TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 23 de febrero de 2019

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 24 DE FEBRERO DEL 2019, 7º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)

«SED MISERICORDIOSOS COMO VUESTRO PADRE LO ES»

Lc. 6, 27-38

            En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A vosotros los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
     Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
     Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
     Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

Otras lecturas: Samuel 26, 2.7-9.12-13; Salmo 102; 1Corintios 15, 45-49

LECTIO:
Para Jesús, no basta con amar sólo a los que nos aman, es decir con esto no habría en ello mérito alguno y, sobre todo, nuestro amor no sería signo distintivo de nuestra pertenencia a Cristo: Porque hasta los pecadores aman a aquéllos que los aman. Si se hace el bien a aquéllos que nos lo hace, ¿qué mérito tenemos?
Jesús nos pide además que seamos misericordiosos, como Dios es misericordioso con nosotros. Se trata de un amor que sabe perdonar porque ha experimentado el don del perdón. Ser misericordioso es una invitación que nos hace Jesús, para imitar a Dios, “que es amor misericordioso”, por medio de actos de bondad, de compasión, piedad y humanidad.
Este texto del Evangelio nos invita a que seamos como Jesús de Nazaret, que amó hasta la entrega de sí mismo, sin reservas ni intereses. Entonces, debemos preguntarnos y responder al Señor si somos capaces y si estamos dispuestos a amar hasta el extremo de nuestras propias fuerzas, sin remordimientos ni desagravios, es decir amar a todos siempre, sin exceptuar a nadie.

MEDITATIO:
     El Señor les hace plasmar su vocación en lo concreto, en lo cotidiano de la vida, con cuatro acciones que darán forma y harán tangible el camino del discípulo...: amen, hagan el bien, bendigan y rueguen. Son acciones que fácilmente realizamos con nuestros amigos, con las personas más o menos cercanas, cercanas en el afecto, en la idiosincrasia, en las costumbres. (Papa Francisco)
     El problema surge cuando Jesús nos presenta los destinatarios de estas acciones: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman… Jesús nos dice que al enemigo, al que te odia, al que te maldice o difama: ámalo, hazle el bien, bendícelo y ruega por él. (Papa Francisco)
     Jesús no deja de «bajar del monte», no deja de querer insertarnos en la encrucijada de nuestra historia para anunciar el Evangelio de la Misericordia. Jesús nos sigue llamando y enviando al «llano»,  seguimos siendo invitados a abrir nuestros ojos para mirar las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de su dignidad, privados en su dignidad. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Gracias Señor por tu palabra. Es una palabra que me incomoda, por ir a lo profundo de mi ser. Me deja removido por dentro y cuestiona mi actuar como cristiano.

Señor, mira nuestra torpeza para amar,
nuestra falta de generosidad en la entrega,
nuestra dificultad a la hora de perdonar.
Danos  un corazón misericordioso

CONTEMPLATIO:
     Este domingo podremos ver cómo la compasión y la misericordia es una vía de santidad, junto con el propósito de querer lo que quiere Dios y de, como decía Teilhard de Chardin, “ofrecerle en medio de inquietudes y dificultades el sacrificio de tu alma sencilla” La compasión que nos pide la condición de cristiano es la que vemos en Jesús, por eso es preciso escuchar la Palabra para aprender. Tenemos tantos ejemplos que no necesitamos buscar demasiado.
     En definitiva, amar, hacer el bien, prestar sin esperar recompensa Un estilo de vida que no se puede llevar adelante si Dios no está dentro de nosotros o si hemos apagado la sintonía con Jesús; si no escuchamos la voz de Jesús o no queremos ver su testimonio de vida(+ José Manuel Lorca- Obispo de Cartagena)



   «La caridad cubre una multitud de defectos» (1 Pe 4, 8), y «La caridad no se detiene ante el mal, disculpa todo...» (1 Cor 13, 5-6). Luego, si tuviéramos caridad, ella misma cubriría cualquier falta y seríamos como los santos cuando ven los defectos de los hombres. Los santos ¿acaso son ciegos por no ver los pecados? ¿Quién detesta más el pecado que los santos? Sin embargo, no odian al pecador, no lo juzgan, no le rehúyen. Por el contrario, lo compadecen, lo exhortan, lo consuelan, lo cuidan como a un miembro enfermo: hacen todo para salvarlo. (Doroteo de Gaza)

1 comentario:

  1. Lucas es el evangelista de la misericordia, expresada sobre todo en las parábolas de la misericordia (Lc 15) y en el buen samaritano ( Lc 10); aquí nos habla de la fuente de la misericordia, el Padre; y el destinatario de esa misericordia, la persona herida en el camino de la vida. Sin beber de la fuente de la misericordia nos agotamos en nuestros egoísmos. Solo los que a través del amor del Padre contemplan el Corazón traspasado de Cristo, la misericordia se hace realidad en nuestra vida.
    Sed misericordiosos como el Padre es acoger y dar el Corazón al miserable, al herido y vivir en la gratuidad del que se es feliz dándose, entregándose y sabiendo que el mayor regalo que puede recibir al hacer el bien, es el mismo bien qué es el Corazón misericordioso.
    Toda persona es buena con alguien alguna vez. Incluso aunque haya sido un criminal, ha sido bueno con alguien, con su madre...y alguna vez. La novedad de la misericordia del Padre es ser bueno con todos, buenos y malos, justos e injustos y siempre con un corazón ilimitadamente bueno como el de Cristo.
    La misericordia del Señor es con todos y siempre, desde el principio hasta el final. Esta es una clave de la vida cristiana que hay que mantener siempre.
    La misericordia del Padre tiene que estar presente en el inicio de la vida de fe, en el crecimiento, en la madurez y hasta el final; sino queremos llegar a malograr la vida cristiana por falta de misericordia, que sería en palabras de San Ignacio de Loyola que no se corrompa el sujeto, que no se estropee la persona en su salud espiritual, corporal, psicológica… y se rompa por no vivir con entrañas de misericordia.
    Es necesario para avanzar en santidad en palabras del papa Francisco, impregnar toda nuestra vida, pasado, presente y futuro de la misericordia del Padre.

    + Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres

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