20 ERRORES COMUNES EN LAS ORACIONES.
P. Guillermo Serra, L.C.
Hoy te ofrezco un elenco de errores
frecuentes en la vida de oración, tal vez te sientas identificado con algunos
de ellos. Posteriormente ofreceré la contrapartida.
■ Acudo
a Dios sólo para pedirle que me resuelva problemas y necesidades que me interesan: salud, trabajo,
familia, tranquilidad, etc.
■Cuando voy con mis preocupaciones, mi oración termina siendo una reflexión
personal acerca de cómo resolverlas. Ya no hablo con Dios sino sólo
conmigo.
■Hablo,
hablo y hablo, sin escuchar a Dios.
Más aún, no sé qué significa escuchar a Dios, ni cómo habla Él.
■Creo que oro bien si los sentimientos
son bonitos. Si no, pienso que algo estoy haciendo mal, que no sé orar.
■Mi
oración se reduce a fórmulas memorizadas
que la mayoría de las veces repito sin atención.
■Cuando rezo hago cosas, pero no entro en
contacto personal de corazón con Dios. Mi “oración” es una especie de acto
intimista en solitario.
■Trato
poco a Cristo Eucaristía.
■Uso
muy poco la Biblia en mis meditaciones.
■Concibo
la oración sólo como iniciativa humana:
soy yo quien tiene la iniciativa de establecer comunicación con Dios y me
esfuerzo por alcanzarlo.
■Mi relación con Dios va en paralelo de
mi vida ordinaria, es un apartado en la rutina diaria o semanal, como una actividad más junto al resto de mis
quehaceres.
■No medito o mi meditación se limita a
pensar, a desarrollar reflexiones teológicas.
■Rezo
como me enseñaron de niño y allí me quedé.
■Mido y cuento el tiempo que le dedico a Dios. Soy tacaño con Dios, mi
tiempo con Él no es tiempo de calidad, con frecuencia le dejo las migajas del
día.
■Creo que ya me las sé todas en materia
de oración, que no tengo más que aprender. Cuando otros hablan del tema, pienso
que yo sé más…
■Evito
las oraciones comunitarias.
■Voy a rezar tan distraído que al final
sé que entré y salí de la iglesia o capilla sin haber entablado un mínimo
contacto personal con Dios.
■Estoy tan acostumbrado y me he resignado
ya a cómo es mi oración, que ya no deseo ni suplico a Dios que me conceda una
mayor intimidad con Él, ni creo en el fondo que Él me la desee conceder.
■Considero que tengo hilo directo con
Dios y descuido sin embargo mi vida sacramental (misa, comunión,
confesión) y espiritual (vida interior,
virtudes, recurso a medios de perseverancia como la dirección espiritual, etc.)
■Rezo
sólo cuando me siento digno de rezar.
Cuando me siento indigno, porque he pecado, o me he enojado, o no estoy bien
conmigo mismo o con los demás, me excuso diciendo que sería hipócrita si
rezara, y dejo de hacerlo.
■Mi
objetivo es cumplir con aquello a lo que me comprometí. Muchas veces no sé ni lo que hago, sólo rezo con
tal de cumplir (misa dominical, liturgia de las horas, rosario…)
Si quieren completar la lista, adelante…
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