TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 4 de octubre de 2014

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 5 DE OCTUBRE, 27º DEL TIEMPO ORDINARIO

CUIDAD LA VIÑA

Mt. 21.33-43    
En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo: «Oíd otra parábola: Un hacendado plantó una viña, la cercó con una valla, cavó en ella un lagar, edificó una torre para guardarla, la arrendó a unos viñadores y se fue de viaje. 
    Cuando llegó el tiempo de la vendimia, mandó sus criados a los viñadores para recibir su parte. Pero los viñadores agarraron a los criados, y a uno le pegaron, a otro lo mataron y a otro lo apedrearon. Mandó de nuevo otros criados, más que antes, e hicieron con ellos lo mismo. 
    Finalmente les mandó a su hijo diciendo: Respetarán a mi hijo. Pero los viñadores, al ver al hijo, se dijeron: Éste es el heredero. Matémoslo y nos quedaremos con su herencia. Lo agarraron, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos viñadores?». Le dijeron: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros viñadores que le paguen los frutos a su tiempo». Jesús les dijo: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; esto ha sido obra del Señor, una maravilla a nuestros ojos?» «Pues bien, os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios para dárselo a un pueblo que pague sus frutos.

Otras Lecturas: Isaías 5,1-7; Salmo 79; Filipenses 4,6-9.

LECTIO:
            Dice el refrán: “Amor con amor se Paga”. Y en él se puede resumir la Palabra de Dios de este Evangelio. El amor recibido debe convertirse en amor entregado, en amor hecho obras concretas.
        El profeta Isaías presta su voz al amigo (Dios) para cantar un canto de amor a su viña, a Israel, su pueblo elegido. También se puede aplicar a este nuevo Israel, que es la Iglesia.
        Cómo se ha preocupado el amigo Dios de su viña: todo lo mejor ha sido poco para ella. Como el labrador ha elegido la tierra para su plantación preferida y la prepara con inmenso cariño, dedicándole todos los cuidados y estando siempre pendiente de ella.
        Así es el Señor. Así es el Dios que Jesucristo nos ha revelado. Por eso lo definimos como Amor. Un amor gratuito, sin exigencias previas; un amor que se ha dado a sí mismo. Toda la creación y especialmente el hombre y la mujer, son signos de su amor, de su querer compartir su vida con nosotros.
        Israel también fue signo de su amor: la llamada a Abraham, la liberación de Egipto, el pacto de amistad en el Sinaí, la tierra prometida en la "tierra que mana leche y miel"...
        ¿Y la respuesta? Odios, injusticias, ambiciones, desprecio de los pequeños y de los pobres... La viña no dio buenos frutos, dio agrazones.
        Isaías remarca la culpa colectiva, Jesús remarca la culpa de los labradores, de aquellos que debían haberse preocupado de cuidar la viña y sólo se preocuparon de sí mismos, de los  que quisieron quedarse con todo, matando, incluso, al hijo.
        Ese fue el gran amor del Padre: enviar al Hijo para salvar la viña que con tanto amor cuidó, regó, plantó…el nuevo Israel, la Iglesia. ¿Cómo entiende el Señor la respuesta al amor dado?
        El amor a Dios pasa necesariamente por el amor al prójimo, hecho cercanía, respeto, solidaridad, hecho opción por todo "lo verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable", por todo lo que es seguimiento de Jesucristo.
        Quien no cuide la viña, quien no dé fruto a su tiempo, sea el antiguo Israel, sea el nuevo Israel está expuesto a perder la predilección y la confianza del Señor; está expuesto no sólo a perder la viña, sino el Reino de Dios, que "se dará a un pueblo que produzca frutos”.
                     
MEDITATIO:       
         Trabajar la viña del Señor requiere primero dejarte labrar, ser arado, plantado y regado por Dios. Si te olvidas del Dueño de la viña,  no podrás cuidarla como te la confió el Señor.
¿Eres el pueblo nuevo que Jesús quiere, que produce los frutos del Reino o estás decepcionando a Dios? ¿Trabajas por un mundo más humano?
¿Cómo respondes desde el proyecto de Dios a las víctimas de la crisis económica, a los que no tienen trabajo, tienen hambre, soledad…?
¿Acoges la tarea que Jesús te ha confiado de humanizar la vida o vives distraído por otros intereses? 
                                                                                                                                                          
.ORATIO:
     Señor, tú que has conocido la ingratitud de los hombres; Tú que has sido paciente con quien te ofendía; Tú que has sido siempre misericordioso, manso, ayúdanos a combatir nuestra inflexible dureza hacia los otros. También nosotros te dirigimos la invocación del salmista: “No abandones la viña que tu diestra ha plantado”.
     Que nuestra oración, después de este encuentro con tu Palabra, se convierta en súplica siempre más penetrante hasta llegar a tu corazón. “Levántanos Señor, muéstranos tu rostro y seremos salvos”.
     Señor, tenemos mucha necesidad de tu misericordia y mientras que en nuestro corazón esté el deseo y la búsqueda de tu rostro, el camino de la salvación está siempre abierto.

 CONTEMPLATIO:
     Contempla como toda tu vida es una historia de amor. El Padre se ha desvivido por regalarte su misma vida: Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
     La vida cristiana es un proceso continuo de identificación con el Señor, donde buscamos cada día asumir su propuesta para nuestra vida, en este sentido, ¿cuáles son tus fortalezas, aquello que manifiesta tu fe, con lo que demuestras que estás viviendo lo que el Señor quiere? ¿Cuáles son tus fragilidades, tus deficiencias… aquello que debes pulir en tu vida para vivir como el Señor quiere y espera de ti?
     En la parábola de hoy tenemos un ejemplo claro del gran Amor y Misericordia que Dios nos tiene: Dios persevera en su bondad y en su paciencia con el mundo, con los demás y contigo ¿y tú? ¿Cómo le respondes?


1 comentario:

  1. Sorprende la habilidad de Jesús al plantear la crítica hacia los que tanto dejaban que desear como pastores del Pueblo escogido. Ha bastado narrar una "inocente" parábola para que ellos se autoinculpasen sin darse cuenta. En vez de demostrar la fealdad de sus rostros de un modo directo a quienes eran menos agraciados en belleza, el Maestro les asomó a una fealdad aparentemente ajena, y cuando ellos estaban suficientemente hartos de tan pérfida visión, les espetó: bien, pues... sois vosotros, ya que la ventana no es una ventana sino un espejo.
    El ejemplo de Jesús no es un cuento duro e injusto que provoca la solidaridad incondicional con las víctimas del escenario parabólico, sino que se trata de la narración anticipada de su propia biografía, de la completa historia de la salvación. Y en ésta, no sólo están los judíos y sus desmanes, sino también estamos los cristianos con los nuestros correspondientes. Dios ha soñado un mundo diferente, tremendamente distinto del que ahora vemos y sufrimos, y en el que fenecen de mil modos los menos favorecidos de la tierra. Por eso hemos de estar muy atentos para no arrinconar ni silenciar a los mensajeros de Dios que nos recuerdan con sus anuncios y sus denuncias la historia por Él soñada.
    Pero hay muchas maneras de estropear la viña de Dios y de matar a sus mensaje¬ros. El proyecto de Dios, su Reino, queda sin realizarse, bien porque se confunde con el propio proyecto (fariseos y saduceos) o bien porque se ignora completamente el de Dios (pecadores públicos y privados).
    La Iglesia, como nuevo Pueblo de Dios, está llamada a mostrar el Reino de Dios, ser un espejo en el que el mundo pueda mirarse. Es de¬cir, cada una de las comunidades y cada uno de los cristianos, estamos llamados a an¬ticipar en nosotros y entre nosotros lo que sería el mundo entero si aceptase la manifestación de Jesucristo, su Palabra y su Persona.La Iglesia no es el Reino de Dios, pero está dentro de ese Reino y forma parte de él. Si el Reino de Dios es el mundo nuevo en el que habita la justicia y la paz, la verdad y la misericordia, la bondad y la belleza, la luz y la gracia, nosotros estamos llamados a proclamar ese Reino desde los gestos cotidianos que nos hacen ser lámpara sobre el candelero y ciudad sobre el monte: esto es la Iglesia, para que los demás viendo en nosotros la obra de Dios, glorifiquen a Dios y realicen su proyecto. + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm Arzobispo de Oviedo

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