Que te conozca y te ame
para que encuentre en ti mi alegría
Del libro "Proslogion" de san Anselmo
para que encuentre en ti mi alegría
Del libro "Proslogion" de san Anselmo
¿Has encontrado, alma mía, lo que
buscabas? Buscabas a Dios, y has encontrado
que él está por encima de todas las cosas, que nada mejor que él se puede
imaginar, y que él es la vida, la luz, la sabiduría, la bondad, la
bienaventuranza eterna y la eternidad dichosa; él está por todas partes y
siempre.
Señor Dios
mío, creador y restaurador de mi ser, di a mi alma deseosa que eres otro del
que ella ha visto para que vea limpiamente lo que desea. Intenta ver más, pero
no ve nada más de lo que ha visto, sino tinieblas. En verdad no ve tinieblas,
puesto que en ti no existen, pero ve que no puede ver más por sus propias
tinieblas.
De verdad, Señor, que esta luz en la que
habitas es inaccesible, pues no existe nadie que pueda penetrar esta luz para
contemplarte. Yo no la veo, pues es excesiva para mí, y, sin embargo, todo lo
que veo lo veo por ella, del mismo modo que el ojo débil, lo que ve, lo ve por
la luz del sol, aunque no pueda mirarlo directamente.
¡Mi
entendimiento no puede alcanzar esa luz!;
es demasiado resplandeciente para comprenderla, y tampoco los ojos de mi alma
soportan el mirarla por mucho tiempo. Su fulgor la deslumbra, su sublimidad la
supera, su inmensidad la anonada, su amplitud la ofusca.
¡Oh luz
suprema e inaccesible! ¡Oh verdad
íntegra y feliz, qué lejos estás de mí que estoy tan cerca de ti! ¡Qué lejos
estás de mi presencia, mientras yo siempre estoy en la tuya!
En todas
partes estás presente e íntegra, y yo no te veo. Me muevo y existo en ti, y,
sin embargo, no puedo alcanzarte. Estás dentro y alrededor de mí y no te
siento.
Te ruego, Señor, que te conozca y te ame
para que encuentre en ti mi alegría. Y si en esta vida no puedo alcanzar la
plenitud, que al menos crezca de día en día hasta que llegue a aquella
plenitud. Que en esta vida se haga más profundo mi conocimiento de ti, para que
allí sea completo; que tu amor crezca en mí para que allí sea perfecto, y que
mi alegría, grande en esperanza, sea completa
en la posesión.
Señor, por medio de tu Hijo nos ordenas e
incluso nos aconsejas que pidamos, y prometes que recibiremos, para que nuestro
gozo sea perfecto. Yo te pido, Señor, como nos aconsejas por medio de nuestro
admirable consejero, que reciba lo que prometes por tu fidelidad, para que mi
gozo sea perfecto. Yo te pido, Dios veraz, que reciba, para que mi gozo sea
perfecto.
Entre tanto,
que esto sea lo que medite mi mente, proclame mi lengua, ame mi corazón y hable
mi boca. Que sea el hambre de mi alma, y la sed de mi
cuerpo: que todo mi ser lo desee, hasta que entre en el gozo del Señor, que es
Dios trino y uno, bendito en todos los siglos. Amén.
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