TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 30 de abril de 2016

“VENID Y VAMOS TODOS …CON FLORES A MARÍA QUE MADRE NUESTRA ES”


          El amor, el homenaje y la veneración que se dan a la Virgen María se manifiestan con prácticas diversas que llamamos "devociones". En el mes de mayo, el mes de las flores, dedicado tradicionalmente a la Madre del Salvador, intensificamos estas devociones marianas. Se trata del afecto, la predilección y reverencia que le tributamos por ser la obra maestra de la creación, la llena de gracia que, también, es madre nuestra. La devoción a María es una amorosa y confiada entrega a quien, por su excelsa dignidad y misión, sabemos nos ama y protege.
     El Concilio Vaticano II nos describe la naturaleza y el fundamento del culto y devoción a la Santísima Virgen: "Por ser Madre santísima de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un culto especial" (Lumen Gentium, 66).
     Este "culto especial" consiste en la veneración, el amor, la invocación y la imitación. “El mes de Mayo es el mes más sonriente del año. La sonrisa de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, serena los rostros pensativos y eleva a visiones de bondad, de misericordia y de confianza los ánimos oprimidos, desconfiados y cansados”  (Beato Juan XXIII pp)


Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María,
yo te ofrezco en éste día, alma, vida y corazón;
mírame con compasión y no me dejes, Madre mía.

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