Orar como Jesús
Lucas 11: 1-13
Una vez que estaba Jesús
orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le rogó: Señor, enséñanos a orar, lo mismo
que Juan enseñaba a sus discípulos.
Él les contestó: Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu
reino. Danos cada día el pan que
necesitamos. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a
todos los que nos han ofendido. Y no nos expongas a la tentación.”
También les dijo: Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo,
y que a medianoche va a su casa y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque
otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo nada que
ofrecerle.’ Sin duda, aquel le contestará desde dentro: ‘¡No me molestes! La puerta
está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte
nada.’ Pues bien, os digo que aunque no
se levante a dárselo por ser su amigo, se levantará por serle importuno y le
dará cuanto necesite. Por esto os digo: Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os
abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama a la
puerta, se le abre. “¿Acaso algún padre entre vosotros sería capaz de darle a su hijo una
culebra cuando le pide pescado? ¿O de darle un alacrán cuando le pide un
huevo? Pues si vosotros, que sois malos,
sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el
cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!”
Otras Lecturas:
Génesis 18:20-32; Salmo 137, 6-8; Colosenses 2:12-14
LECTIO:
La oración es el centro de la
enseñanza de este domingo. Los discípulos tenían la impresión de que sus
oraciones no tenían suficiente categoría y le pidieron a Jesús orientación. Hay
dos versiones de la Oración del Señor: esta versión de Lucas, y la de Mateo (6:9-13). La versión
de Mateo es más larga, es la que mejor conocen los cristianos, y es la que
utiliza la liturgia.
Jesús le proporciona una guía de oración breve y sencilla. Lo que
quiere, por encima de todo, es que los discípulos reconozcan que se trata de una manera de relacionarse como hijos con el Padre. El primer
paso consiste en reconocer a Dios como Padre nuestro, reconociendo su santidad
y dándole gloria. A continuación, debemos rezar para que venga su Reino. Entonces, ya podemos hacer
algunas peticione esenciales: por ejemplo, el alimento cotidiano, el perdón de
nuestros pecados y la protección frente a las pruebas.
Jesús no tenía intención de
que rezáramos con esas mismas palabras. Nos ofrece más bien un marco y una
orientación sobre el género de cosas por las que rezar.
Lo único que no admite
condiciones es el perdón. Si no perdonamos a los que pecan contra nosotros,
entonces tampoco nosotros recibiremos el perdón.
A continuación, Jesús comienza a enseñarles lo importante que es
la constancia en la oración y termina con la imagen del
padre y el hijo. La mayor parte de los padres humanos les dan cosas buenas a
sus hijos, y no cosas que puedan hacerles daño. Cuánto más nuestro Padre
celestial, que nos conoce perfectamente, nos proporcionará lo que necesitamos.
Sin duda, esto puede significar que en ocasiones no nos conceda lo que pedimos
porque sabe que podría hacernos daño.
MEDITATIO:
■ ¿Qué nos revela este pasaje
sobre Dios y sobre la manera en que quiere que nos dirijamos a él?
■ ¿Qué sientes ante el hecho de
que Dios sea tu Padre?
■ ¿En qué medida te afecta el
hecho de tener que perdonar como condición para que tú mismo recibas el perdón?
■ ¿Cuál es tu propia experiencia
de la oración? ¿De qué modo puede ayudarte lo aprendido en este pasaje?
ORATIO:
Reza siguiendo los versículos
del Padrenuestro. Después de cada petición, añade tus propias palabras. Pídele
al Espíritu Santo que te ayude y que te guíe. Tómate tu tiempo.
CONTEMPLATIO:
Considera el Salmo 137, salmo
responsorial de este domingo.
“Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.”