«QUIEN
NO LLEVE SU CRUZ DETRÁS DE MÍ NO PUEDE SER DISCÍPULO MÍO»
Lc. 14. 25-33
En aquel
tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene
conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus
hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo
mío.
Así, ¿quién de
vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los
gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, sí echa los cimientos y no
puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este
hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar."
¿O qué rey, si
va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez
mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no,
cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el
que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»
Otras lecturas: Sabiduría 9,13-18; Salmo
89; Filemón 9b-10.12-17
Dice el evangelio que “mucha gente
acompañaba a Jesús”. El paso del Señor, con sus milagros admirables, con su
enseñanza sorprendente, con su persona fascinadora, iba arrancando
“seguidores”, con toda la carga de entusiasmo y también de ambigüedad… Sí,
había mucha gente que iba tras Jesús, pero no todos por la misma razón. Así,
toda una gama de pretensiones ante Jesús… Él se vuelve y pregunta: y
tú, ¿por qué me sigues? El seguimiento cristiano y eclesial
de Jesús tiene unos claros identificadores.
Seguir a Jesús posponiendo
los afectos, incluso los más sagrados: padres, esposos, hijos, uno
mismo. “Post-poner”…situarlos después de Jesús, vivirlos en Él y desde Él. Todo
lo amable de la vida, hemos de colocarlo en el Amor que el Señor es y que nos
ha revelado. Ante Jesucristo, absolutamente todo lo demás será siempre menos
importante.
Seguir a Jesús renunciando
a todos los bienes, porque nadie puede servir a dos señores con un corazón
partido y dividido; allí donde está el tesoro de una persona, allí es donde
ella pone su corazón. … la primacía de Dios nos humaniza, evita el que
fácilmente seamos víctimas, cómplices o gestores de tanta corrupción campante.
Y por último, seguir a Jesús por su mismo camino, incluso ir con Él
siguiéndole hasta la cruz… Ser cireneos es caminar con Alguien que
es al mismo tiempo camino y caminante. Con todas las consecuencias, hasta el
final. (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo
de Oviedo)
MEDITATIO:
Jesús dice a sus discípulos: "El que
quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y venga
conmigo". Este es el estilo cristiano porque Jesús ha recorrido antes este
camino. Él lo ha hecho antes: el camino de la humildad, el camino también de la
humillación, de negarse a uno mismo y después resurgir de nuevo. Este es el
camino. (Papa
Francisco)
Jesús ha dado el ejemplo y aún siendo
igual a Dios, se humilló a sí mismo, y se ha hecho siervo por nosotros. Este
estilo nos salvará, nos dará alegría y nos hará fecundos, porque este camino de
renegarse a sí mismo es para dar vida, es contra el camino del egoísmo, de
estar apegado a todos los bienes solo para mí... Este camino está abierto a los
otros, porque ese camino que ha hecho Jesús, ese camino ha sido para dar vida. (Papa Francisco)
El seguimiento de Jesús es
un compromiso serio y al mismo tiempo gozoso; requiere radicalidad y esfuerzo
para reconocer al divino Maestro en los más pobres y descartados de la vida y
ponerse a su servicio. Los que sirven a los últimos y a los necesitados por
amor a Jesús no esperan ningún agradecimiento ni gratificación, sino que
renuncian a todo esto porque han descubierto el verdadero amor. (Papa Francisco)
ORATIO:
Perdóname, Señor, pero hoy me supone una
gran fatiga comprender unas exigencias tan rigurosas.
Señor, voy a intentar querer lo que Tú quieres
y hacer Tu voluntad contra la mía.
Quiero, dejaré ser lo que Tú eres…
CONTEMPLATIO:
“Si alguno se viene conmigo y no pospone a
su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus
hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío”. Jesús sabe que sus
discípulos ponían su confianza en las cosas del mundo y no en Dios. Seguir
a Cristo implica dejarlo TODO, implica conversión y también desapegos a aquellas cosas que no nos hacen libren o que
simplemente condiciona el camino de seguimiento.
El
estilo cristiano, sin cruz no es cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús,
no es cristiana. El estilo cristiano
toma la cruz con Jesús y va adelante. No sin cruz, no sin Jesús.
«el que no renuncia a
todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»
Quien se aventura a seguir a Jesús,
aceptando su compañía de Maestro y Señor, comprobará que la vida no se le torna
sombría y plomiza sino que tendrá una alegría que nadie le podrá quitar.
Seguir a Jesús perdiéndolo todo, es la apasionante y paradójica forma de encontrarlo todo, porque Jesús no es
rival más que de todo lo que pervierte, idolatra y deshumaniza el corazón.
Seguimos a un Dios vivo que ama la vida y nos enseña a vivirla. (+Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo
de Oviedo)
■… La cruz es la
puerta de los misterios; por esta puerta entra el Intelecto en el conocimiento
de los misterios celestiales. El conocimiento de la cruz está escondido en los
sufrimientos de la cruz; y en la medida en que se participa en ellos, se
experimenta lo que hay en la cruz, según las palabras del apóstol:«En
la misma medida en que abunden en nosotros los sufrimientos de Cristo, así será
a su semejanza nuestra consolación en Cristo»… Tú, que has salido vencedor,
saborea en ti mismo la pasión de Cristo, para ser hecho digno de saborear
también su gloria… (Isaac de Nínive)
El evangelio de Lucas es el evangelio del discípulo, del que se identifica con el proyecto evangelizador de los sentimientos del Corazón de Jesús. El discipulado de Jesús según Lucas, tiene tres claves que son irrenunciables en quien quieren seguir a Jesús con todas las consecuencias.
ResponderEliminarPrimero, no se puede ser discípulo de Jesús si Él no nos llama a seguirle con todas las consecuencias. El discípulo es el que llamado por Cristo, vive en disposición de ponerse en camino. No se puede ser discípulo sin su llamada, y la escucha de esa llamada, se realiza en el encuentro personal con quien tiene abierto el Corazón.
Segundo, el discípulo tiene que renunciar a todos sus bienes como nos recuerda el evangelio de Lucas de este domingo. Es vivir la abnegación, la renuncia a uno mismo, que es el bien que más nos cuesta perder. Es el olvido de si, inicio de toda santidad. Renunciar a los bienes que nos impiden abrazar a los pobres por tener el corazón demasiado lleno de sí mismo. El renunciar a los bienes, a todos los bienes, es la afirmación del Absoluto de Dios que cuando más cuidamos de sus cosas, más cuida El de las nuestras.
Tercero el discipulado de Lucas iluminado por la luz de Cristo, debe discernir los signos de los tiempos, de los que siempre humildemente debemos de dejarnos iluminar por el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que como repite el papa Francisco, es nuestro principal aliado en el discernimiento de los espíritus.
Ser discípulo de Jesús es tener los sentimientos del Corazón de Cristo, que siempre nos conduce a la misma entrega de Jesús. María es la primera y discípula perfecta de Cristo.
+ Francisco Cerro Chaves- Obispo de Coria-Cáceres