TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 23 de septiembre de 2017

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 24 DE SEPTIEMBRE DE 2017, 25º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de +Francisco Cerro Chaves-Obispo de Coria-Cáceres)



«MIS PLANES NO SON VUESTROS PLANES»

Mt. 20. 1-16

      En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
     Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: “Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido”. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
     Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”. Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”.
     Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
     Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».

Otras Lecturas: Isaías 55,6-9; Salmo 144; Filipenses 1,20c-24.27a

LECTIO:
     El Evangelio de este domingo trata de aclarar, de precisar mejor lo que implica seguir a Jesús y formar parte de su nuevo Pueblo. Será Pedro quien coja la palabra para abundar en el tema: "nosotros lo he­mos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué obtendremos como recompensa?"…  La parábola de Jesús era clara hasta la provocación. Desde el amanecer hasta el atardecer, incluyendo la media mañana, el medio día y la media tarde, el propie­tario de la parábola fue contratando en diversos turnos a varios jornaleros.
     Tan sólo con los de la primera hora había fijado el salario: un denario por jornada. Al resto les pagaría "lo debido". El momento del pago resultó un tanto emocionante cuando a los de la última hora les entregó precisamente un denario: exactamente igual que a los primeros.
     Esta era la respuesta de Jesús a Pedro. Y este era el "convenio laboral" de aquel propietario que en el fondo representa a Dios. A unos y a otros da lo mismo, o mejor di­cho, les da lo más que puede dar: a su propio Hijo. Y este "salario" lógicamente, no está en función de las horas trabajadas, sino en función de la generosidad del dueño de la viña: su amor desmedido.
     Trabajar en ésta es un don. Recibir el denario, es un don. Quien no entiende esta clave de generosidad divina, quien cree que puede recibir de Dios el pago por los servicios prestados en su Iglesia, no ha entendido nada.
     Los que no comprenden esto, vivirán comprando a Dios su salvación o vivirán resentidos porque Él no les paga en las monedas con que ellos habían fijado un precio así de torpe y de mezquino.

MEDITATIO:
     Poder trabajar en la viña del Señor, ponerse a su servicio, colaborar en su obra, constituye de por sí un premio inestimable, que compensa por toda fatiga. Pero esto sólo lo comprende quien ama al Señor y su reino; quien trabaja únicamente por el jornal nunca se dará cuenta del valor de este inestimable tesoro.
     La Iglesia no es solo para las personas buenas. ¿Quién pertenece a la Iglesia, a esta fiesta? Los pecadores, todos nosotros, pecadores, hemos sido invitados. ¿Y aquí qué hacemos? Se hace una comunidad que tiene dones diferentes: uno tiene el don de la profecía, el otro el ministerio, aquí un profesor… Todos tienen una cualidad, una virtud. (Papa Francisco)
     Los que son responsables de la pastoral pueden encontrar un bonito ejemplo en esta parábola. Salir en diversas horas del día para ir y encontrar a aquellos que están en búsqueda del Señor. Alcanzar a los más débiles y a los más necesitados para darles el apoyo de sentirse útiles en la viña del Señor, aunque sea solamente por una hora”. (Papa Francisco)
     Sembremos y demos testimonio. El testimonio es el inicio de una evangelización que toca el corazón y lo transforma. Las palabras sin el testimonio no son, no sirven. El testimonio es lo que lleva y da validez a las palabras. (Papa Francisco)

ORATIO:
     Al anochecer cumpliste tu palabra. A todos diste salario digno y justo, según el corazón y las necesidades te dictaban. Quienes menos se lo esperaban fueron los primeros en ver sus manos llenas aunque algunos murmuraron.

Señor, concédenos la alegría de vivir sumergidos
en la generosidad del Padre,
conscientes que la recompensa será desproporcionada.

CONTEMPLATIO:
     Cada persona tiene su hora, su día, su edad, su circunstancia..., de ver y aceptar su encuentro con Jesús. El dueño de la viña no paga por trabajo realizado, ni por horas,  ni por trabajar a destajo, sino por la disponibilidad, por la actitud, la apertura y acogida a su invitación.
“¿vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”
     Las únicas personas que protestan son las que saben desde el principio lo que van a cobrar. Les molesta comprobar que el Señor es bueno con todos. Es la actitud de las personas que se creen justas, con más méritos que los demás; les molesta la bondad de Dios, se relacionan con Él en términos mercantilistas, intentando comprar su salvación.
     El texto presenta, una vez más, el retrato de un Dios que es bondad y misericordia. Sobresale el valor de la justicia y el de la bondad y la generosidad –se da más de lo esperado-. ¿Están presentes esos valores en tu vida y en tu relación con los demás? No es una invitación a "llegar tarde" o a trabajar menos, sino a evitar la tentación de proyectar sobre Dios nuestras expectativas, nuestros cálculos y nuestras medidas. Los caminos y los planes de Dios son distintos de los nuestros y siempre sorprendentes
“Amigo, no te hago ninguna injusticia… Toma lo tuyo y vete”.
     Dios es bondad, pura gratuidad, pura gracia más allá de todo interés, de toda ley. Por suerte, no actúa según nuestros méritos, ni nuestra lógica, sino según su bondad.


  Se te llama a la hora de sexta; ven. El amo también te ha ofrecido un denario si vienes a la undécima, pero que vivas hasta la hora undécima, eso nadie te lo ha prometido. No digo hasta la undécima, sino hasta la séptima. ¿Por qué, cierto del salario, mas incierto del día, haces esperar a quien te llama? Mira, no te quedes por tu dilación, sin la prometida retribución (Agustín de Hipona).


1 comentario:

  1. El Señor en su amor a la viña, que es el pueblo de Israel, que es la Iglesia, que somos cada uno de nosotros, es claro y patente. Precisamente el profeta Isaías en el capítulo 5 canta el amor del Señor por su viña. Esa viña es el pueblo de Israel, es la Iglesia, somos cada uno de nosotros, que estamos llamados a dar fruto abundante.
    En este texto el amor del Señor por su viña hace que envíe viñadores a todas horas, desde el amanecer hasta el final de la jornada, con el único fin de que dé fruto y fruto abundante. Al final va pagando, uno por uno, a todos los que ha contratado y ha querido para trabajar en su viña.
    Como siempre y en este caso nos parece a todos lo más normal del mundo, es que el Señor le pague a cada uno según las horas y el tiempo contratados. Surge el asombro cuando se ve que a todos les paga lo mismo que a lo que habían sido ajustados los de la primera jornada, los primeros contratados y protestan y con razón. Esperaban más. Han soportado el calor del día y el peso de la jornada ¿Pero cuál es la moraleja de esta parábola?
    La gratuidad de Dios para el que generosamente trabaja con el Señor en su viña, tiene la recompensa en Él mismo como don y, como se dice en un himno precioso de Vísperas: “A jornal de gloria no hay trabajo grande”. En el fondo, es sencillamente el saber que la recompensa del que sigue a Cristo, es el mismo Cristo regalado. Los que llegaron primero han estado más tiempo con Él, han vivido los primeros momentos de la jornada y el estar con el Señor y la gratuidad del seguimiento tiene la recompensa de quien ha conocido el Amor de Dios y nos hace sentir la alegría y el gozo de quien se sabe bien pagado por su Amor y su Amistad.
    A veces, hacemos interpretaciones donde Dios sale mal parado ¿Acaso no se puede entender esta parábola como que Dios es caprichoso, incluso injusto? Lo que quiere recalcar la parábola es que la lógica humana no es la lógica de Dios, que es siempre gratuidad y un Amor que nos desborda, porque es desconcertante, pero no injusto ¿Acaso te molesta que sea tan bueno?
    +Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres

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