Sembrad siempre
buenas obras
San Agustín, Sermón sobre las bienaventuranzas
San Agustín, Sermón sobre las bienaventuranzas
Sed ricos en buenas obras, dice el Señor. Éstas son las riquezas que debéis ostentar,
que debéis sembrar. Estas son las obras a las que se refiere el Apóstol, cuando
dice que no debemos cansarnos de hacer el bien, pues a su debido tiempo
recogeremos. Sembrad, aunque no veáis
todavía lo que habéis de recoger. Tened fe y seguid sembrando. ¿Acaso el
labrador, cuando siembra, contempla ya la cosecha? El trigo de tantos sudores,
guardado en el granero, lo saca y lo siembra. Confía sus granos a la tierra. Y
vosotros, ¿no confiáis vuestras obras al que hizo el cielo y la tierra?
Fijaos en los
que tienen hambre, en los que están desnudos, en los necesitados de todo, en
los peregrinos, en los que están presos. Todos éstos serán los que os ayudarán a sembrar vuestras obras en el cielo...
La cabeza, Cristo, está en el cielo, pero tiene en la tierra sus miembros. Que
el miembro de Cristo dé al miembro de Cristo; que el que tiene dé al que
necesita. Miembro eres tú de Cristo y tienes que dar, miembro es él de Cristo y
tiene que recibir. Los dos vais por el mismo camino, ambos sois compañeros de ruta.
El pobre camina agobiado; tú, rico, vas cargado. Dale parte de tu carga. Dale,
al que necesita, parte de lo que a ti te pesa. Tú te alivias y a tu compañero
le ayudas.
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