice hoy el Evangelio; “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Único para que no perezca ninguno”...  El amor salvífico de Dios es la clave de la Encarnación “por obra del Espíritu Santo” y enviado por el Padre “no para juzgar al mundo sino para salvarlo”.
     La clave siempre está en que lo que mueve el Amor de Dios, que no es un “solterón” que vaga sin sentido por el espacio sideral, sino Trinidad, es decir comunión de amor y familia, amor compartido.
   La Trinidad será la fuente del Amor, la fuente de la comunión de la vida comunitaria, de la Iglesia, cuando quiere vivir como familia que comparte los gozos, las esperanzas, las alegrías y los sufrimientos humanos, de una humanidad que sigue necesitada de redención, de salvación, de liberación… (+ Francisco Cerro - Arzobispo de Toledo, Primado de España)

MEDITATIO:
     La celebración de la solemnidad de la santísima Trinidad presenta a nuestra contemplación y adoración la vida divina del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: una vida de comunión y de amor perfecto, origen y meta de todo el universo y de cada criatura, Dios. (Papa Francisco)
     «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna». ¿Qué es esta vida eterna? Es el amor desmesurado y gratuito del Padre que Jesús ha donado en la cruz, ofreciendo su vida por nuestra salvación. Y este amor con la acción del Espíritu Santo ha irradiado una luz nueva sobre tierra y en cada corazón humano que le acoge; una luz que revela los rincones oscuros, las durezas que nos impiden llevar los frutos buenos de la caridad y de la misericordia. (Papa Francisco)
     En la Trinidad reconocemos también el modelo de la Iglesia, en la que estamos llamados a amarnos como Jesús nos amó. Es el amor el signo concreto que manifiesta la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es el amor el distintivo del cristiano, como nos dijo Jesús: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros». (Papa Francisco)

ORATIO:
     Gloria a ti, Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Gloria a ti, que eres el amor rebosante, que me acoges y me salvas en mi fragilidad. Gloria a ti, que me concedes entrar en comunión contigo y me revelas relaciones inimaginables… Gloria a ti, que lo eres Todo.

Creo en Ti Dios Padre, creo en Ti Dios Hijo,
creo en Ti Dios Espíritu Santo, aumenten mi fe.

CONTEMPLATIO:

      Lo que Dios quiere y desea, la razón por la que nos ha amado hasta la entrega doliente de su Hijo bienamado, el único, es para que nosotros podamos vivir, para siempre, sin perecer en ninguna forma de fracaso fatalista.
     Nuestra fe en el Dios en quien creemos no es la adhesión a una rara divinidad, tan extraña como lejana, sino que creyendo en Él creemos también en nosotros, porque nosotros –así lo ha querido Él– somos la difusión de su amor creador. Amarle a Él es amarnos a nosotros. Buscar apasionadamente hacer su voluntad, es estar realizando, apasionadamente también, nuestra felicidad. Desde que Jesús vino a nosotros y volvió al Padre, Dios está en nosotros y nosotros en Dios... como nunca y para siempre. (+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm -Arzobispo de Oviedo)




   Tenemos depositada toda nuestra esperanza y la confianza de la salvación de nuestras almas en tres personas, que conocemos con estos nombres: creemos en el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que es fuente de la vida; y en el Hijo unigénito del Padre, que es el autor de la vida, según afirma el Apóstol; y en el Espíritu Santo de Dios, del que dice el Señor: El Espíritu es quien da vida. (S. Gregorio de Nisa)


1 comentario:

  1. Así se despacha San Juan. Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo. Es un amor en familia, en comunidad, en vida trinitaria. El amor de Dios es un amor sin condiciones. Es un amor que a través de la Santísima Trinidad nos recuerda el Amor creador del Padre, el Amor redentor del Hijo y el amor santificador del Espíritu Santo, Señor y dador de vida. Es lo que recuerda siempre el gran Agustín; el Padre es el Amante, el Hijo es el amado y el Espíritu Santo es el Amor.
    En este texto del diálogo de Jesús con Nicodemo el Señor revela los secretos de su corazón en la medida en que nos experimentamos pobres y necesitados de su Amor. Sin el despojo de nuestra mentalidad siempre imprecisa, nunca el Señor nos revelará los secretos de su Corazón. Jesús revela siempre el Amor del Padre. A través de los dones del Espíritu Santo va haciendo que caigamos en la cuenta del Amor incondicional de Cristo como buena noticia para los que sufren. En la medida en que somos seducidos por el Amor del Padre, el Espíritu Santo forma en nosotros el Corazón de Cristo.
    El misterio de la Trinidad se revela a los sencillos, a los que no exigen pruebas, a los que viven en medio de las intemperies de la vida la comunión de vida y de amor. Jesús revela el misterio de la Trinidad con su propia vida. Siempre habla de cumplir la voluntad del Padre. Al final hablará siempre de otro Paráclito, otro abogado defensor que junto con Cristo nos defiende del Acusador, del que nos acusaba de día y de noche para hundirnos en nuestras miserias.
    El misterio de la Trinidad impregna toda la vida de la Iglesia. Todo se comienza y se concluye en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Es siempre un amor que salva y da la vida en abundancia. En medio de nuestras pruebas y dificultades sabemos que pertenecemos a la Trinidad, a la familia de Dios que nos da la vida a través de la Iglesia nuestra Madre y que nos ayuda a entregar la vida por la humanidad sufriente y pobre.


    + Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
    Primado de España

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