«…HOY TENGO QUE ALOJARME EN TU CASA»
Lc. 19. 1-10
En aquel tiempo, entró
Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de
publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa
del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a
un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó
los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me
quede en tu casa». Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo, de pie, dijo al
Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he
defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación
de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre
ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Otras Lecturas: Sabiduría
11, 22-12,2; Salmo 144; 2Tesalonicences 1, 11-2,2
LECTIO:
El evangelista nos dice
algo que hace de este hombre alguien especial: ¿por qué Zaqueo quería conocer a
Jesús? No podemos conocer la respuesta, pero sí podemos intuir que a Zaqueo,
teniéndolo humanamente casi todo, algo le faltaba. Su vida no estaba completa.
Por eso buscaba.
No ayer, ni mañana, sino hoy Jesús quiere
quedarse en la casa de todo aquél que le quiera acoger, de todo el que le
necesite, de todo el que se sienta un pecador. No importa tanto tu
ayer. Importa –y mucho- que hoy
Jesús detiene su camino, te mira y te dice que hoy se quiere quedar en tu casa.
Zaqueo solamente podía descubrir realmente el sentido de su
vida a la sombra y al amparo de Dios. Será esta compañía de Jesús la que hará
que a Zaqueo se le abran los ojos, que se dé cuenta de que en su vida no
siempre ha actuado bien. Zaqueo quiere empezar una nueva vida y para eso debe
sanar los errores del pasado. Porque una nueva vida no se puede empezar con los
lastres del pasado.
Hoy,
Zaqueo ha llegado la salvación a esta casa. Ha llegado la salvación para ti y
para todos los que, como tu, se
abran a la acción de Dios en sus vidas.
Zaqueo
se sintió feliz cuando Jesús puso su mirada en El y eso le motivó a cambiar. Todo el que se sienta pecador, puede
hoy ser restituido a la vida de la gracia, si abre su corazón a Dios. Hoy.
MEDITATIO:
«el
Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido»
Jesús se detuvo, no pasó de largo
precipitadamente, lo miró sin prisa, lo miró con paz. Lo miró con ojos de
misericordia; lo miró como nadie lo había mirado antes. Y esa mirada abrió su
corazón, lo hizo libre, lo sanó, le dio una esperanza, una nueva vida. Y como a
Zaqueo, también a cada uno de nosotros. (Papa
Francisco)
Aunque no nos atrevamos a levantar los
ojos al Señor, Él siempre nos mira primero. En nuestra historia personal; cada
uno de nosotros puede decir: yo también soy un pecador en el que Jesús puso su
mirada. Los invito a que hagan un momento de silencio para recordar con
gratitud y alegría aquellas circunstancias, aquel momento en que la mirada
misericordiosa de Dios se posó en nuestra vida. (Papa
Francisco)
El Señor ve esa dignidad de hijo, que
todos tenemos. Él ha venido precisamente a buscar a todos aquellos que se
sienten indignos de Dios, indignos de los demás. Dejémonos mirar por Jesús,
dejemos que su mirada recorra nuestras calles, dejemos que su mirada nos
devuelva la alegría, la esperanza, el gozo de la vida. (Papa Francisco)
Todos los cristianos podemos imitar esta
actitud de prontitud ante los reclamos del Señor y una prontitud alegre, porque
no hay mayor motivo de felicidad y alegría que Jesús nos llame y lo hace todos
los días.
ORATIO:
Concédenos,
Señor Jesús, la misma gloria que experimentó Zaqueo cuando te recibió en su
casa, la alegría de tu perdón y de tu
amistad.
Señor
Jesús, necesito
este
encuentro contigo en la oración.
Tu
amistad abre las puertas de un horizonte inmenso.
Concédenos la
alegría de acogerte en el pobre, en el extranjero, en el enfermo, en las
personas que no conseguimos soportar… el tesoro de estar contigo en el Reino
del Padre.
CONTEMPLATIO:
«el Hijo del hombre ha
venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido»
Jesús alerta con frecuencia sobre el
riesgo de quedar atrapados por la atracción irresistible del dinero. El deseo
insaciable de bienestar material puede echar a perder la vida de una persona.
No hace falta ser muy rico. Quien vive esclavo del dinero termina encerrado en
sí mismo. Los demás no cuentan.
Zaqueo “trataba de ver quién era Jesús”. Quiere saber quién es, qué se
encierra en este Profeta que tanto atrae a la gente. No es tarea fácil para un
hombre instalado en su mundo. Pero este deseo de Jesús va a cambiar su vida.
Quiere encontrar el momento y lugar adecuados para entrar en contacto con Él. “El encuentro será hoy mismo en tu casa de
pecador”.
Lucas no describe el encuentro. Sólo habla
de la transformación de Zaqueo. Cambia su manera de mirar la vida: ya no piensa
sólo en su dinero sino en el sufrimiento de los demás. Cambia su estilo de
vida: hará justicia a los que ha explotado y compartirá sus bienes con los
pobres.
«Hoy ha sido la salvación
de esta casa…»
Tarde o temprano, todos corremos el riesgo
de "instalarnos" en la vida renunciando a cualquier aspiración de
vivir con más calidad humana. Los creyentes hemos de saber que un encuentro más
auténtico con Jesús puede hacer nuestra vida más humana y, sobre todo, más
solidaria.
■… Es cierto que
cada uno de nosotros hace bien a su propia alma cada vez que socorre con
misericordia las necesidades de los otros. Nuestra beneficencia, por tanto,
queridos hermanos, debe ser pronta y fácil, si creemos que cada uno de nosotros
se da a sí mismo lo que otorga a los necesitados… a Cristo, que
tanto nos ha recomendado a los pobres, que nos ha dicho que en ellos vestimos,
acogemos y le alimentamos a él mismo (León Magno).
El Evangelio de este domingo nos llena de una serena esperanza. Jesús no ha venido para el regalo fácil, para el aplauso falaz y la lisonja barata de los que están en el recinto seguro, sino más bien “ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Aquella sociedad judía había hecho una clasificación cerrada de los que valían y de los que no. Jesús romperá ese elenco maldito, ante el escándalo de los hipócritas, y será frecuente verle tratar con los que estaban condenados a toda marginación: enfermos, extranjeros, prostitutas y publicanos. Era la gente que por estar perdida, Él había venido precisamente a buscar. Concretamente Zaqueo, tenía en su contra que era rico y jefe de publicanos, con una profesión que le hacía odioso ante el pueblo y con una riqueza de dudosa adquisición.
ResponderEliminarJesús como Pastor bueno que busca una oveja perdida, o una dracma extraviada, buscará también a este Zaqueo, y le llamará por su nombre para hospedarse en su casa: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”. Lucas emplea en su evangelio más veces este adverbio, hoy: cuando comienza su ministerio público (“hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír” –Lc 4,16-22–), y cuando esté con Dimas, el buen ladrón, en el calvario (“te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso” ¬Lc 23,43¬).
El odio hacia Zaqueo, el señalamiento que murmura, condena y envidia... no sirvieron para transformar a este hombre tan bajito como aprovechón. Bastó una mirada distinta en su vida, fue suficiente que alguien le llamase por su nombre con amor, y entrase en su casa sin intereses lucrativos, para que este hombre cambiase, para que volviese a empezar arreglando sus desaguisados.
La oscuridad no se aclara denunciando su tenebrosidad, sino poniendo un poco de luz. Es lo que hizo Jesús en esa casa y en esa vida. Y Zaqueo comprendió, pudo ver su error, su mentira y su injusticia, a la luz de esa Presencia diferente. La luz misericordiosa de Jesús, provocó en Zaqueo el cambio que no habían podido obtener los odios y acusaciones sobre este hombre. Fue su hoy, su tiempo de salvación.
¿Podremos hacer escuchar en nuestro mundo esa voz de Alguien que nos llama por nuestro nombre, sin usarnos ni manipularnos, sin echarnos más tierra encima, sin señalar inútilmente todas las zonas oscuras de nuestra sociedad y de nuestras vidas personales, sino sencillamente poniendo luz en ellas? Quiera el Señor visitar también hoy la casa de este mundo y de esta humanidad. Será el milagro de volver a empezar para quienes le acojamos, como Zaqueo.
+ Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo