«DONDE DOS O MÁS SE REUNAN EN MI NOMBRE, ALLÍ ESTOY YO CON
ELLOS»
Mt. 18. 15-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace
caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos,
para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no
les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la
comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en
la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra
quedará desatado en los cielos. Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo
en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre
que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos.
Otras
Lecturas: Ezequiel 33,7-9; Salmo 94; Romanos 13,8-10
LECTIO:
"Si tu hermano peca, repréndelo". Primero a
solas, luego con algún hermano más como testigo, y finalmente si es necesario,
con toda la comunidad delante.
Lo que hay en el fondo de este modo cristiano de
afrontar el pecado ajeno es precisamente considerar
que el problema del otro es también el mío,
es
decir, que el Pueblo de Dios que Jesús ha puesto en marcha es co-responsable de
su salvación.
Formamos parte de una misma comunidad de origen y
destino… Somos ese nuevo Pueblo que camina junto en la peregrinación
apasionante de la vida y de la fe. Por
eso no es indiferente que otros vivan en la luz o en la tiniebla, en la verdad
o en la mentira, en el amor o en el egoísmo.
… Puedo y debo reprender al otro, cuando también yo me
pongo en el punto de mira, porque es la Verdad de Dios la que juzga: tanto al
otro como a mí. No se avisa o se reprende al otro porque en mí no exista la
limitación, sino porque existe deseo tanto para él como para mí, de vivir en la
Verdad. Porque vivir en cristiano no es ser impecables, sino desear dejar de
ser pecadores. No tanto por nuestro esfuerzo cuanto por la Gracia de Dios. Por
eso es posible la alegría y la esperanza aun en medio de nuestras fragilidades
y cansancios.
Otra cuestión es el modo de reprender, es decir, la
actitud con que se hace. En el cristiano está excluida una reprensión que nazca
de la arrogancia, de la soberbia, del puritanismo fariseo...
La
reprensión cristiana tiene otro matiz, que es precisamente la que la hace
bella y justa:
ser para el otro como un vigía fraterno que avisa del peligro, que señala el
error, que urge a la conversión y anima a la confianza esperanzada. Y por eso
nace del amor más grande: desear la Verdad y la Luz que provienen de Dios,
como el mayor bien que el otro puede tener. La reprensión cristiana en una
compañía llena de perdón y ternura que nos acompaña hacia el encuentro con la
misericordia de Dios.
MEDITATIO:
El Evangelio de este domingo presenta el
tema de la corrección fraterna en la comunidad de los creyentes: es decir, cómo
debo corregir a otro cuando hace algo que no está bien. Jesús nos enseña que si
mi hermano comete una falta en contra de mí y me ofende, debo tener caridad
hacia él y, ante todo, hablarle personalmente, explicándole que lo que dijo o
hizo no es bueno. (Papa
Francisco)
«Repréndelo
estando los dos a solas».
La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad y atención respecto a quien ha
cometido una falta, evitando que las palabras puedan herir y matar al hermano.
Porque también las palabras matan. Cuando hablo mal, cuando hago una crítica
injusta… esto es matar la fama del otro. (Papa
Francisco)
Esta discreción de hablarle estando solo tiene el fin de no mortificar
inútilmente al pecador… ayudar a la
persona a darse cuenta de lo que ha hecho, y
que con su culpa ofendió no sólo a uno, sino a todos. Pero también de ayudarnos
a nosotros a liberarnos de la ira o del resentimiento, que sólo hacen daño: esa
amargura del corazón que lleva a la ira y al resentimiento y que nos conducen a
insultar y agredir. (Papa
Francisco)
Ante Dios todos somos pecadores y
necesitados de perdón. Jesús nos dijo que no juzguemos. La corrección fraterna
es un aspecto del amor y de la comunión que deben reinar en la comunidad
cristiana, es un servicio mutuo que podemos y debemos prestarnos los unos a los
otros. (Papa Francisco)
ORATIO:
Ayúdame, Señor; a permanecer enmudecido a
los pies de tu cruz para escuchar tu Palabra y dejarme alcanzar y modelar por
ella. Solo la Palabra de tu cruz revela la verdad de mi vida y desvela el
disfraz de mi mentira.
Si tu hermano peca…
Sé el que lo sostengas, el que le ayudes a cambiar
de vida,
el instrumento de Dios para ayudarle a volver.
la palabra amiga que alienta y estimula…
CONTEMPLATIO:
Contempla como la presencia Jesús en la
comunidad es fortaleza y seguridad para sus seguidores. Él es quien capacita a
la comunidad y a sus integrantes para hacer lo que Él hizo y sigue haciendo:
amar, perdonar, reconciliar, servir…
“Donde
dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy”
A la luz de esto, si miras tu vida, ¿a cuánta gente ayudas a volver al Señor?, ¿cuántos han experimentado la misericordia y el perdón de Dios gracias a tus palabras y tu cercanía?
“Si
dos de vosotros se ponen de acuerdo para pedir algo, se lo dará mi Padre del
Cielo”
En la segunda parte del evangelio nos
encontramos promesas muy importantes que Jesús realiza a sus discípulos: el
poder de atar y desatar, la importancia de la oración y la promesa de su
presencia para siempre. No hay comunidad cristiana si Cristo no está
presente en medio de ella. Esa comunidad de hombres y mujeres que creen
en Jesús vive de la oración, de la plegaria constante a Dios.
■… Siendo esto
así, luego ni la gracia excluye la corrección ni la corrección excluye la
gracia. Por consiguiente, al prescribirse lo que exige la justicia, se ha de
pedir con fiel oración a Dios la gracia para cumplirla, y ambas cosas han de
hacerse sin que se descuide la justa corrección. Y todo hágase con caridad,
porque la caridad no peca y cubre multitud de los pecados (1 Pe 4,8) (Agustín de Hipona).
El ser cristiano, el seguir a Jesús, lleva como dirección obligatoria una vida fraternal, saber que somos comunidad de bautizados, que queremos tener un solo corazón y “vivir con los sentimientos del Corazón de Cristo”.
ResponderEliminarEste domingo la Iglesia nos propone, a través del Evangelio, que profundicemos en la corrección fraterna, es decir en cómo ayudar a los hermanos de nuestra comunidad parroquial, familiar, religiosa, que no van por buen camino. La experiencia nos dice lo difícil y a veces arduo que se hace, en la vida, la corrección fraterna.
A veces, por eso, tiramos la toalla y miramos a otro lado, para no complicarnos la vida, pero el tema no se soluciona ni tan siquiera se han dado los primeros pasos para poder solucionarlo.
Decir corrijo poco, pero corrijo. Decía la Fundadora de una Congregación Religiosa que la buena Superiora se da cuenta de todo y corrige poco, lo justo y necesario, la que no es tan buena Superiora no se entera de nada y está corrigiendo siempre creando un malestar y un mal ambiente que no ayuda a la vida comunitaria.
Lo primero que nos dice y hace Jesús es que la corrección se haga por amor al otro y no por darle en la cresta y así desahogarnos. Ponerse en el lugar del otro es siempre sanarlo. Segundo cuando Jesús corrige a Pedro, en el lago Tiberíades, por haberle negado, lo hace de tal manera que no lo hunde en su culpa sino que le deja las manos abiertas para poder abrazarse a su Misericordia.
En la corrección siempre hay que potenciar que desde el Amor de Dios todo tiene solución. Dejarle siempre a la persona la puerta abierta para ayudarle a salir de su defecto y siempre nos queda el decirlo a la comunidad.
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres