CONTEMPLAR EN
SILENCIO
Escuchad
lo que os digo: Hay
que dedicar tiempo a la contemplación y al silencio, sobre todo si
vivimos en grandes ciudades, como Londres o Nueva York, donde todo es
agitación. Por esto, he decidido abrir nuestra primera casa de hermanas
contemplativas, cuya vocación es orar durante la mayor parte del día, en Nueva
York y no en el Himalaya, porque sentía que en las grandes urbes hay más necesidad
de silencio y de contemplación.
Yo
comienzo la oración siempre por el silencio, pues
es en el silencio del corazón donde habla Dios.
Dios
es amigo del silencio y debemos escucharle porque lo que cuenta no son nuestras
palabras, sino lo que él dice, y lo que dice a través de nosotros. La oración
nutre el alma: lo que la sangre es para el cuerpo la oración lo es para el
alma. Nos acerca a Dios, purifica y limpia nuestro corazón. Una vez purificado
el corazón, podemos ver a Dios, hablarle y descubrir su amor en la persona de
cada uno de nuestros hermanos.
Si
vuestro corazón es puro, seréis transparentes en presencia de Dios,
no disimularéis nada, y entonces le ofreceréis libremente lo que él espera de
vosotros.
SANTA TERESA
DE CALCUTA Fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad (1910-1997).
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