TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

domingo, 16 de septiembre de 2012

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO 16 DE SEPTIEMBRE, 24º DEL TIEMPO ORDINARIO

Y vosotros, ¿qué decís?

Marcos 8.27-35   Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de la región de Cesarea de Felipe. En el camino preguntó a sus discípulos:
–¿Quién dice la gente que soy yo?
Ellos contestaron:
–Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que eres Elías, y otros, que eres uno de los profetas.
Y vosotros, ¿quién decís que soy? –les preguntó.
Pedro le respondió:
–Tú eres el Mesías.
   Pero Jesús les ordenó que no hablaran de él a nadie. Comenzó Jesús a enseñarles que el Hijo del hombre tenía que sufrir mucho, y que sería rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Les dijo que lo iban a matar, pero que resucitaría a los tres días. Esto se lo advirtió claramente. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderle. Pero Jesús se volvió, miró a los discípulos y reprendió a Pedro diciéndole:
–¡Apártate de mí, Satanás! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres. Luego llamó Jesús a sus discípulos y a la gente, y dijo:
El que quiera ser mi discípulo, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía y del evangelio, la salvará.

Otras lecturas: Isaías 50.5-9; Salmo 116.1-6, 8-9; Santiago 2.14-18

LECTIO:
   Corren rumores descabellados sobre cuál es la verdadera identidad de Jesús. Les pregunta a los discípulos quién cree la gente que es él. La mayor parte identifica a Jesús con los profetas del Antiguo Testamento, en particular con Elías. Otros incluso creen que podría ser Juan el Bautista.
   Entonces Jesús les pregunta quién creen ellos que es. Pedro dice que es el Mesías, aun cuando no acaba de entenderlo del todo. En este momento Jesús sólo quiere que los discípulos conozcan su verdadera identidad, así que les ordena que no se lo digan a nadie.
Jesús a continuación les hace vislumbrar cómo terminará su misión en la tierra. Les dice con toda claridad que tiene que padecer y morir, pero que al cabo de tres días resucitará de entre los muertos. Esto no encaja con la idea de Mesías que tiene Pedro, por lo cual reprende a Jesús.
   Jesús rechaza firmemente lo que le sugiere Pedro y deja bien claro que Satán se está sirviendo de él: se trata de razonamientos humanos, no del plan de Dios. A Pedro todavía le queda mucho que aprender respecto a Jesús.
   Jesús explica entonces a la muchedumbre qué significa ser discípulo suyo. Utiliza el simbolismo de cargar con una cruz. Esto debió crear en la mente de sus oyentes una imagen vívida y terrible. Puede que muchos hubieran visto por las calles a un condenado tambaleándose y sangrando mientras le golpeaban camino de una muerte humillante y dolorosa.
   Las palabras de Jesús son una señal de alerta para sus primeros discípulos. Si queréis seguirme, preparaos porque seguirme conlleva sufrimiento. Algunos discípulos habrían de sufrir la crucifixión física. En la actualidad, otros siguen entregando sus vidas por amor al Evangelio. Para el resto de nosotros, para cualquier discípulo, estar dispuestos a exponer nuestras vidas para someternos por completo a la voluntad de Dios es un desafío diario.

MEDITATIO:
Considera quién crees que es Jesús. ¿Hasta qué punto le comprendes? Como Pedro ¿podemos en ocasiones ser culpables de creer que sabemos más que Jesús?
Considera por qué sigues a Jesús. ¿Te ayuda recordar estas razones cuando seguirle implica un sacrificio o sufrir de alguna manera?
Jesús habla de ‘cargar con la cruz’ cada día y de ‘perder la vida por causa suya o del Evangelio’. ¿Qué significa esto para ti? Acuérdate de que Jesús nos envía el Espíritu Santo para ayudarnos a vivir la vida cristiana.

ORATIO:
   El Salmo 116 es un gran grito de alegría por la liberación. El salmista dice ‘Yo tenía fe, a pesar de que decía que era grande mi aflicción’ (versos 10-11). Piensa en tu relación con Dios: ¿puedes usar esos mismos versos para alabarle ahora?

CONTEMPLATIO:
   Con frecuencia nos referimos a Isaías 50.5-9 como uno de los Cánticos del Siervo, y suele interpretarse como una profecía sobre el sufrimiento de Cristo. (Véase también Isaías 52.13–53.12) Jesús tiene que ser muy consciente de estas palabras, pero no deja que el sufrimiento que se le avecina le aparte de obedecer a Dios.
   Santiago 2.14-18 pone de relieve que la fe en Jesús siempre se manifestará no sólo por medio de palabras, sino también en nuestras acciones. La fe se derramará como sacrificio de uno mismo y amor práctico hacia los demás.

1 comentario:

  1. No hace tanto tiempo el mes de septiembre era también época de repesca para estudiantes con materias pendientes. Este domingo vemos una escena en la que se nos permite ver esa repesca casi otoñal para pescadores. Los discípulos estaban contentos en aquella comunidad que se iba forjando en torno a ese maestro excepcional. Pero de pronto, Jesús quiere hacer una especie de sondeo: “¿quién dice la gente que soy Yo?”. Y entonces los discípulos fueron componiendo el mapa estadístico: Juan Bautista, Elías, uno de los profetas. Eran los comentarios adivinadores de lo que la gente pensaba de Jesús.
    Pero la estadística que más importaba a Jesús era lo que sus discípulos pensaban sobre Él. Entonces Pedro hará una memorable confesión: “Tú eres el Mesías”. Pero Jesús, acaso un tanto perplejo por una respuesta tan clara y tan justa, prohíbe divulgar esa verdad que Pedro acaba de pronunciar: no convenía que se supiese, por el momento, que Jesús era el Mesías, tal vez por las connotaciones políticas que tenía el mesianismo, y había que purificarlo de falsas expectativas, pues de lo contrario podían esperar del Mesías Jesús lo que Él no había venido a dar ni a ofrecer.
    Por si acaso no hubieran comprendido, Jesús comenzó a instruir a sus discípulos para explicarles el alcance verdadero de su identidad mesiánica: “El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado, y resucitar al tercer día”. Fue como un jarro de agua helada ¿A qué viene esa salida de tono con condena, ejecuciones y una incompresible resurrección que ninguno entendía?
    Pedro tal vez animado por su reciente éxito, tuvo un con su Maestro: increpando a Jesús quería salvar a su Salvador. Pero Jesús le responderá: “apártate de mí, Satanás. Tú piensas como los hombres, no como Dios”. Es un cambio de escena de un dramatismo tremendo. Pedro, que pasa a ser casi al mismo tiempo alguien en quien habla el Padre y alguien en quien grita Satanás, capaz de lo mejor y más bello... y de lo peor y más horrendo. En esa agridulce y claroscura posición nos encontramos todos, siendo tantas veces testigos de la luz y la verdad y, si cambian las tornas, negociantes de la tiniebla y de la mentira... al mejor postor.
    Jesús termina con una invitación sin ambages: su Verdad y misión, no nacen de sondeos de opinión, ni depende de un momento mejor o peor de sus discípulos. La cuestión decisiva es poder responder quién es Jesús, en comunión con la Iglesia y todos los testigos santos. Para esta respuesta no valen lo que otros digan, ni una retórica teórica, sino la que se hace seguimiento, compañía del Señor en lo concreto de la vida a la que cada cual ha sido llamado. Para decir quién es Jesús para cada cual no valen las respuestas prestadas, supone tener la experiencia de un encuentro.

    + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
    Arzobispo de Oviedo

    ResponderEliminar