TIEMPO LITÚRGICO

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viernes, 9 de marzo de 2018

EL COMBATE ESPIRITUAL Y LAS TENTACIONES


     La vida espiritual consiste en conocer la infinita grandeza y bondad de Dios, junto a un grande sentido de nuestra propia debilidad y tendencia para el mal; en amar a Dios y detestarnos a nosotros mismos; en humillarnos no solamente delante de Él sino, por Su causa, también delante de los hombres; en renunciar enteramente a nuestra propia voluntad para hacer la Suya.

¿EN QUÉ CONSISTE LA PERFECCIÓN CRISTIANA?
     El combate espiritual, del teatino Don Lorenzo Scupoli, escrito a fines del siglo XVI, es uno de los más famosos tratados de vida espiritual. San Francisco de Sales, también maestro en esa materia y Doctor de la Iglesia, lo llevó en su bolso durante 18 años. Lo leía diariamente y lo recomendaba a las personas que dirigía. Aun cuando haya sido escrito hace más de 450 años, el libro tiene una actualidad impresionante. Para provecho de nuestros lectores, transcribimos aquí algunos trozos de su primer capítulo. *(* The Spiritual Combat - And a Treatise on Peace of Soul, TAN Books and Publishers, Inc., Rockford, Illinois, USA, 1990, pp. 4 y ss.) "La vida espiritual consiste en conocer la infinita grandeza y bondad de Dios, junto a un grande sentido de nuestra propia debilidad y tendencia para el mal; en amar a Dios y detestarnos a nosotros mismos; en humillarnos no solamente delante de Él sino, por Su causa, también delante de los hombres; en renunciar enteramente a nuestra propia voluntad para hacer la Suya. Consiste, finalmente, en hacer todo solamente por la gloria de su santo Nombre, con un único propósito - agradarle -, por un sólo motivo: que Él sea amado y servido por todas sus criaturas. (...)
     Por eso, es necesario luchar constantemente contra uno mismo y emplear toda la fuerza para arrancar cada inclinación viciosa, incluso las triviales. Consecuentemente, para prepararse al combate la persona debe reunir toda su resolución y coraje. Nadie será premiado con la corona si no hubiere combatido con coraje. (...)
     Aquel que tuviese el coraje de conquistar sus pasiones, controlar sus apetitos y rechazar hasta los más mínimos movimientos de su voluntad, practica una acción más meritoria a los ojos de Dios que si rasgase sus carnes con las más agudas disciplinas, ayunase con mayor austeridad que la de los Padres del desierto, o convirtiese multitudes de pecadores (...)
     Lo que Dios espera de nosotros, sobretodo, es una seria aplicación en conquistar nuestras pasiones; y eso es más propiamente el cumplimento de nuestro deber que si, con apetito incontrolado, nosotros Le hiciésemos un gran servicio. (...)
     Para obtener eso, se debe estar resuelto a una perpetua guerra contra sí mismo, comenzando por armarse de las cuatro armas sin las cuales es imposible obtener la victoria en ese combate espiritual. Esas cuatro armas son: desconfianza de sí mismo, confianza en Dios, apropiado uso de las facultades del cuerpo y del alma, y el deber de la oración". (1)

ARMAS PARA EL COMBATE ESPIRITUAL (I)

1) Vigilancia.
     Permanece alerta y no dejes de orar, de esta forma, cuando venga la prueba podrás superar las tentaciones del demonio. La razón exacta de la caída de los Apóstoles al llenarse de miedo y abandonar a Jesús en el Huerto, fue que no estuvieron vigilantes en la oración.

2) Identificar el ataque y admitir que está ocurriendo.
     Cuándo la tentación acecha puede resultar muy útil y simple, admitirla de una manera tranquila, “Estoy siendo tentado por el diablo, el enemigo de Dios”. Descubrir al enemigo cuando nos ataca es la mitad de la batalla. Ignorar su presencia puede aumentar su poder sobre nosotros.

3) Evitar las ocasiones cercanas al pecado.
     A menudo somos tentados porque nos colocamos cerca de la ocasión de pecado, recuerda los proverbios: “¡No juegues con fuego!”, ¡Aquel que juega con el peligro, perecerá con el peligro!”, “¡El que camina en la cuerda floja, caerá!”. Una de las razones más simples por la cuales Eva comió de la fruta prohibida, es que ella estaba cerca del árbol del cual Dios le dijo que no comieran.

4) No te descuides cuando te encuentres en estado de desolación espiritual.
     Cuando estamos en ese estado, San Ignacio nos da cuatro claves: •   Más oración •   Más meditación •   Examina tu conciencia (para ver por qué estás en desolación) •   Aplícate alguna penitencia adecuada. Algunos demonios solo son expulsados a través de la oración y la penitencia.

5) Usar Sacramentales.
     El uso apropiado de sacramentales puede ser bastante eficaz en la batalla contra del demonio, en especial tres: El Escapulario de la Virgen del Carmen, la medalla de San Benito y el agua bendita. Santa Teresa de Ávila insiste en usar agua bendita para expulsar al demonio de nuestra presencia, ¿por qué?, el diablo está lleno de orgullo y el agua Bendita es pequeña y poco visible, el demonio odia eso y no lo puede soportar. Por eso en los exorcismos se utiliza el agua bendita.

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