TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 10 de mayo de 2014

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 11 DE MAYO, 4º DE PASCUA

CONOCEN SU VOZ

Jn. 10. 1-10     En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera.
       Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
       Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
       «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
       El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.

Otras Lecturas: Hechos 2,14ª.36-41; Salmo 22; 1Pedro 2,20-25.


LECTIO:
            Juan 10 presenta a Jesús como Buen Pastor y utiliza otras imágenes para darnos a conocer su manera de relacionarse con nosotros, que son esenciales para conocer como es Jesús.
        En los primeros versículos Él se presenta como “…la puerta…” relacionando con su función de pastor con unas características específicas como: las ovejas conocen su voz; llama a cada una por su nombre; camina delante de ellas.
        El contenido del seguimiento de Jesús está presentado a lo largo de todo este evangelio.
        El evangelista nos invita a observar atentamente qué es lo que dinamiza el seguimiento: “le siguen porque conocen su voz”. Sin el conocimiento de la voz de aquel que es la Palabra de Vida no es posible el seguimiento de Jesús.
        Destaca, también el evangelista otro aspecto importante “…Yo soy la puerta…” Esto quiere decir que solamente a través de Jesús se puede tener el acceso adecuado, y que por medio de él las ovejas pueden salir hacia los espacios amplios de la vida.
        Ser discípulo del Señor consiste en «entrar por la puerta que es Cristo», es decir, oír su voz, creer en él, convertirse a él, bautizarse en su nombre, formar activamente parte de su comunidad…
        Jesús, en este evangelio se propone, como la imagen de la libertad en la que podemos confiar; por él podemos entrar y salir para encontrar la vida y para encontrar a Dios.
           
 MEDITATIO:                                                                                                                                                              
       Relee atentamente el texto bíblico. Fíjate en las palabras, en los personajes, en las imágenes que aparecen, en las acciones, en las actitudes.
Pregúntate: ¿Qué me quieres decir, Señor, por medio de tu Palabra en este día, en este momento de mi vida? ¿A qué me llamas? ¿De qué he de convertirme? ¿Cómo iluminas hoy, con tu Palabra, mis inquietudes, mis preguntas, mi vida?
Viendo como el Señor se da a conocer como la Puerta y el Pastor, que camina delante de sus ovejas, que lo siguen porque lo conocen, ¿qué puedes hacer para que los jóvenes tengan una fuerte experiencia de fe, que lleguen a admirar la propuesta del Señor y quieran seguirlo para imitarlo y identificarse con Él?
¿Qué puedes hacer personalmente y como comunidad, para apoyar las vocaciones y a los que ya han dicho SÍ al Señor?                                                                                                                                                                    

ORATIO:                                                                                                                                                     
     Señor Jesús, Tú que me conoces y me llamas por mi nombre…
     Señor, Tú la puerta que me llevas a la salvación, ayúdame a…
     Señor Jesús, Tú que me das vida y vida en abundancia, haz que…
     Señor Jesús, para que te tenga a ti como el verdadero sentido de mi vida…
     Señor Jesús, para que muchos escuchen tu voz y te sigan…

CONTEMPLATIO: 
     Jesús te dice que Él es la puerta y que puedes entrar y salir libremente. Nos asegura que hay salida, que hay futuro, que hay solución, que hay esperanza…que hay ALGUIEN QUE NOS ESPERA; ES EL BUEN PASTOR.
     Hoy Jesús por medio de su Palabra sale a tu encuentro para estar contigo, sostenerte, interpelarte, convertirte y moldear tu existencia.
     Contémplate a ti mismo, que con frecuencia tomas caminos desviados, llamas a puertas indebidas y buscas amistades que no te sacian. ¿Cómo quieres vivir tu relación con el Señor, sabiendo que Él es la puerta, y que solo en Él encuentras la vida y la vida en abundancia? ¿Qué quieres cambiar en tu vida, después de interiorizar que el Señor te ofrece vida y vida abundante y solo en Él la puedes tener?

1 comentario:

  1. Tenemos una cierta dificultad para entender culturalmente algunas escenas bíblicas, por estar lejanos de lo que representaban humanamente, sociológicamente, y religiosamente determinadas realidades. Una de ellas es la que se esconde detrás de la imagen del pastor. Israel era un pueblo nómada, acostumbrado al mundo pastoril en su vida cotidiana, que fue ha¬ciendo una meditación religiosa sobre su relación con Dios desde la me¬táfora del pastor y las ovejas. No obstante, esa reflexión no era siempre amablemente bucólica, porque los pastores que guiaban a Israel, enseñando los quereres de Dios, frecuentemente eran malos pastores que se aprove¬chaban de su mi¬sión, convirtiendo su cargo de servicio en carga de pesar para los demás.
    Jesús es el Buen Pastor. Y para presentarse como tal, empleará la imagen de los verdaderos pas¬tores que dibuja el salmo 22: el Señor es mi pastor, nada me falta; me hace recostar en praderas verdes y fértiles, me con¬duce a fuentes tranquilas, donde restaura mis fuerzas; me guía por senderos justos, y aunque atravesemos cañadas oscuras no tengo temor ni miedo ninguno, porque tu vas conmigo, y tu vara y tu cayado me sosiegan devolviéndome la paz.
    Los pastores de Israel tenían pocas ovejas, las suficientes para sobrevivir sus familias. Efectivamente, las conocían por su nombre, y a su nivel, formaban parte del conjunto familiar. Por ello eran queridas, y cuidadas, y protegidas. No se explicaba que un pastor abandonase sus ovejas, ni que éstas fueran extrañas para él. Incluso en tra¬mos difíciles y tenebrosos, las ovejas se sentían serenadas cuando la voz del pastor y los pequeños golpes de su cayado sobre sus lomos, les permitían entrever que efectiva¬mente no estaban solas, que estaban acompañadas por su propio pastor, aunque la niebla o la os¬curidad no permitiesen ver su figura.
    Este es Dios para su Pueblo: un pastor que nos conoce, que nos conduce, que nos quiere hasta dar su vida por nosotros (como los pastores que arriesgaban la suya en pasos difíciles del caminar con su rebaño). Conocer la voz de este Pastor (que es lo mismo que dar la vida por aquello que se escucha y por aquel que lo pronuncia), es lo que se nos pide como respuesta de fidelidad a quien tan fiel es a nuestra felicidad. El es el Pastor de nuestra felicidad, el que nos indica y nos conduce acompañándonos, por los caminos de justicia en los que esa felicidad es posible. Hay otras voces de sirena, voces de pre¬tendidos pastores que pastorean su propio provecho, su personal promo¬ción, su mantenimiento en po-deres que dominan y amordazan. Seguir a Jesús, saberse ovejas de su redil, es vivir en paz y en luz, sere¬namente y sin temores extraños... aun¬que la vida sea dura, aunque amenacen nubarrones o nos envuelva la oscuridad. Él se aprendió nuestros nombres, nos llama y nos guía hacia la tierra fértil y gozosa para la que nacimos.


    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
    Arzobispo de Oviedo

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