TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 9 de diciembre de 2017

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 10 DE DICIEMBRE DE 2017, 2º DEL ADVIENTO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)


«PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR, ALLANAD SUS SENDEROS»

Mc. 1. 1-8
     Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en el profeta Isaías:
     Yo envío a mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos." Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordan.
     Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: "Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
     Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo."

Otras Lecturas: Isaías 40,1-5.9-11; Salmo 84; 2Pedro 3, 8-14

LECTIO:
     En este segundo domingo de adviento, el comienzo del Evangelio de Marcos nos trae un eco de aquello que decía Isaías. Juan el Bautista es el continuador de esa serie de imperativos que escucharemos en la primera lectura de la Misa: “Consolad a mi pueblo..., gritadle que se ha cumplido su servicio..., preparadle un camino al Señor, allanad la estepa, alzad los valles, abajad las colinas, enderezad lo torcido, igualad lo escabroso...”
     El Bautista, mucho más escueto, dirá simplemente: “preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos”. Ambos profetas, inciden en lo mismo: que el Señor va a llegar y que su llegada no se puede improvisar.
     Algunos Santos Padres, como S. Bernardo, hablaban de los tres Advientos, las tres llegadas del Señor: la que aconteció hace dos mil años cuando vino en la humildad de nuestra carne; la que acontecerá al final de los tiempos, cuando Él vuelva en su gloria; y la que deseablemente acontece en la vida del creyente que acoge al Señor. Por eso, la actitud justa de un cristiano no es la nostalgia por aquella primera llegada de Jesucristo en Belén, ni tampoco el temor por la última venida, al final de los tiempos. La actitud de un cristiano que quiere celebrar en serio la venida cotidiana de Dios, es precisamente prepararse en el sentido que indican Isaías y Juan Bautista.
     Cuáles son las altiveces que hay que allanar, cuáles los entuertos que hay que enderezar, cuáles los extravíos que hay que devolver a la verdad... es algo que cada uno debe ir viéndolo personalmente [...] Tiempo de Adviento, tiempo de cambio, de reconciliación, de conversión. (Jesús Sanz Montes. Arzobispo de Oviedo)

MEDITATIO:
     Juan era «un hombre que tuvo un breve tiempo de vida, un breve tiempo para anunciar la Palabra de Dios». Él era «el hombre que Dios envió a preparar el camino a su Hijo». (Papa Francisco)
     ¿Qué hizo Juan? Ante todo anunció que estaba cerca el Salvador, el Señor; que estaba cerca el reino de Dios. …bautizaba y exhortaba a todos a convertirse. Juan «era un hombre fuerte y anunciaba a Jesucristo: fue el profeta más cercano a Jesucristo. Tan cercano que precisamente él lo indicó a los demás. Y cuando vio a Jesús, exclamó: «¡Es aquél!». (Papa Francisco)
     En Juan está “la imagen” y “la vocación de un discípulo”. La «fuente de esta actitud de discípulo» ya se reconoce en el episodio evangélico de la visita de María a Isabel, cuando “Juan saltó de alegría en el seno” de su madre.  Ese primer encuentro llenó de alegría, de mucha alegría el corazón de Juan. Y lo transformó en discípulo, en el hombre que anuncia a Jesucristo, que no se pone en el lugar de Jesucristo y que sigue el camino de Jesucristo». (Papa Francisco)
     Vivimos en medio de muchas dificultades, pero no estamos solos. Jesús siempre sale a nuestro encuentro: Escucha su Palabra, ábrele tu puerta, siente su presencia, vive a su paso, déjate conducir, déjate habitar por Él…

ORATIO:
     Te rogamos mires a tu Iglesia, la Iglesia de nuestros días, a nosotros que somos tu pueblo, constituidos por tu gracia en profetas y testigos de tu verdad; concédenos ser mediadores de tu consuelo.


Voy a escuchar lo que dice el Señor:
La salvación está ya cerca de sus fieles, 
y la gloria habitará en nuestra tierra. 
La justicia marchará ante é1, 
la salvación seguirá sus pasos

CONTEMPLATIO:
"Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."
     Según el Papa Francisco “a Jesús se le debe anunciar y testimoniar con fuerza y claridad, sin medias tintas, volviendo siempre a la fuente del «primer encuentro» con Él y sabiendo vivir también la experiencia de la «oscuridad del alma».” ¿Esta imagen de discípulo se refleja en tu vida?
"Detrás de mí viene el que puede más que yo…”
     Sugiero un examen de conciencia «acerca de nuestro discipulado» a través de algunas preguntas: ¿Anunciamos a Jesucristo? ¿Progresamos o no progresamos en nuestra condición de cristianos como si fuese un privilegio?».¿Vamos por el camino de Jesucristo, el camino de la humillación, de la humildad, del abajamiento para el servicio? Al respecto es importante mirar el ejemplo de Juan. (Papa Francisco)
     Una forma de preparad y enderezar el camino, según el Papa Francisco, es preguntarnos: ¿cuándo tuvo lugar mi encuentro con Jesucristo, ese encuentro que me llenó de alegría? Es un modo para volver espiritualmente a ese primer encuentro con el Señor… El secreto, es precisamente reencontrarnos con el Señor y seguir adelante por esta senda tan hermosa, en la que Él debe crecer y nosotros disminuir.”


   La paradoja de la espera está precisamente en el hecho de que los que creen en el mañana están en disposición de vivir mejor el hoy; que los que esperan que de la tristeza brote el gozo están en disposición de descubrir los rasgos inaugurales de una vida nueva ya en la vejez; que los que esperan con impaciencia la vuelta del Señor pueden descubrir que él ya está aquí y ahora en medio de ellos [...] Precisamente en la espera confiada y fiel del amado es donde comprendemos cómo ya ha llenado nuestras vidas… (H. J. M. Nouwen). 
 

1 comentario:

  1. El Señor viene como nuestra tierra prometida, donde queremos habitar y vivir. Tenemos que pasar por el desierto que, como nos repite la oración colecta, es el distanciamiento de las cosas que nos alejan de Dios.
    El Adviento nos recuerda la cercanía de un Dios que sabemos que se viene a vivir con nosotros y que tenemos que acogerlo en humildad.
    El desierto es un lugar sin caminos, pobre, árido, seco, que nos invita a confiar, mirando al cielo que es el que nos guía para llegar a la Ternura de Dios, que nos espera en el portal de Belén, en la Navidad.
    Dicen los caminantes, los peregrinos, que en el desierto se camina y se orienta uno mejor en la noche. En la noche brillan las estrellas, señales que nos indican el camino que lleva al destino. A los Magos los condujo a Belén. La noche en el desierto es más segura para no perderse si somos capaces de leer “los signos de los tiempos”.
    Comienza el Evangelio de Marcos, el Evangelio del catecúmeno, del que se preparaba para el Bautismo, para dar la vida, indicándonos la llamada a la conversión, a vivir “con los sentimientos del Corazón de Cristo”. Convertirse es encontrar la auténtica espiritualidad del Adviento que nos quiere preparar intensamente para vivir con la certeza, con la esperanza de que “El vendrá y está viniendo”.
    La figura referencial este domingo es Juan Bautista. Nos remite a un testigo que anuncia y allana el camino del Señor. Juan no es la Palabra ni la Vida. Tampoco lo disimula y lo dice. Es sólo indicador, allanador de los caminos del Señor. Modelo de humildad. Vive en un segundo plano, porque no quiere protagonismos que acaban siempre mal. Sólo quiere ser el que prepare el camino del Eterno Visitante.
    Preparemos nuestro corazón con las actitudes que va formando el Espíritu Santo, si le dejamos hacer para que este tiempo sea una auténtica llamada a vivir la alegría del Evangelio. El gozo de compartir y la llamada a evangelizar, a ser Buena Noticia. Roturar el camino, desbrozarlo para que podamos cumplir con la misión del amor al Señor.
    Juan Bautista es un buen testigo con su vida y su testimonio en el desierto y nos lanza a que acojamos al que viene a nuestras vidas, no como una amenaza sino como la auténtica liberación que espera todo corazón humano.
    El mejor testimonio que podemos dar con nuestra vida es contarle a todo el mundo que el paso del Señor por nuestra existencia nos ha llenado de fuego y vida como a San Juan Bautista.

    + Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres

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