TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 28 de abril de 2018

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 29 DE ABRIL DEL 2018, 5º DE PASCUA (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)

«QUIEN PERMANECE EN MÍ Y YO EN ÉL, DA FRUTO ABUNDANTE»


Jn. 15.1-8
     En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
     Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
     Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

Otras Lecturas: Hechos  9,26-31; Salmo 21; 1Juan 3,18-24

LECTIO:
     El evangelio de este domingo, nos habla de la vinculación que existe entre Él (Jesús) y cada uno de los cristianos, como un anticipo de lo que se nos dirá al llegar la solemnidad de la Ascensión del Señor. Efectivamente, cuando Jesús vuelva al Padre, dejará a los suyos el relevo, la herencia de la misma misión que el Padre le confió a Él.
Los cristianos podrán llevar adelante semejante encargo si permanecen unidos a su Señor… Este es el sentido que tiene ese gesto de enorme sencillez con el que empezamos casi todas las cosas los cristianos: “en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu...”.
     …Lo que nos dice Jesús en el Evangelio de la vid y los sarmientos es que la condición imprescindible para hacer un bien fecundo, para dar un fruto verdadero y abundante, es estar unidos a Él: “... permaneced en mi y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, tampoco vosotros si no permanecéis en mi”.
     Este fue el consejo, la amable exhortación de Jesús en aquella cena última de adioses y confidencias. …Sólo quien hace las obras, quien dice las cosas en nombre de Jesús y unido a la Iglesia, puede dar fruto. Lo demás es ruido e incluso daño. Pero ¡qué hermoso y qué fecundo cuando nuestra palabra es eco de la Voz del Señor y cuando nuestras manos custodian el discreto hacer de Dios!

MEDITATIO:
     Jesús repite a menudo, sobre todo durante la última Cena: «Permaneced en mí». Y la vida cristiana es precisamente esto: permanecer en Jesús. Y, para explicarnos qué es lo que quiere decir, usa esta  imagen de la vid: «Yo soy la vid verdadera, vosotros los sarmientos». Y todo sarmiento que no está unido a la vid, muere, no da fruto; y luego es arrojado para hacer fuego. (Papa Francisco)
     Los sarmientos que están unidos a la vid, reciben de la vid la savia vital y así se desarrollan, crecen y dan los frutos.  Permanecer en Jesús significa estar unido a Él para recibir de Él la vida, de Él el amor, de Él el Espíritu Santo. Es verdad, todos somos pecadores, pero si permanecemos en Jesús, como los sarmientos en la vid, el Señor viene, nos poda un poco, para que podamos dar más fruto. Él siempre nos cuida. (Papa Francisco)
     Permanecer en Jesús quiere decir tener la voluntad de recibir de Él la vida, también el perdón, incluso la podada, pero recibirla de Él. Permanecer en Jesús significa buscar a Jesús, orar. Permanecer en Jesús significa acercarse a los sacramentos: la Eucaristía, la Reconciliación. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Jesús, haz que nada nos resulte más dulce, nada más deseable, que caminar contigo y permanecer unido a ti porque de otra manera no somos nada.
Como sarmiento,
permanezco ahora, unido a la vid,
que es mi Señor y me abandono a Él.

CONTEMPLATIO:
"¡Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis!"

     Lo que el Padre quiere es que seamos discípulos fieles y así demos mucho fruto. ¿Es intensa y verdadera nuestra unión de vida con Jesús? ¿Sentimos que te hace falta el orar, meditar y cumplir su palabra?
     "¡Yo soy la vid y vosotros los sarmientos!" No se trata de dos cosas distintas: Nosotros somos parte de Jesús. Jesús es el todo. Para que un ramo pueda producir frutos, debe estar unido a la vid.
     El que permanece en mí y Yo en él… Lo que mantiene viva una planta, capaz de dar frutos, es la savia que la atraviesa. ¿Es Cristo el que está presente en mí y me mantiene vivo, capaz de dar frutos? ¿Qué frutos produce mi fe en Jesús? ¿Actúo comprometidamente?




  Con esa imagen quiere explicar, por consiguiente, cómo es la extraordinaria realidad de la comunión vital con él que ofrece a los creyentes, qué compromiso incluye ésta y cuáles son las expectativas de Dios. Jesús es el primogénito de una humanidad nueva en virtud del sacrificio redentor en la cruz. Él es la cepa santa de la que corre a los sarmientos su misma linfa vital. Quien permanece unido a él puede dar al Padre el fruto del amor y dar gloria a su nombre (vv. 5.8). A continuación, para que este fruto sea copioso, el Padre-viñador realiza todos los cuidados, corta los sarmientos no fecundos y poda los fecundos. Esta obra de purificación se va realizando cuando la Palabra de Jesús es acogida en un corazón bueno (v. 3)

1 comentario:

  1. La santidad es el fruto de estar unidos a Cristo Resucitado, como la vid al sarmiento. No existe fruto alguno donde no se da la unión con Cristo que nos lleva a vivir “con los sentimientos de de su Corazón que vive y Resucitado se entrega por amor.
    Seguimos viviendo la Pascua, la nueva vida con Cristo Resucitado, esta nueva vida que es la santidad, exigencia amorosa de nuestro Bautismo. Nos podemos preguntar una y otra vez cuando va avanzando la cicuentena pascual ¿Cuáles son los signos de que estamos viviendo la nueva vida resucitada?

    1. EL FRUTO DE LA SANTIDAD. Cuando el Señor toma posesión de nuestra vida, de nuestro corazón, de nuestros afectos nos lleva a una vida nueva que se va transformando para dar frutos de caridad siempre sabiendo que si no estamos unidos al Señor como la vid al sarmiento los frutos son escasos y sin presente y futuro.

    2. PERMANECER EN SU AMOR. Es otro gran signo de la nueva vida resucitada con Cristo. No consiste sólo en instantes, en momentos, es permanecer en un amor que da frutos abundantes. Es preciso una y otra vez recordar el Amor de Dios que nos lleva a entregar la vida por amor. ¿Qué es permanecer en su Amor? Es vivir la vida de la gracia, el cumplimiento de los mandamientos y sobre todo el abrirse al asombro de un amor que es siempre nuevo y nos desborda.

    3. CENTRALIDAD DE CRISTO. Mientras no se dé en nosotros el poder a Cristo en el centro de nuestro corazón y afectos y esto lleva consigo “el olvido de sí”, no será claro que se viva la nueva vida resucitada, la unión con Dios. La santidad es siempre a lo que el Señor nos llama para vivir entregando la vida por amor a los más necesitados y a los que viven en todas las periferias y en todas las encrucijadas de la v ida. Este es el fruto abundante de vivir unidos al Amor de Cristo

    +Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres

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