TIEMPO LITÚRGICO

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viernes, 21 de agosto de 2015

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 23 DE AGOSTO, 21º DEL TIEMPO ORDINARIO

« SEÑOR, ¿A QUIÉN VAMOS A ACUDIR? »
Jn.6. 60-69
     En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
     Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.» Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.» Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
     Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»

Otras Lecturas: Josué 24, 1-2ª...; Salmo 33; Efesios 5, 21-32

LECTIO:
     Nos encontramos con la lectura final del capítulo 6 del evangelista San Juan, sobre el discurso del “Pan de Vida”. El capítulo iniciaba con la multiplicación de los panes a modo de apertura del relato que pone en el centro a Jesús como el “Pan vivo bajado del cielo” capaz de dar vida eterna a quienes coman de Él. En la lectura de este domingo podemos visualizar claramente dos partes del relato, por un lado la conclusión del discurso del “Pan de Vida” y por otro, la “profesión de fe de Pedro”.
     El domingo pasado el evangelista exponía la reacción de los judíos, la forma en que se escandalizaban por las palabras de Jesús, no logrando entender como era capaz de decir y de hacer tales cosas. Hoy la lectura no se reduce a las reacciones de los judíos, sino que incorpora a sus seguidores, los que podemos llamar discípulos de Jesús, que ante sus palabras algunos murmuran, flaquean y dan marcha atrás. “Es duro este mensaje, quien podrá escucharlo”, se decían unos a otros. La enseñanza de Jesús resulta “dura”, su mensaje es para algunos, difícil de acoger y de practicar. Las palabras de Jesús no son frases bonitas para ser escuchadas en una actitud pasiva, sino que requieren del hombre una aceptación tal que haga cambiar su modo de actuar, configurándose al modo de sentir y de amar de Jesús. Las palabras del Señor tocan al hombre, y lo hace poner en movimiento. Se preguntan ¡quién puede escuchar semejante mensaje!, y a respuesta es simple, todo aquel que está dispuesto a abrir su corazón a Dios, y a dejarse poseer por él, puede escuchar sus palabras, ponerlas en práctica, y ser dichoso. Cuando ingresa el prejuicio, el mensaje resulta “duro” y molesto, no existe la disposición, el corazón se cierra a querer cambiar. En este texto encontramos palabras de Jesús muy fuertes como: “el Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve”. Aquí el termino carne hace referencia a la parte de “este mundo” donde más observamos la parte de la naturaleza humana visible, es decir aquello que nos es propio y nos diferencia de Dios que es puro Espíritu. El Espíritu Santo que recibimos en el Bautismo, en los demás sacramentos y que acompaña nuestra vida, nos abre a la inteligencia, para poder conocer y entender mejor los misterios de la Fe. Ser cristiano significa haberse encontrado con la persona de Jesús, haber conocido sus palabras, sus gestos, su ser más interior. Ser cristiano es dejarse atraer por el amor de Jesús que sale al encuentro del hombre. Es por eso que Jesús dice que quien va a Él, es porque Dios se lo concede. Por pura iniciativa suya, no somos nosotros quienes decidimos ser cristianos o creyentes, convencidos en alguna idea interesante, lo somos porque Dios salió a nuestro encuentro, se puso en el camino, y nos mostró una forma nueva de vivir, capaz de transformarlo todo y de trascenderlo todo.
     En la lectura de este próximo domingo se nos presentan ambas situaciones, quienes optan por un camino “fácil”, abandonando al Señor, y quienes con una simple afirmación como la de Pedro optan por el Dios de la Vida. Jesús abandonado por muchos, y ante la presencia de los doce apóstoles, realiza una pregunta siempre nueva y actual que interpela «¿También vosotros queréis marcharos?». Es eminente la respuesta de Pedro, con mucha simpleza y llanamente responde “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. En la respuesta de Pedro se halla también su opción, Pedro supo elegir la mejor de las opciones. Pedro lo reconoce como Santo de Dios, es decir el Mesías; lo sabe porque creyó. Creer es afirmar la existencia de Dios. Es una manera muy bonita de culminar el discurso del Pan de Vida. Jesús primero obra un gran signo, la multiplicación de los panes, luego con sus palabras da testimonio de ser el Pan vivo bajado del Cielo, una y otra vez exhorta a comer siempre de este Pan, y por último deja que cada uno responda libremente.

MEDITATIO: 
      Durante estos domingos, hemos ido descubriendo a Jesús en el sacramento de la Eucaristía. Él mismo, se nos ofrece como pan que alimenta y sacia la vida de quienes creemos en Él. Aceptar el cuerpo y la sangre de Jesús como comida y bebida, es algo difícil de entender y el escándalo que produce lleva al abandono del seguimiento. Jesús nos invita a vivir más profundamente nuestra fe en Él a través de la Eucaristía, abriéndonos a una fe más madura y dejando atrás nuestras propias seguridades.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo;

¿Alguna vez he calificado de “duro” el mensaje de Jesús, o he considerado el Evangelio como una carga pesada?
A la luz de la lectura de este día, ¿comprendo que vivir según el Evangelio es camino de amor y libertad? ¿Qué les diría a quienes tienen esta concepción de “mensaje duro” de la fe cristiana? ¿Cómo los ayudaría?
“Las palabras de Jesús son Espíritu y Vida” ¿Cómo vivo y me relaciono con el Dios presente en la Palabra? ¿Frecuento la lectura de la Biblia? ¿Qué experimento al hacerlo?
¿Entiendo que soy discípulo de Cristo, por pura iniciativa de Dios que salió a mi encuentro? ¿Soy agradecido con Él de haber tenido la posibilidad de conocer a Jesús, y de poder seguirlo? ¿Existe en mí el ardor de querer extender este encuentro con Cristo a otras personas que lo conocen a medias, o que no lo conocen?
«…Tú eres el Santo consagrado por Dios.»
¿En algún momento he sentido la tentación de abandonar al Señor? ¿A pesar de decirme creyente o practicante, con algunas de mis actitudes u obras abandono “parcialmente” a Jesús? ¿Entiendo lo que implica decir “solo tú tienes palabras de vida eterna”?

ORATIO:
A veces nos sentimos tentados de abandonar el barco,
de cambiar de ruta, de refugiarnos en la seguridad de la tierra firme.
Pero, Señor, ¿A quién iremos…

     Señor Jesús, ayúdame a reconocer en esta oración que sólo Tú eres la respuesta a todas mis inquietudes, a los deseos más profundos de mi corazón. Que en tu palabra encuentre el agua fresca que sacie la sed de mi interior.
     Buen Jesús, te pido perdón por los momentos en los que tu camino me ha parecido duro, he desconfiado de Ti y me he alejado. Permíteme permanecer siempre a tu lado, reconociendo que eres el único camino de vida plena.

CONTEMPLATIO:
     Te agradezco Señor porque me muestras que sólo Tú tienes Palabras de vida eterna. Ayúdame a que como Pedro pueda siempre profesar con firmeza mi fe en Ti y permanecer a tu lado.

«… sabemos que Tú eres el Santo consagrado por Dios.»

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