EL
PECADO TRAMPOLÍN PARA LA SANTIDAD
… a veces el pecado deja en nuestras almas la
idea de que ya no podemos ser santos. Quizá habíamos trabajado por un tiempo
para evitar un pecado, para extirpar una mala tendencia y para ser más buenos.
Un momento de rabia, un pacto con el placer, una ambición que nos impidió
ayudar a un pobre, y un nuevo pecado apareció en nuestras vidas: ¡otra vez
caímos! Se insinúa en nuestro interior una voz engañosa: la santidad no es
para ti, no vas a poder, el mal
siempre acaba por imponerse en tu alma, eres demasiado frágil...
Esa voz
puede surgir desde el orgullo herido:
pensábamos que aquel defecto ya estaba superado, y de repente renace con una
fuerza que confunde y entristece. O puede surgir desde el demonio, experto en desalentar y mentir, hasta el punto de insinuar que ni siquiera Dios
puede perdonarnos. Necesitamos romper con ese orgullo destructor y cerrar los
oídos a la voz del diablo. Porque para el cristiano el pecado no es nunca algo
irremediable. Existe la gracia, existe la misericordia, existe
un Dios Padre que envió a su Hijo y derramo el Espíritu Santo.
Entonces
es posible algo maravilloso:
ese pecado que para muchos parece un obstáculo para la santidad se convierte en
un medio que nos conduce a ella. ¿Cómo? Porque nos hace humildes, nos acerca a
Dios, nos permite acoger su misericordia. Se hace realidad aquella maravillosa
idea que expreso san Pablo desde la experiencia de su propia vida: "donde
abundo el pecado, sobreabundo la gracia" (Rm 5,20). O lo que
dijo en otro de sus textos: "cuando estoy débil, entonces es cuando soy
fuerte" (2Co 12,10). De esta manera, el pecado se convierte en un auténtico trampolín
para la santidad. No porque sea un medio para mejorar (nunca hemos de escoger
el pecado en sí mismo), sino porque Dios es tan bueno que se vuelca con un cariño
inmenso sobre el pecador arrepentido.
He
pecado, lo confieso con pena. Acudo a Dios, acojo su perdón, me dejo guiar por su gracia. Entonces se produce el milagro: brilla la
esperanza, la santidad está más cerca, y hay banquete de fiesta en el Reino de
los cielos...
Padre Fernando Pascual
(Recuperado
por Ricardo Nieto)
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