TIEMPO LITÚRGICO

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viernes, 29 de enero de 2016

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 31 DE ENERO, 4º DEL TIEMPO ORDINARIO (Comentario de + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo)

«¿NO ES ESTE EL HIJO DE JOSÉ?»

Lc. 4. 21-30
               
            En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír». Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.
       Y decían: «¿No es este el hijo de José?». Pero Jesús les dijo: «Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún». Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón.
       Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».
       Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

Otras Lecturas: Jeremías 1,4-5-17-19; Salmo 70; 1Corintios 12,31-13-13

LECTIO:
                Ante la palabra de Isaías sus paisanos no tienen nada que objetar, la habían escuchado y visto rezar muchas veces. Pero no creían que Jesús, encarnara esa profecía. Aquí en Nazaret no le hemos visto hacer grandes curaciones ni milagros…que las haga y le creeremos. Jesús les responde con ese conocido refrán: no nos des lecciones y demuéstranos lo que dices.
       Lo que enfureció a los vecinos de Jesús fue que Jesús citó el ejemplo de dos extranjeros, Naamán y una viuda, que, sí, fueron capaces de acoger la palabra de los profetas. Se fiaron de lo que Dios les decía por boca de los profetas.
       La viuda de Sarepta no desconfió de Elías. La lepra de Naamán era una enfermedad terrible que de no haberse fiado del profeta Eliseo le hubiera llevado, probablemente, a una muerte atroz.
       Con estos ejemplos Jesús dejaba en evidencia a sus paisanos: Muy religiosos por fuera y cumplidores con el culto en sinagoga, pero incapaces de abrir su corazón a Dios. La rabia que les produjo descubrir Jesús su pecado, les llevó a dar ese giro tan radical: eliminar al que te dice la verdad y desenmascara tu miseria, acabar con Jesús.
       Jesús se retiró a tiempo. Era su pueblo. Gente a la que Jesús querría mucho, a pesar de la dureza de su corazón. La lección ya estaba dada. Seguro que algunos,  recapacitando posteriormente, entenderían que ante Dios la mejor arma es un corazón sencillo y humilde. Ahí y solo ahí Jesús obrará maravillas.

MEDITATIO:
     Hoy se cumple, se hace actual, la Buena Noticia de la liberación a los cautivos y oprimidos. La proclamación del año de gracia se realiza, aquí y ahora, para cada uno de nosotros.
¿Lo estás viviendo así en este año del Jubileo de la Misericordia?
     Examina de qué tiene que liberarte hoy Jesús: limitaciones, cobardías, falta de generosidad… Preséntate ante el Padre así, tal y como te encuentras. Siéntete perdonado y liberado por la misericordia del Padre.
¿Tu fe es una fe de actitudes y de vivencias, que te lleva a buscar al Señor sobre todas las cosas, aceptando vivir lo que implica seguirlo aún a precio de rechazos e incomprensiones?
     El encuentro con Jesús nos invita a salir de nosotros mismos para ofrecer y abrir espacios de confianza y de libertad, espacios en los que cualquier persona, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, puedan sentirse acogidos desde la seguridad del amor y de la comprensión. 
   
ORATIO:
     A través de nosotros quieres hacer escuchar tu Palabra de amor a los hombres y a las mujeres, nuestros hermanos. Quieres que nosotros te demos a conocer a ellos, para que puedan saber que tú les amas con un amor sin límites…

Qué grandes son tus obras, Señor.
Qué profundos son tus designios.
Qué grandes son tus proyectos para nosotros.

     Y quieres que demos a conocer también tu gran proyecto de amor en favor de todos y cada uno sin excepción.

CONTEMPLATIO:
     La tentación de desembarazarnos de Dios aparece en nuestras vidas, cuando juzgamos que nos está negando las pruebas de su benevolencia, cuando, si nos comparamos con otros menos creyentes, nos sentimos relegados y desatendidos. Porqué ¿a menudo nos preguntamos para qué sirve mantener fidelidad a un Dios que no nos da prueba, contante y sonante, de su amor? Como los paisanos de Jesús un día, también nosotros estamos intentando vanamente deshacernos de un Dios que no se pliega a nuestros deseos, que no nos da las pruebas del amor que esperamos, que no nos sirve como nosotros pedimos…

«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo»


     A Jesús, Profeta de Dios, le dejamos penetrar en nuestra vida, cuando escuchamos sus palabras hasta dentro, nos dejamos trasformar por su verdad y seguimos su estilo de vida. Esta es la decisión más importante: o acojo la verdad de Jesús o la rechazo. Esta decisión es la que decide el sentido de mi vida y el acierto o desacierto de mi paso por el mundo.

1 comentario:

  1. La escena del evangelio de este domingo nos sitúa a Jesús en la Sinagoga de Nazaret. Jesús, pasó por allí al poco tiempo y en su fugaz regreso descubrió la indiferencia llena del prejuicio de sus paisanos hacia su Persona. Puesto de pie, Jesús dirá aquella frase que se ha hecho célebre: nadie es profeta en su tierra.
    ¿Cuál era la dificultad de los nazaretanos respecto de Jesús? Precisamente una familiaridad que les impedía reconocer en Él a alguien más que al hijo del carpintero, el de la Señora María. Creían conocer a quien, en el fondo, desconocían profundamente. Decimos en castellano ese dicho hermoso: “del roce nace la querencia”. Pero ya se ve que no todo ni siempre es así: podemos querer a quienes no podemos tocar por la distancia, e ignorar calamitosamente a quien a diario vemos y tratamos. Viene a la memoria la pregunta decisiva de Jesús a sus discípulos: ¿qué dice la gente de mí? ¿y vosotros, quién decís que soy yo? Es una pregunta que se nos puede hacer hoy a nosotros.
    Los nazaretanos conocían a Jesús como se conoce a un paisano, a alguien del barrio. Nosotros lo podemos conocer desde el barniz de las pinturas, el escorzo de algunas imágenes, o las literaturas que nos hablan de Él. Para no pocos, éste sería el barrio o el paisanaje en su conocimiento de Jesús. Podemos decir que queda un halo cultural que nos permite saber de Él algunas cosas comunes, quizás algunas cosas más de las que conocían sus paisanos. Ellos recordaban de Jesús lo que habían visto en su mocedad mientras crecían en el pueblo. Nosotros podemos recordar lo que hemos aprendido a vuelapluma y con alfileres. Pero sólo conoce a Jesús quien se ha fiado de su palabra y quien ha quedado seducido por su presencia.
    Es hoy un día para desear conocer al Señor por dentro, desde el corazón que ora y que ama, desde el testimonio que narra con obras sencillas y cotidianas, el amor que le embarga y plenifica. Sólo así podemos decir que Jesús no es un extraño profeta en la tierra de nuestra vida, sino un Dios vecino, cuya casa tiene entraña y tiene hogar, una casa habitada, que abre las puertas de par en par. Con Él convivimos; a Él le vamos a contar nuestras cuitas buscando el consuelo en los sinsabores cuando la vida parece que nos quiere acorralar; a Él vamos también a agradecer los dones, las muchas alegrías con las que también esa vida nos sonríe. Y descubrimos que ese Buen Dios, el mejor vecino, saber reír y sabe llorar, porque le importa nuestra vida, nuestro destino y nuestra paz.
    Dios, sin ser uno cualquiera quiere ser entre nosotros uno más, que no sólo es el Camino, sino también el caminante junto a cada cual.
    + Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo

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