TIEMPO LITÚRGICO

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sábado, 22 de septiembre de 2012

LECTIO DIVINA PARA EL DONINGO 23 DE SEPTIEMBRE, 25º DEL TIEMPO ORDINARIO

Un camino nuevo

   Marcos 9.30-37  En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.   Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:  «¿De qué discutíais por el camino?».
     Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más Importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
Otras lecturas: Sabiduría 2.12, 17-20; Salmo 54.3-6, 8; Santiago 3.16–4.3

LECTIO:
     En la lectura de este día, Jesús repite a los discípulos la enseñanza sobre su muerte y resurrección que leímos la semana pasada (Marcos 8.31-33). Era algo tan importante, que Jesús quería asegurarse de que estaban solos y no les interrumpiría nadie.
     Marcos indica que los discípulos no entendían a Jesús pero les daba miedo hacerle preguntas sobre aquel asunto. Tal vez temían que les fuera hacer el mismo reproche que a Pedro si decían algo equivocado (Marcos 8.33), así que decidieron mantenerse callados. O tal vez no eran capaces de asimilar las consecuencias que implicaban lo que les decía Jesús.
     Puede que la conversación de los discípulos sobre quién era el más importante surgiera al preguntarse quién sería su jefe si moría Jesús. Como es natural, Jesús lo capta inmediatamente. Los discípulos estaban demasiado avergonzados como para confesar de qué habían discutido. Pero Jesús no espera sus explicaciones, sino que les responde, pero no de la manera que ellos se habrían esperado.
     Dentro de la comunidad de Jesús, se adquiere importancia mediante el servicio a los demás, no imponiendo el propio poder. En aquella época los niños no tenían poder alguno y era poco lo que valían. Pero a los ojos de Jesús quienquiera que acogiera a una persona sin valor, como un niño, les acogía a él y al Padre que le había enviado. La visión de la vida que tenía Jesús y la que tiene el mundo son tan incompatibles como el agua y el aceite.
     Había que sacudir las ideas de los discípulos para que pudieran aceptar la enseñanza de Jesús. A Jesús y al Padre se los encontrará en y por medio de las personas que rechaza la sociedad. Si los discípulos no cambian, seguirán pensando como el mundo y no como Dios. Una vez más, Jesús nos dice: ‘mi camino no es ni será jamás el camino del mundo’.

MEDITATIO:
¿Tenían razón los discípulos cuando temían pedirle a Jesús que les explicara su enseñanza? ¿Te sientes capaz de preguntarle a Jesús cosas que no entiendes?
¿Por qué escogió Jesús a un niño para ilustrar su enseñanza sobre lo que significa ser discípulo? ¿Qué podemos aprender de todo esto? ¿Qué otras ideas podemos descubrir en Marcos 10.13-16?
Considera la importancia que le da Jesús a nuestra actitud respecto al servicio a los demás. ¿Cómo haces que esta sea una dimensión práctica de tu vida?

ORATIO:
     Con espíritu de oración, léete el Salmo 54 entero. ¿Puedes unirte al salmista para expresar tu confianza en Dios? A lo largo de la semana repite el verso 6 ‘<Sin embargo, Dios me ayuda; el Señor me mantiene con vida>’. ¿A qué situaciones concretas de tu vida pueden aplicarse estas verdades?

CONTEMPLATIO:
     Las lecturas de hoy comparan la manera de comportarse de los buenos con el comportamiento de los que son del mundo. Sabiduría 2.12, 17-20 nos muestra cómo odian al justo los malvados. Le hacen la vida imposible porque les recuerda constantemente su propio fracaso a la hora de hacer lo que Dios quiere.
     Santiago 3.16–4.3 nos previene contra la envidia y el egoísmo. Las actitudes injustas comportan desorden y toda suerte de males. Necesitamos vivir según la santa sabiduría que siempre dará buenos frutos.

1 comentario:

  1. El evangelio de Marcos está compuesto como un diario de viaje, según se sube a Jerusalén. Allí en el camino suceden todas las cosas: palabras y hechos del Maestro que se van proponiendo a aquellos discípulos. El texto evangélico de este domingo siempre me ha parecido impresionante por esa especie de doble escenario en el que Marcos presenta la subida de Jesús a Jerusalén. La narración de Marcos nos ha ido dando suficientes datos de palabras y de hechos de Jesús, como para imaginarnos el bienestar que suponía para aquellos primeros discípulos el hecho de pertenecer a esa compañía incipiente del Maestro.
    Sus ojos, acostumbrados a la rutina cotidiana de una vida vulgar transcurrida entre los afanes de un pueblo pequeño y las fatigas del bregar de redes, se había visto sorprendida por este Jesús que habla bien, que hace el bien, que está en la boca de todos y en la necesidad de tantos... Y nada menos que ellos, han sido llamados personalmente por su nombre para acompañar a tan insigne Personaje. Estaban de enhorabuena.
    Pero no acaban de entender el viaje de fondo de su Maestro. Digamos que disfrutan en cada estación, se envalentonan en cada parada del camino, justamente cuando el Maestro habla, cuando cura, cuando hace milagros. Pero la parada termina, y el camino continúa, y ¿a dónde vamos ahora cuando aquí hay “tajo”? Entonces va Jesús y les vuelve a decir delicadamente: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará” (Mc 9,31). La reacción que provocaba en ellos estas graves palabras, queda magistralmente dibujada en el breve apunte de Marcos: “Ellos no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle” (Mc 9,32).
    Al llegar a Cafarnaún, Jesús les hará una curiosa pregunta: por el camino veníais un poco alterados, ¿de qué discutíais? Pero ellos, extrañamente, no quisieron contestar, como quien lleno de sonrojo ha sido sorprendido en una torpeza demasiado mezquina. Y quedaron efectivamente mudos... de vergüenza, pues no venían comentado las palabras de su Maestro, sino que por el contrario se habían estado repartiendo su pretensión: cuál de ellos era el más importante.
    Humanamente hablando, era una situación desalentadora para Jesús: Él anunciando su muerte, su entrega suprema por un supremo amor, y ellos repartiéndose la cartera, el gobierno, la canonjía, la prebenda, la túnica sagrada. Jesús adoptará una actitud comprensiva llena de misericordia, y les explicará en qué consiste la “importancia” a la que ellos deben aspirar: ¿veis un niño? pues así vosotros. No vayáis de “trepa” por la vida, sed sencillos, acogedores, sed pequeños. Sólo a ellos se les revela el verdadero sentido de la vida, los secretos del Reino de Dios, sólo ellos son los verdaderamente grandes.

     Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
    Arzobispo de Oviedo

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