TIEMPO LITÚRGICO

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domingo, 4 de marzo de 2018

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 4 DE MARZO DEL 2018, 3º DE CUARESMA (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)


«DESTRUID ESTE TEMPLO, Y EN TRES DÍAS LO LEVANTARÉ»


Jn. 2. 13-25
     Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».
     Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero él hablaba del templo de su cuerpo.
     Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús.
     Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

Otras Lecturas: Éxodo 20,1-3.7-8.12-17; Salmo 18; 1Corintios 1,22-25

LECTIO:
     La escena transcurre en una dependencia del Templo llamada “el atrio de los gentiles”, lugar de paso de los judíos de la diáspora especialmente, que servía para muchas cosas: foro de tertulia, banco para cambio de divisas, mercado popular, mercado religioso.
     La respuesta que da Jesús es muy simple: habéis convertido la casa de mi Padre en un mercado, haciendo de Dios la gran coartada para organizar vuestros tenderetes, para engrosar vuestras cuentas y bolsas, para redondear vuestros negocios... pero vuestra vida, luego, no tiene mucho que ver con Dios: sencillamente os aprovecháis de Él.
     Desde una lectura cristiana, este Evangelio debe ser leído también dirigido a nosotros, porque son muchas las tentaciones –muy sutiles a veces – de sustituir a Dios por sus mediaciones, de quedarnos en los medios, en los reglamentos, en las prácticas. Todas estas cosas tienen su sentido, pero sólo como medio, como ayuda y como pedagogía que nos educan y acompañan en el encuentro con Dios, pero no son jamás –no lo deben ser – fines en sí mismas.
     La Cuaresma puede ser un momento propicio para revisar nuestros tenderetes, y para convertirnos al Señor. Sólo Dios, sólo Jesús es lo absoluto. Él es el fin, es a Él a quien seguimos e imitamos, a quien anunciamos y compartimos.
     Cuando el encuentro con Él ha sido claro y real, apasionante y apasionado, entonces no hay temor a quedarse en los “templos y en sus atrios”, sino que todos los medios pueden ser bienvenidos: basta que nos permitan mantener vivo ese encuentro y nos urjan a anunciar el Evangelio a los pobres, sea cual sea su pobreza.  . (Fr. Jesús Sanz Montes ofm. - Arzobispo de Oviedo),

MEDITATIO:
     Si somos testigos de este Cristo vivo, mucha gente encontrará a Jesús en nosotros, en nuestro testimonio. ¿Se siente el Señor verdaderamente como en su casa en mi vida? ¿Le permitimos que haga «limpieza» en nuestro corazón y expulse a los ídolos, es decir, las actitudes de codicia, celos, mundanidad, envidia, odio, la costumbre de murmurar y «despellejar» a los demás? ¿Le permito que haga limpieza de todos los comportamientos contra Dios, contra el prójimo y contra nosotros mismos… (Papa Francisco)
     Cada Eucaristía que celebramos con fe nos hace crecer como templo vivo del Señor, gracias a la comunión con su Cuerpo crucificado y resucitado. Jesús conoce lo que hay en cada uno de nosotros, y también conoce nuestro deseo más ardiente: el de ser habitados por Él, sólo por Él. Dejémoslo entrar en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro corazón. (Papa Francisco)
     ¿Sabéis cuál es el látigo de Jesús para limpiar nuestra alma? La misericordia. Abrid el corazón a la misericordia de Jesús. Decid: «Jesús, mira cuánta suciedad. Ven, limpia. Limpia con tu misericordia, con tus palabras dulces; limpia con tus caricias». Y si abrimos nuestro corazón a la misericordia de Jesús, para que limpie nuestro corazón, nuestra alma, Jesús se fiará de nosotros. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Que este pobre corazón sea casa de alabanza, de canto y de súplica. Que se inunde de luz, que esté abierto a la escucha, que se enriquezca únicamente de Ti para alabanza del Padre.

Gracias, Padre, por el don de tu presencia en mi persona.
Por el bautismo, me hiciste hijo tuyo.
Gracias, Jesús, porque nos has incorporado a Ti mismo,
formando el Cuerpo Místico.


CONTEMPLATIO:
 “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”.
     Para Jesús el templo es la casa del Padre donde todos sus hijos son acogidos, donde el amor prevalece por encima del dinero, de los odios y desigualdades sociales. Porque el templo es la casa donde se reúnen sus hijos formando la gran familia de los hijos de Dios.
     Cuántos templos hoy se convierten en algo que nada tienen que ver con el culto a Dios. Colaboremos en hacer de la casa de Dios un hogar acogedor, con las puertas abiertas para todos los desvalidos, un hogar donde todos, absolutamente todos, tengamos cabida y nos sintamos verdaderos hijos y seguidores de Jesús.  
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
     El templo del que hablaba Jesús era su propio cuerpo. El cuerpo de Jesús es el verdadero santuario porque contiene en sí la plenitud del Espíritu de Dios. Es el sacramento visible de la presencia de Dios entre los humanos. Jesús es el templo verdadero donde encontramos a Dios, ya que Él es el camino, la verdad y la vida.
     Desde que Jesús se hizo hombre, toda la humanidad es como el gran ámbito o templo de la divinidad. Dios habita plenamente en Jesús. Y en nosotros también habita el Señor por la participación en la persona de Jesús.
     ¡Cuánto respeto nos merecen los templos, las imágenes, los objetos religiosos! Pues, muchísimo más hemos de respetar y "venerar" a las personas. «Cuando lo hicieron con uno de éstos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron».


   Los templos de Cristo son las almas santas cristianas dispersas por todo el mundo. Exultemos, porque se nos ha concedido la gracia de ser templo de Dios; pero, a la vez, vivamos con el santo temor de violar este templo de Dios con obras malas […] Por consiguiente, hermanos, puesto que Dios ha querido hacer su templo en nosotros, y se ha dignado venir y habitar en nosotros, en cuanto esté de nuestra parte, tratemos de alejar, con su ayuda, todo lo superfluo y acoger lo que nos puede favorecer. Si actuamos de este modo, con la ayuda de Dios, entonces, hermanos, podremos invitar al Señor al templo de nuestro corazón y de nuestro cuerpo (Cesáreo de Arles)

1 comentario:

  1. El Evangelio de Juan de este Tercer Domingo de Cuaresma, es un pasaje misterioso y un poco desconcertante porque aparece un Jesús al que no estamos acostumbrados. Son tres los retos a los que se enfrenta y que tiene delante a sus enemigos de ayer, de hoy y de siempre, a los que el Papa Francisco llama los autorreferenciales, los fariseos, aquellos que le miraban por encima del hombro y que sabían más que nadie sobre Dios, la ley, el templo …y todo.
    Primer desconcierto: Aparece un Jesús que parece violento porque han profanado el Templo, la casa del Padre y la han convertido en cueva de ladrones, en lugar de negocios, en tienda de “souvenirs”. Es un Jesús que parece fuera de sí, tanto que algunos más sencillos de corazón les hace recordar una frase de los profetas: “El celo de tu casa me devora”
    Segundo, Jesús desconcertante cuando les habla del templo de su Cuerpo como templo donde, como dice Pablo, “habita en plenitud la divinidad”.
    También sus enemigos son crueles y Jesús no escatima nada para insistir en la revelación central de su Cuerpo, del Templo, que destruido, será ensalzado “cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí”.
    Los fariseos, sus enemigos, no se enteran. Tampoco les interesa mucho Jesús de Nazaret ni su doctrina. Tampoco le escuchan aunque le tengan delante de sus narices. Pero llega el Señor a revelarse como el misterio central del Padre, con su muerte y resurrección acaecida en Jerusalén. Se presenta como el Mesías, el Redentor, el que tenía que venir al mundo.
    Por último, desconcierta que por una parte el Señor les revele los secretos de su Corazón. Los designios del Padre. Por una parte, se ve que como Amado del Padre y, por otra parte, se ve con corazón humano y no se fía mucho de ellos, de lo que habita en el corazón humano.
    Parece que nos ama porque nos conoce y nos conoce porque nos ama y, a la vez, sabe también de nuestro corazón con sótanos, recovecos como los de los fariseos, que no acaban de entender al Maestro de Nazaret porque les parece demasiado humano y cercano a los hombres. Sin embargo, es impresionante descubrir que el Señor sabe lo que alberga cada corazón humano y nos ama incondicionalmente, pero no pensemos que le estamos metiendo a Dios “un gol” continuamente porque nos conoce y nos ama; y nos ama y nos conoce y también sabe que no todo es oro lo que reluce en la vida.
    +Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres




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