¿PERSECUCIÓN
CONTRA LOS CRISTIANOS EN OCCIDENTE?
Estas son las 5 etapas de la
persecución religiosa
Navidades sin belenes, multas por hacer sonar las campanas,
ofensas a los sentimientos religiosos que quedan impunes… ¿Hay persecución religiosa? Monseñor Charles Pope es un sacerdote de la
archidiócesis de Washington, y habitual columnista en diversos medios de
comunicación norteamericanos, y ha querido dar una respuesta a este tema. Entre
los medios en los que escribe está el National Catholic Register, una de las
publicaciones más importantes de Estados Unidos, en donde ha señalado que
existen cinco etapas en la persecución religiosa: desde estereotipar a los
grupos hasta la persecución directa. Y él mismo aclara que hace referencia a Occidente, no a la persecución en los países
musulmanes que vemos a
diario en los informativos de la televisión.
Las cinco etapas no son algo mío, explica
Charles Pope, vienen del mundo de la sociología y la teoría política y se
observan comúnmente en las culturas que con el tiempo se vuelven contra
segmentos dentro de ellos. Como podrás ver las persecuciones no salen de la
nada. Ellas crecen en una cultura hasta que en un momento dado aparecen en
hechos terribles en los que los actores se sienten justificados a hacerlo.
1. Estereotipar a los grupos.
Estereotipar
significa repetir continuamente, tomar una cualidad observada en un grupo
limitado y generalizarla para describir al grupo entero. Esto implica la simplificación y estandarización de una idea del
grupo en el que se basa en la observación de solo una parte del grupo. Por eso en los 60 y
70, los católicos y los cristianos que creían en la Biblia fueron
caricaturizados en los medios de comunicación como enemigos de la ciencia,
hipócritas, personas que consideraban que tenían toda la verdad, santurrones,
pasados de moda…
Los católicos
en particular fueron acusados de tener la culpa neurótica y de odiar la
sexualidad. Nosotros fuimos denunciados como una
institución sexista llena de clérigos que eran sexualmente reprimidos, homosexuales
y pedófilos. Nosotros fuimos etiquetados como una organización
autoritaria estancada en el pasado y con muchas reglas restrictivas.
El estereotipo era
que los creyentes en la biblia eran gente triste, enfadada, aburrida, antigua y
muy reprimida. Para muchos que aceptaron el estereotipo, nosotros fuimos un grupo ridículo, atrapado en la superstición del pasado e
incapaz de ver más allá de la fe.
No todo el mundo encajaba con el
estereotipo al mismo nivel. Pero estas eran básicamente las quejas que había, y
preparaban el ambiente general para ir al segundo paso.
2. Difamar el grupo alegando crímenes y malas conductas.
Como el
estereotipo creció, los cristianos y católicos no encajaban con la nueva
revolución cultural. Por ello fueron descritos como gente de mente cerrada,
dañinos para la dignidad humana y la libertad, intolerantes, odiosos, racista,
homófobos, reaccionarios… lo cual significa
gente mala.
La historia de la
Iglesia se describía de manera miope como poco más que una letanía de cosas
malas y represivas: las cruzadas o la inquisición, el odio hacia Galileo y
hacia la ciencia. No importa que pueda haber algo más en la historia como que
la Iglesia fundó universidades y hospitales, que hubo grandes científicos que
fueron sacerdotes, que la Iglesia ha sido un mecenas y promotor del arte y que
ha predicado un evangelio que ha traído orden y civilización a la dividida y
bárbara época que siguió al imperio romano. Los críticos no han oído nada de
esto. Y si lo hicieran, ellos darán crédito a cualquiera menos
a la Iglesia y a la fe.
Como un gran grupo que es la Iglesia,
siempre hay católicos individuales que pueden manifestar características
negativas, pero estereotipar, cruelmente e indiscriminadamente, a todo el grupo
entero por unos pocos es injusto. El efecto es una indignación personal contra
los creyentes que genera actitudes anticristianas que permite la discriminación
hoy en día.
3. Marginar al grupo en su papel social.
Habiendo
establecido la falsa premisa de que la Iglesia y la fe eran malas e, incluso,
dañinas para la dignidad humana y la libertad, los críticos proceden al
siguiente paso que es relevar de los roles a la Iglesia
confinándola a los márgenes de la sociedad. En una cultura secularizada la religión
es una cosa que debe desaparecer. Nos dejan tener nuestros himnos, pero siempre
dentro de las cuatro paredes del templo y la fe debe desaparecer de las plazas
públicas.
En esta etapa se vuelve más inaceptable e intolerable que se
mencione a Dios: rezar en público y cualquier cosa que traiga la fe cristiana a
los asuntos públicos. Los belenes se deben quitar, lo mismo los árboles de
Navidad. E incluso los colores rojos y verdes, durante la época de vacaciones,
están prohibidos en muchas escuelas públicas. Ni se te ocurra mencionar a Jesús
o mencionarle públicamente en tu carta de despedida porque tú podrás ser
juzgado por haberlo hecho. En público puedes hablar de la cantante Madonna,
pero NO de la Madonna (la Virgen María).
Los clubs LGTB son
bienvenidos a poner un puesto, colocar sus banderas y repartir condones de
colores en las escuelas de secundaria, pero no puede haber Biblias ni panfletos
cristianos en los centros escolares. Existe separación de Iglesia-Estado. Ya sabes…
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