TIEMPO LITÚRGICO

TIEMPO LITÚRGICO

martes, 3 de julio de 2012

Rvdº. P. Mateo Silva Romero
Consiliario emérito del Turno nº 5 de la Adoración Nocturna de Cádiz
50 años de vida sacerdotal- 1962 al 2012



     Con gran alegría y emoción pudimos celebrar el pasado 29 de Junio las bodas de oro Sacerdotales de nuestro querido Consiliario P. Mateo,- ¡nada menos que 50 años! -, de los que muchos compartió junto a los Adoradores Nocturnos celebrando nuestras Vigilias.
     Con una Parroquia llena de amigos celebramos una emotiva Eucaristía en acción de Gracias por tantos años de Ministerio,  coincidiendo con la solemnidad de S. Pedro y S. Pablo, columnas de la Iglesia y testigos de Jesús. Desde una emoción mal disimulada nuestro querido sacerdote presidió la Liturgia, embargándole sentimientos que en muchos momentos, seguramente los recuerdos de tantos años de ministerio y los momentos más emotivos del mismo, se le agolpaban en la memoria a un ritmo vertiginoso.
     Gran semblanza de su persona expuso en la homilía nuestro Párroco y Consiliario Rvd. P. Oscar:
   ¿Quién es este P. Mateo que congrega tantos testimonios de cariño y gratitud? No se trata de un sacerdote que haya ocupado altos cargos en la Curia diocesana. Ni se trata de un teólogo o escriturista que se haya hecho popular por sus cursos y conferencias. Tampoco es una persona que haya puesto en marcha grandes iniciativas sociales o culturales.
   Entonces, ¿quién es el P. Mateo? Sencillamente, un sacerdote. Pero un sacerdote -eso sí- de pies a cabeza. Un sacerdote que, en sus primeros años de ministerio recorrió carriles intransitables para que ni en los más aislados caseríos faltase a los fieles el pan de la Palabra y la gracia de los Sacramentos. Un párroco celoso y sacrificado que, en 25 años de servicio en Conil, jamás tomó unas vacaciones para su descanso. Un hombre que acabó pagando con su salud tanto derroche de generosidad pastoral, un sacerdote, que, a pesar de fuertes limitaciones físicas, ha seguido ejerciendo su ministerio, con gran ejemplaridad, tanto en esta Parroquia, como en la Curia diocesana, y en el Cabildo Catedralicio.
   Porque el P. Mateo es el sacerdote profundamente enamorado de su vocación, que sigue preparando con esmero la predicación de la Palabra, para que el Evangelio llegue con fuerza cada domingo a nuestros corazones. Es el hombre que nos celebra la Eucaristía con honda piedad y fervor, ayudándonos a entrar en el misterio de la comunión personal con el Señor. Es el confesor que ha dedicado y dedica horas incontables a acogernos con afecto, y a perdonar nuestros pecados en nombre del Señor. Es el hombre que siempre tiene tiempo para escucharnos con paciencia y bondad; para aconsejarnos con prudencia y sabiduría evangélica; para consolarnos con verdadero afecto paternal Es el hombre sufrido que, con su propio ejemplo personal, nos ha enseñado que, a pesar de la humana fragilidad, podemos llevar nuestras cruces con paciencia y con fe.
   Por todo eso, querido P. Mateo, tu gente se ha volcado contigo porque te quiere. Te quiere, porque el Pueblo de Dios sabe apreciar y valorar el sacerdocio que se ejerce con fidelidad. Y porque sabe amar de corazón al sacerdote que ejerce su ministerio con coherencia y generosidad. Porque cuando el sacerdote vive según la gracia que el sacramento del Orden le ha concedido, se convierte en una transparencia del Señor Jesús, que nos sigue evangelizando, nos santifica y nos congrega en el amor, a través de la persona de su ministro.
   Por todo eso, P. Mateo, hoy nos unimos a ti para dar gracias a Dios por estos 50 años tan ejemplares de ministerio sacerdotal. Cada uno de ellos es motivo de acción de gracias» Gracias por cada Eucaristía que has ofrecido al Padre, uniéndote a Cristo en la cruz, y ofreciéndote con Él por la salvación del mundo. Gracias por cada absolución que has otorgado, en persona de Cristo, viendo cómo la gracia se desbordaba en el corazón de un hermano, y lo llenaba de gozo y de paz. Gracias por tantos agonizantes a los que has ayudado a morir en la paz de Dios. Gracias por los jóvenes que has acompañado en el discernimiento de su camino. Gracias por los matrimonios en dificultades, a los que has alentado a reconciliarse. Gracias por tantos pobres a los que diste de comer. Gracias por cada persona a la que consolaste y alentaste en su desesperación.
   En este día elevamos al Señor nuestra oración por ti, y por la fidelidad y perseverancia de todos los sacerdotes. Con frecuencia se airean los pecados de quienes sucumben a su debilidad. Pero se silencia sistemáticamente la fidelidad, el sacrificio y hasta el heroísmo de la inmensa mayoría de sacerdotes, que, como el P. Mateo gastan su vida en favor de los hermanos, entregándola, día a día, sólo por amor…

   Finalizada la Eucaristía y una vez entregados nuestros regalos y concluidas las salutaciones personales pasamos una estupenda noche, junto a él, en los patios del colegio Salesiano.

     Querido P. Mateo seguiremos teniéndote presente en nuestras oraciones, que haremos extensivo también a tu hermana María, para que pasado el tiempo podamos reunirnos para celebrar, al menos, otros veinticinco años.

1 comentario:

  1. DIARIO DE CÁDIZ - ACTUALIZADO 18.06.2012 -

    | LOS diversos y convergentes mensajes que el padre Mateo Silva emite desde el altar, cuando preside la celebración de la Eucaristía, y desde el confesionario, cuando nos ofrece el sacramento de la reconciliación, y las muestras de cordial amabilidad con las que, cuando en compañía de su hermana María pasea por la Avenida, nos transmiten una información suficientemente clara de su manera personal de interpretar el ministerio sacerdotal y de su peculiar forma de vivir la vida cristiana. Serio y respetuoso con las normas litúrgicas, acogedor y comprensivo con los fieles que acuden en demanda de perdón, y amable y cariñoso con los amigos que nos cruzamos en nuestros recorridos vespertinos, el padre Mateo nos muestra que él lee y explica los significados de los episodios cotidianos siguiendo las claves evangélicas. Él está convencido de que la conducta servicial y las palabras claras de Jesús de Nazaret constituyen el modelo más fiable y más transparente para marcar las líneas que han de orientar el ejercicio del ministerio sacerdotal en la sociedad actual.

    En los diferentes cargos pastorales que los sucesivos obispos le han encomendado, tanto como coadjutor y párroco en Conil o en Tahivilla, como notario del Obispado o como canónigo de la Catedral de Cádiz, este tarifeño afable y sencillo nos ha dado, durante medio siglo, unas elocuentes muestras de su notable capacidad para, de una forma modesta e intensamente vital, generar a su alrededor un confortable clima fraternal y una densa atmósfera de amistad. Es posible que esa manera de interpretar las actividades pastorales tenga mucho que ver con el ambiente cálido que él siempre ha respirado en su hogar.

    En la actualidad, a pesar de las limitaciones impuestas por los achaques, el padre Mateo, sin dar muestras de desaliento, sigue siendo un servidor de la comunidad que, mediante el testimonio, nos enseña a mirar más allá infundiéndonos ilusión, brindando su amistad, enseñándonos el misterio de la Iglesia y preparándonos para afrontar la vida de una manera esperanzada. Con sus palabras y también con sus silencios, nos ofrece un permanente testimonio de su confianza en Dios y de cariño agradecido a su Virgen de la Luz, la Patrona de su pueblo. Con esos gestos cordiales, él nos demuestra que, además de buena persona, es un creyente que ama con pasión a la Iglesia y un sacerdote que, discreta y modestamente, desea servir a los hombres, sus hermanos.

    Con ánimo comprensivo y compasivo, Mateo siempre está dispuesto a responder a nuestras demandas. Su profunda piedad dota de sentido a la lucha por la vida, y su sentida oración -Pan y Palabra- es la expresión de su amor a Jesús de Nazaret. Él siente y vive la oración como respuesta a su necesidad primordial de alimentar sus ansias de bienestar. Es impensable -nos repite una y otra vez- que un creyente viva sin oración. Su figura es para nosotros la representación gráfica de lo sencillo que resulta a la gente de buena voluntad explicar con hechos las sendas que llevan a la construcción de un mundo más habitable. Con su densa manera de estar callado y, sobre todo, con sus actitudes pacientes -aunque no resignadas-, logra una eficacia que difícilmente alcanzan las deslumbrantes campañas publicitarias: refleja el ideal de una vida humana plena en el sentido más hondo y más completo de esta palabra. Sus gestos constituyen una respuesta directa a los interrogantes fundamentales de la existencia humana y una alternativa válida a esta vida de agitación, hastiada de tanto ruido vacío y de tanta vanidad ensordecedora. El día 29, festividad de San Pedro y San Pablo, cumplirá medio siglo de un servicio pastoral que se ha caracterizado por su fidelidad a la médula de Evangelio, por su lealtad a los sucesivos obispos, por su colaboración con los compañeros sacerdotes y por el servicio generoso a los feligreses.

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