LA DESEABLE UNIDAD Y EL ECUMENISMO DE SANGRE
Desde 1908 se viene
celebrando una semana de oración para pedir por la unidad de los cristianos.
Todos cuantos confesamos a Cristo como nuestro divino Salvador hecho hombre
para redimirnos, nos unimos en esta plegaria para pedir al Señor lo que Él
mismo pidió en aquella última Cena: Padre,
que todos sean uno, para que el mundo crea.
Es una oración del mismo Jesús, que en esta semana hacemos nuestra.
Desde el respeto de unos por otros, sin
injerencias y sin indebidas rivalidades que en algunos momentos se han dado,
los cristianos hemos de anunciar a Jesucristo como la Buena Noticia que tantos
hermanos están esperando. El lema de este año recuerda la exclamación de
aquella mujer samaritana junto al pozo de Sicar: “Dame de beber”. Hay mucha sed
de verdad, de esperanza, de amor y belleza, en este mundo a veces despiadado
que nos araña la vida y secuestra en ella lo que da significado. El pozo es una
parábola de lo que necesitamos, y cobra todo su sentido cuando junto al brocal
encontramos a quien se nos presenta como el Agua Viva. De esto hemos de dar
testimonio de unidad todos los cristianos… para que el mundo crea, para que los
sedientos de tantas preguntas puedan ver que su sed tiene respuesta.
Me ha parecido actual y urgente lo que los obispos de
la Comisión episcopal de Relaciones Interconfesionales han escrito con motivo
de esta efeméride. Hago mías las palabras finales de su mensaje: la persecución
y discriminación de cristianos en muchos países de Oriente Medio, África y Asia
de mayoría musulmana. «Hemos denunciado esta barbarie, pero esta no ha hecho
más que aumentar en ferocidad y en extensión, dándose en muchas regiones que
han sido cuna del cristianismo y que vieron el florecimiento de importantes
comunidades cristianas en los primeros siglos de nuestra era, que forjaron una
rica cultura que es patrimonio de todos. Ahora, olvidando la que ha sido la
historia de estas regiones, despreciando su cultura originaria, ignorando el
derecho fundamental a la libertad religiosa, se discrimina a los cristianos, se
les niega el derecho de ciudadanía al mismo nivel que los demás, se les
persigue y se cometen contra ellos las peores atrocidades con casi total impunidad.
Muchos cristianos han sido asesinados y muchas familias
han tenido que abandonar sus ciudades, casas y templos, quedando la presencia
cristiana en estos lugares diezmada o extinguida por completo. Todo esto no
puede dejar indiferente a nadie de buena voluntad y menos a los que compartimos
la misma fe, unidos
más que nunca por ese «ecumenismo de la sangre»,
como tan acertadamente lo ha llamado el papa Francisco. Condenamos todo esto
con la mayor firmeza, pedimos
encarecidamente a todos los que pueden hacer algo,
también a nuestros hermanos musulmanes, que pongan fin a esta barbarie,
y nos comprometemos como pastores y cristianos a mostrarles nuestra cercanía
afectiva y efectiva. ¡Que la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
2015 impulse a todos los cristianos hacia la unidad visible tan deseada por el
Señor y nos lleve a una solidaridad real con los hermanos nuestros que sufren
persecución a causa de su fe y a comprometernos con ellos por la libertad y la
paz!
Duele el silencio y la indiferencia al tratar estas
malas noticias que apenas encuentran eco en los medios de comunicación y
ninguno en las tribunas políticas. Pero la unidad de los cristianos testimonia
en nuestra plegaria que hacemos nuestra la oración de Jesús junto al brocal de
nuestras heridas.
+
Fr. Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo
de Oviedo
Carta semanal. 22 de enero de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario